He apostado por la libertad - Alfa y Omega

Las memorias de un cardenal siempre tienen una especie de morbo porque muchos se preguntan si serán una especie de biografía intelectual que apenas deja traslucir aspectos de su vida privada, o si su autor contará sus más sinceras impresiones. En este sentido, He apostado por la libertad (editorial Encuentro), la obra en la que el cardenal Angelo Scola es entrevistado por el periodista Luigi Geninazzi, no decepciona. Por un lado, muestra el bagaje de intelectual católico de su autor, puesto de manifiesto en su labor de rector de la Universidad Lateranense y al frente de las sedes de Venecia y Milán, pero también da prioridad a la labor pastoral, al testimonio personal, a las opiniones sobre personas y acontecimientos, expuestas con franqueza y caridad fraterna.

Scola huye de las etiquetas que algunos medios quieren colgarle. En el cónclave de 2013 hay quien dio por hecho de que el sucesor de Benedicto XVI sería él, y al no confirmarse esta noticia, se encasilló al entonces arzobispo de Milán en las filas de los nostálgicos de los pontificados anteriores, alguien alejado del estilo de la cultura del encuentro de Francisco.

Al leer este libro se puede llegar a la conclusión de que esa concepción del cristianismo entendido como un moralismo ritualista, y que desemboca en ese pelagianismo tan criticado por el Papa actual, está tocando fondo en la Iglesia, aunque hay quien insista en no querer enterarse. Por el contrario, los últimos Pontífices, y en particular Benedicto XVI, han subrayado que el cristianismo es, ante todo, un encuentro con una Persona, Cristo, que cambia la propia vida y lleva a hacerse testigo de ese encuentro con los demás. Dicho encuentro es, en consecuencia, una opción de libertad. Una apuesta por la libertad, tal y como expresa el título de esta obra. Es nada más, y nada menos, que un deseo de encarnar la fe en la propia vida, una actitud que siempre despertará perplejidad entre quienes quieren vivirla dentro de los limitados barrotes de su propia existencia.

La vida de Angelo Scola es la demostración de que no se pueden separar la fe y la cultura. Sería empequeñecer al cristianismo. Quienes separan ambas, terminan por asumir un cristianismo desencarnado o espiritualista, o lo reducen a una especie de religión civil privada de trascendencia. En la trayectoria vital del cardenal Scola se cumplen estas palabras de san Juan Pablo II: «Una fe que no se hace cultura no es madura, y sobre todo no se comunica».

He apostado por la libertad
Autor:

Angelo Scola y Luigi Geninazzi

Editorial:

Encuentro