Acoger no es lo mismo que dar la razón - Alfa y Omega

Acoger no es lo mismo que dar la razón

¿Cómo acoger a unos padres no casados y alejados de la Iglesia que piden el Bautismo para su hija? Ésta es una de las problemáticas que abordará el Sínodo de los Obispos sobre la familia. La parroquia madrileña del Buen Suceso ha sido el escenario de la siguiente historia:

Jaime Noguera Tejedor
El 11 de enero, el Papa bautizó en la Capilla Sixtina a Giulia, hija de padres casados civilmente

«Es que nunca me habían tratado así de bien, con tanto cariño».

La mujer lloraba. Lloraba mucho. Sonreía detrás de sus gafas de colores. Incluso su chico, que todavía no es su marido, pero sí el padre de la niña, piensa ahora que «la Iglesia no es lo que parece…».

La niña tiene tres años. Después de tiempo, largo, alejada de los sacramentos, alejada de la Iglesia, su madre se acercó por una parroquia que les habían sugerido y que no estaba muy lejos de su casa. Algo había en ella que le indicaba el camino correcto: Lola está escolarizada en un colegio católico concertado. Las monjas no habían influido directamente en el bautizo de la niña; sí sutilmente. La abuela llevaba tres años intentándolo con menos sutileza… El Espíritu conoce sus caminos.

El día que nos conocimos, en la primera sesión de catequesis, la actitud de Elena era reservada, expectante, algo a la defensiva. Se acercó a pedir fecha para el bautizo, y se encontró con condiciones: sesiones de catequesis y revisión de la ceremonia con el celebrante. O sea, que no era inmediato. ¿Pero no era tan urgente bautizar a la niña…?

Esa primera sesión complicó las cosas un poco más, pues, dada la situación de los padres -no casados, alejados de la Iglesia-, se imponía trabajar un poquito más. Y pedir que el padre también asistiera a las sesiones de trabajo. Y revisar quiénes iban a ser los padrinos. Una cosa hubo buena: se habían sentido rechazados en otros sitios y aquí los acogíamos.

Pero una cosa es acoger, y otra dar la razón. La segunda sesión fue para nota; se mostró toda la agresividad de la pareja contra todo: contra los curas, contra la Iglesia, contra la sociedad… Todos los tópicos imaginables salieron a relucir en la conversación. Y no encontraron respuestas igualmente agresivas, sino refutación o alternativa, uno por uno, para cada argumento. Respeto y afecto. La Iglesia es madre y como tal quiere y acoge. La Iglesia es madre porque es esposa. Dos cosas que siguen resonando en la cabeza de Elena.

En la tercera sesión ya pudimos abordar la catequesis prebautismal -para los padres, claro- propiamente dicha. Lo que más les descolocó, por decirlo en pocas palabras, fue comprender que iban a convivir con una santa durante algunos años. Lola es incapaz del mal, aunque un poco trasto, y estaría en gracia de Dios en cuanto recibiese el Bautismo: es decir, santa. ¿Qué se hace y cómo se vive con un santo? La educación como cristiana de la niña no era sólo cosa del colegio. Los padres ponen cierto contexto, pero deben dar ejemplo, estar dispuestos a hablar y abordar los temas del día a día como cristianos; los padres deben saber reconocer y valorar el compromiso de sus hijos… Los padres y los padrinos son los responsables de que la fe crezca después del Bautismo. Es la única manera de evitar que la Primera Comunión se convierta en una celebración pagana con lista de regalos en unos grandes almacenes.

Todavía llorando, con su chico al lado, callado, con paz; todavía dando las gracias, pidió consejo para regularizar su situación matrimonial. La cosa tiene trabajo, porque el matrimonio no es la pena para ningún tipo de delito. Va por buen camino. La Iglesia, esposa y madre, los cuida, los quiere, los ayuda. Como a cualquiera de sus hijos.

Más entre los santos

Hace años me convocó un gran amigo mío para pedirme que me encargase de un grupo de confirmación. Yo le contesté que no, le dije que ya estaba jubilado de esas cosas, que cogiera a algún jovencito… No me dejó terminar. «Mira, tengo dos guardias civiles, una médico, un ingeniero, un chaval acabando Caminos, un economista… Para eso hace falta un trainer, ¿no?» A ver si aprendes a escuchar, me dije. Y me hizo uno de los mejores regalos que me hayan hecho nunca.

Con sorpresa incluida: dos de los catecúmenos no estaban bautizados y querían entrar en la Iglesia. ¿Y ahora qué hago? Ése era el problema: porque yo no tenía que hacer nada, era Él el que lo haría. Todo lo más, pedirle antes de cada sesión de catequesis que me utilizase.

Crees que lo has visto casi todo y ves que profesionales que pisan fuerte en el mundo actual te dicen que no saben cómo han podido perderse todo esto durante tantos años…

Siento que hay un hilo que ha llevado mi vida a lo largo de los años y que se manifestó con algo más de claridad el día que mi amigo, el párroco del Buen Suceso, me habló del diaconado permanente. Pedí permiso a mi mujer y en eso ando: trabajo, estudio, catequesis, compromiso pastoral, y Cristo siempre delante.