Nos aguarda un Padre bueno - Alfa y Omega

Nos aguarda un Padre bueno

«Tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado»: así recibió el padre misericordioso al hijo que se marchó de casa, y así van a recibir el cielo y la Iglesia a todos aquellos que se acojan al sacramento del Perdón, en la iniciativa 24 horas para el Señor, que se celebra a partir de mañana viernes en todo el mundo

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
No nos cansemos de pedir perdón, porque Dios no se cansa de perdonar

Al finalizar el rezo del ángelus, el domingo pasado, el Papa Francisco invitó a toda la Iglesia a celebrar las 24 horas para el Señor, una iniciativa del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, que se celebra desde mañana viernes 28, hasta el sábado 29 de marzo. «Viviremos un momento especial, que se realizará también en muchas diócesis y parroquias del mundo. El perdón del Señor se tiene que festejar, como lo hizo el padre de la parábola del hijo pródigo, que, cuando el hijo volvió al hogar, el padre hizo fiesta, olvidándose de todos sus pecados. Será la fiesta del perdón».

Con el lema El perdón de Dios es más fuerte que el pecado, la iniciativa consiste en que, a partir de las 17 h., del viernes, y por veinticuatro horas, al menos una iglesia de cada diócesis del mundo permanezca abierta para permitir a quien lo desee la confesión sacramental y un momento de Adoración eucarística; la iniciativa concluye a las 17 h. del sábado 29, con las primeras Vísperas del domingo Laetare. En una entrevista al diario Avvenire, monseñor Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, del que parte la iniciativa, ha confirmado que el Papa Francisco, además de presidir la Eucaristía con la que se inicia en la basílica de San Pedro, también escuchará confesiones. En Roma, permanecerán abiertas tres iglesias del centro de la ciudad, lo que se aprovechará para que «algunos jóvenes de diversas realidades de la Iglesia inviten a otros a entrar en las iglesias, donde encontrarán sacerdotes disponibles».

Sana las heridas del corazón

En España, la archidiócesis de Madrid cuenta ya con varios templos de Adoración Permanente, además de algunas horas diarias en la catedral, y también se une a «esta iniciativa que pretende revalorizar el sacramento de la Penitencia y practicarlo especialmente en este tiempo de Cuaresma, que nos exhorta a la conversión y a las obras de santidad», señala el Arzobispado en una Nota. Por ello, el cardenal Rouco Varela ha invitado a las parroquias y lugares de culto de la archidiócesis a «que puedan favorecer esta acción pastoral para que se unan a las intenciones del Santo Padre y pidan al Señor la renovación espiritual de toda la Iglesia». Las 24 horas de Adoración eucarística, en Madrid, tienen lugar en las parroquias Encarnación del Señor y Beata María Ana Mogas, la iglesia Cachito de Cielo y el Templo de San Martín.

En Santiago de Compostela, permanecerán abiertas durante veinticuatro horas varias iglesias, y monseñor Julián Barrio ha invitado a «redescubrir con alegría y confianza» el sacramento del Perdón. En Granada, el templo elegido es la catedral diocesana, en la que monseñor Javier Martínez ha manifestado que «estaremos ahí unidos pidiéndole al Señor por nuestra conversión y por el acercamiento a Dios de los que están lejos». En Valladolid, se ha establecido el Santuario Nacional de la Gran Promesa y el Templo de las Religiosas Esclavas, como lugares diocesanos para estas 24 horas para el Señor. En las diócesis de Murcia y de Ibiza, así como en otras diócesis españolas se ofrecerá el sacramento de la Confesión junto a diversos momentos de oración comunitaria. En Santander, monseñor Vicente Jiménez Zamora ha pedido a todos los sacerdotes secundar esta iniciativa, según las posibilidades de cada parroquia.

En Burgos, la parroquia de san José Obrero acogerá estas veinticuatro horas de gracia, algo que, según monseñor Gil Hellín, concreta «lo que el Papa Francisco repite insistentemente: que no nos cansemos de pedir perdón, porque Dios no se cansa de perdonar. Nos aguarda un Padre bueno que se siente feliz de perdonarnos. La confesión sana las heridas del corazón, nos cura, nos devuelve la paz con Dios, con la Iglesia, con nosotros mismos y con los que nos rodean».