Oído atento, mirada vigilante - Alfa y Omega

El 21 de enero recibíamos a Elisa, nuestra provincial. Venía de visita pastoral para compartir con las hermanas, las mujeres que viven con nosotras y el equipo de profesionales la salud del proyecto: inquietudes, propuestas y planificar los próximos años para seguir dando respuesta desde el carisma a la misión que se nos ha encomendado congregacionalmente, y dar respuesta en fidelidad en este momento sociopolítico, económico y eclesial que estamos viviendo en lo que tiene que ver con inmigración y trata.

En los momentos informales, sobremesas de comidas y cenas, y en los encuentros por la casa, nuestras compañeras de camino nos han dado pistas de lo que más favorece sus procesos de recuperación. Valoran mucho sentirse queridas, la cercanía, el no sentirse juzgadas, que respetemos y entendamos sus momentos, avances y contradicciones. Y lo que les gustaría que mejoráramos: no estar tan «encima de ellas» y, sobre todo, en la primera fase, que no hubiera tanto movimiento de personal. Consideran primordial establecer vínculos de confianza y sentir que su vida está protegida. Una noche nos sorprendieron con sus preguntas directas y espontáneas acerca de nuestra vocación y el sentido de nuestra vida, un momento de compartir y responder a sus interrogantes, de conocernos más y mejor, y de sentarnos, pero sobre todo de sentirnos en horizontalidad.

En nuestras reuniones y encuentros compartimos cómo recorrer juntas los procesos de liberación, cómo nos influyen a nivel personal y comunitario los buenos momentos, y cómo afrontamos cuando el dolor en ellas es tan grande que «se hace visible», cómo estar cuando la trata les ha dejado unas marcas tan grandes que hacen difícil la convivencia… Una vez más recordamos las claves que nos da María Micaela: voluntariedad por su parte «siempre y cuando ellas quieran, pues contra su voluntad no puede ser». Y a nosotras nos dice: «Téngase gran esmero y cuidado»; «sean amables y afectuosas para ganarles el corazón e inspirarlas confianza»; «no les pregunten sobre su vida pasada»; trátenlas «con dulzura y rectitud».

Gracias, Elisa, por la cercanía, por propiciar reflexión y por el compartir de estos días.