«Habrá que repartir mejor el trabajo» - Alfa y Omega

«Habrá que repartir mejor el trabajo»

María Martínez López
Un robot sirve la comida a un grupo de personas, en un restaurante de Hefei, provincia de Anhui (China). Foto: REUTERS/Stringe

El encuentro del Vaticano sobre robótica no ha sido un caso único en el ámbito de la Iglesia; en los últimos meses, entidades como el Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa y la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) han reflexionado sobre las implicaciones sociales de las nuevas tecnologías. La COMECE en concreto publicó el informe Dando forma al futuro del trabajo, en el que pedía que «se trabaje en una visión común para asegurar que todos se beneficien de estos cambios».

Gonzalo Ruiz, presidente de la HOAC, propone para ello aprender del pasado: «Hubo un tiempo en que se trabajaban diez o doce horas diarias. De ahí se pasó a las ocho actuales. Ahora, en un contexto en el que se prevé que sea necesario menos empleo remunerado, habrá que repartirlo de forma que trabajemos menos horas para trabajar todos». Eso sí, evitando que esto se produzca por la vía de la precariedad, como actualmente: «No tendría por qué implicar un menor salario, si las ganancias se reparten de forma más equitativa».

En este contexto, resurge el debate sobre la renta básica. «Si realmente no hay empleo para todos, el Estado tendrá que aportar para que todos vivan dignamente», afirma Ruiz. Pero tanto él como Jesús Avezuela, director de la Fundación Pablo VI, rechazan que se asuma sin más que una parte importante de la sociedad no va a trabajar, por mucho que tenga sus necesidades cubiertas. «El trabajo no solo es una fuente de ingresos, sino una parte integral y necesaria de la identidad personal –subraya el segundo–. Ayuda a las personas a encontrar su lugar en la sociedad para dignificarse y para fomentar su desarrollo personal». De hecho, el presidente de la HOAC destaca que «cuando hablamos con parados crónicos no quieren un subsidio, sino trabajar».

Por eso, en su opinión, plantear una prestación similar a la renta básica «no debe significar que se dé dinero a las personas sin ninguna contraprestación de su parte». Pueden, por ejemplo, participar en procesos de capacitación para acceder a nuevos perfiles laborales: bien en el ámbito tecnológico, o en «nichos de empleo que, si se exploran y se ponen en marcha, podrían generar muchos puestos de trabajo. Pienso en el campo de los cuidados, o en la conservación del medio ambiente». También recuerda que «no es lo mismo empleo que trabajo», y que algunas personas sin empleo y que reciben algún tipo de renta podrían dedicarse al voluntariado o a labores creativas.

Pero ello debe ir siempre –insiste Ruiz– ligado a un reparto más equitativo de la riqueza. Por ello, para Avezuela, más importante que la renta básica es «evitar la polarización» de la sociedad entre personas con empleos de calidad y buenos ingresos y otras sin empleo o con uno precario. Invita para ello a mirar a «países como Suecia, donde hay un patrón sistemático de mejora» en el que se busca que ninguna retribución supere más de un número de veces a otra.

Impuestos a los robots

Una forma de financiar las nuevas coberturas sociales que pueden hacer falta en el nuevo mercado laboral y que se está debatiendo en varios ámbitos (incluida la Unión Europea) podrían ser los impuestos a los robots. El físico y divulgador José Ignacio Latorre, autor de Ética para máquinas, explica que se podría incluso conceder algún tipo de personalidad jurídica a ciertas máquinas inteligentes, que cobraran un sueldo para su propio mantenimiento y pagaran impuestos. «Sería una forma de canalizar hacia el sistema de bienestar el ahorro que supone para las empresas la inteligencia artificial».

Este experto apunta a otro cambio social que ve muy necesario: repensar la educación. «Hay una obsesión por que educar es enseñar un oficio. ¡Si van a cambiar todos! Hay que apostar por educar en el razonamiento y la reflexión, en las grandes disciplinas e ideas».