La Europa del abad de Saint Pierre - Alfa y Omega

Charles-Irenée-Castel de Saint Pierre (1658-1743), nacido en el Cotentin, entró en las órdenes menores, pero no recibió el sacerdocio. En París hizo carrera, y la Academia Francesa le abrió las puertas en 1695. Secretario del abad de Polignac, enviado de Francia al Congreso de la Paz de Utrecht (1712), pudo ver de cerca la práctica de los Tratados y sus defectos. Expulsado de la Academia por haber criticado a Luis XIV, fundó el Club del Entresuelo, una sociedad de debates. Dicen que su última palabra antes de morir fue: Esperanza.

La primera parte del famoso Proyecto de Paz Perpetua apareció en Colonia en 1712; dos años después, salieron dos volúmenes en Utrecht, y un tercero en1719, dedicado precisamente a Luis XIV. Él reducía todas sus reflexiones a la constatación de que la constitución presente de Europa no podría producir nunca más que guerras casi continuas, porque nunca podría procurar la seguridad suficiente de la ejecución de los Tratados, y de que sólo el equilibrio de poder entre la Casa de Francia y la Casa de Austria no podría procurar esa seguridad ni contra las guerras extranjeras ni contra las guerras civiles, ni para la conservación de los Estados ni para la conservación del comercio.

Saint Pierre estudió la Constitución política plural de Holanda, la de Suiza y la de Alemania sobre todo, como modelo para una futura Unión Europea, o Cuerpo Europeo, y estudió las Memorias del duque de Sully, ministro de Enrique IV, a quien Sully atribuyó el Gran Designio, una especie de Confederación de Estados europeos, bajo la guardia de un Consejo de Europa (Senado), compuesto de seis Consejos provinciales y un Consejo General.

El abad de Saint Pierre propondrá «una Unión permanente y perpetua entre los soberanos», a fin de «hacer inalterable la paz» en Europa, para lo que firmará tratados con los soberanos mahometanos, sus vecinos, con todas las seguridades recíprocas posibles. Los veinticuatro soberanos europeos estarán representados por sus diputados en un Senado, situado en una ciudad libre, cada uno con un voto. Ninguno de ellos tomará las armas a no ser contra quien haya sido declarado enemigo de la sociedad europea. Los diputados redactarán un código de Comercio, y la Unión establecerá en diferentes ciudades Cámaras judiciales para dirimir los grandes pleitos entre los súbditos de los diversos soberanos. Los gastos comunes serán proporcionados a los ingresos y riquezas de cada país. Sólo por el consentimiento unánime de sus miembros podrían cambiarse los primeros artículos de la Unión.

¿Ficción, utopía, paz impracticable, sueño de un hombre de bien? Todo eso dijeron de él Leibniz, Voltaire, Dubois… Doscientos años más tarde se inauguraba en Ginebra la Sociedad de las Naciones. Y no mucho después, el Congreso de la Haya abría el camino, por medio del Consejo de Europa, a la actual Unión Europea.

El proyecto del abad de Saint Pierre dio origen a una serie de obras más o menos análogas a lo largo del siglo XVIII: Alberoni, Toze, Leczinsky, Goudar, Lilienfeld, Delaunay… Ninguno tan famoso como el suyo.