César Rollán Sánchez, vecino de Fuencarral - El Pardo (Madrid): «Solo intento ser coherente entre lo que digo y lo que hago» - Alfa y Omega

César Rollán Sánchez, vecino de Fuencarral - El Pardo (Madrid): «Solo intento ser coherente entre lo que digo y lo que hago»

Es de Valladolid (1970) pero vive en la capital desde 1995. En 2001 crea, junto a su mujer, Cristina, el proyecto Eclesalia. Tienen cinco hijos. Forman parte de una comunidad eclesial de base y viven su fe desde la más absoluta naturalidad. Ha perdido en dos ocasiones su trabajo de maestro por coherencia con sus principios. Ahora es profesor de Lengua y Filosofía en la Escuela Ideo, de la que es miembro fundador

Santiago Riesco Pérez
Foto: Santiago Riesco Pérez

¿Qué es Eclesalia?
Trata de ser un servicio informativo que apuesta por una Iglesia con Dios al fondo, Cristo en medio, nunca excluyente y siempre fraterna. Funciona por internet, con suscripción gratuita. Ahora mismo estaremos llegando a unas 7.000 cuentas.

¿Cómo surge esta iniciativa?
El antecedente son las comunidades Encomún, que son comunidades eclesiales de base en las que había comisiones. Una de ellas era la eclesial, y coincidió con los comienzos de internet. Enviábamos por correo electrónico una especie de resumen de prensa y de ahí nació Eclesalia.

Después de formar parte del nacimiento de un proyecto educativo como Escuela Ideo, ¿qué trabajo desempeña en la actualidad?
Ahora mismo soy profesor de Lengua y de Filosofía. Tenemos una fundación, y ahí estoy como patrono. Cristina es vocal en la Cooperativa, que es una especie de AMPA. Y al tener a los cinco hijos en el cole, te hace comprender todas las etapas.

Funciona en un monasterio.
Este año hemos entrado en el edificio del antiguo monasterio de las Trinitarias y lo estamos adaptando. En lo educativo, hay una apuesta por la inclusión, por el trabajo a través de proyectos, por fomentar la creatividad y la evaluación continua para que los exámenes no sean definitivos. La implicación de familias y educadores es importante. Se intenta escuchar a todos.

¿También a Dios? ¿Qué lugar ocupa en el proyecto educativo?
Había una propuesta que se denominaba Culturas. Una asignatura que trataba de buscar el aprendizaje del hecho religioso desde el punto de vista cultural, la educación en valores y la reflexión desde la filosofía para entender el agnosticismo, el ateísmo… Han cambiado la ley y ahora estamos en un proceso para ver cómo integramos esa reflexión. El colegio no es confesionalmente católico, pero sí consideramos la competencia espiritual. Está latente aunque no esté registrada.

Pero ustedes siguen siendo parte activa de la Iglesia católica.
Estamos en una comunidad eclesial de base formada por once adultos. Tratamos de reunirnos cada semana. Primero tenemos la media hora en la que cada uno cuenta cómo está. Luego hay reuniones de oración, se celebran los cumpleaños, y también hay reuniones para debatir. Otra dinámica es la de Hechos al revés o Hechos de vida. Tú cuentas algo que te ha sucedido y tratas de darle una perspectiva cristiana. Y al revés: uno elige un texto bíblico y ve en qué momento ha estado así. También tenemos el Monasterio invisible, donde se presentan oraciones breves para rezar en casa todos lo mismo, cada día, sin necesidad de reunirnos a diario.

¿Y los niños?
Los peques van a catequesis con gente de la parroquia de Valdeluz. Los cuatro mayores están en el grupo scout católico Valverde, que tiene la sede en la parroquia de San Miguel, en Fuencarral. Y Eclesalia lo tomamos como una forma de ser Iglesia.

Por lo visto los santos se comunican mucho y bien con Dios ¿Cómo es su relación con Él?
Dios es una experiencia constante en mi vida; es amor y, por tanto, está en el amor. Siento que estoy siempre dispuesto a querer, y me siento querido. Espero, como el santo Pedro Casaldáliga, que «al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres».

¿Se considera un santo?
Habría que definir la palabra santo para aclarar su significado y ver si queremos decir lo mismo, pero así, en principio, entiendo que la declaración de santidad o no, no la debo hacer yo. Solo espero ser para mis hijas y mis hijos, una persona significativa en su vida, por ser coherente entre lo que digo y lo que hago. Siempre que sea para bien.