«Hombre, ya no te reconozco» - Alfa y Omega

«Hombre, ya no te reconozco»

De pie, ante la llama que recuerda a las víctimas del Holocausto, con una tristeza profunda reflejada en el rostro, el Papa Francisco se imaginó a Dios preguntando al hombre en qué se había convertido -¿cómo has sido capaz de este horror?-, y pidió al Señor misericordia. «Sálvanos de esta monstruosidad». Así fue la visita del Papa a Yad Vashem, el pasado lunes 26 de mayo, durante su viaje a Tierra Santa

Rosa Cuervas-Mons
El Papa reza ante la llama en memoria de las víctimas del Holocausto, en Yad

Sonia Tunik-Geron -superviviente del gueto-, Avraham Harshalom -deportado a Auschwitz-Birkenau en 1943-, Eliezer (Lolek) Grynfeld -escapó a una marcha de la muerte del campo de concentración de Sachsenhausen-, Java (Eva) Schik -superviviente del asesinato de 1.000 judíos a orillas del Danubio en 1941-, Joseph Gottdenker -salvado de la deportación por un matrimonio polaco- y Moshé Ha-Elion -superviviente de Auschwitz, Mauthausen, Malchow y Ebensee-. Seis hombres y mujeres del Holocausto. Seis testigos vivientes del horror que se recuerda en Yad Vashem, el monumento vivo del pueblo judío, hecho para salvaguardar la memoria del pasado e impartir su significado para el futuro. Allí, ante ellos, y en memoria de las muchas almas que no sobrevivieron al horror nazi, oró el lunes el Papa Francisco, durante su visita a Tierra Santa:

«Adán, ¿dónde estás? (cf. Gn 3, 9).

¿Dónde estás, hombre? ¿Dónde te has metido?

En este lugar, memorial de la Shoah, resuena esta pregunta de Dios: Adán, ¿dónde estás?

Esta pregunta contiene todo el dolor del Padre que ha perdido a su hijo.

El Padre conocía el riesgo de la libertad; sabía que el hijo podría perderse…, pero quizás ni siquiera el Padre podía imaginar una caída como ésta, un abismo tan grande.

Ese grito: ¿Dónde estás?, aquí, ante la tragedia inconmensurable del Holocausto, resuena como una voz que se pierde en un abismo sin fondo…

Hombre, ¿quién eres? Ya no te reconozco.

¿Quién eres, hombre? ¿En qué te has convertido?

¿Cómo has sido capaz de este horror?

¿Qué te ha hecho caer tan bajo?

No ha sido el polvo de la tierra, del que estás hecho. El polvo de la tierra es bueno, obra de mis manos.

No ha sido el aliento de vida que soplé en tu nariz. Ese soplo viene de mí; es muy bueno (cf. Gn 2, 7).

No, este abismo no puede ser sólo obra tuya, de tus manos, de tu corazón… ¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado?

¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal?

¿Quién te ha convencido de que eres dios? No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que te los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios.

Hoy volvemos a escuchar aquí la voz de Dios: Adán, ¿dónde estás?

De la tierra se levanta un tímido gemido: Ten piedad de nosotros, Señor.

A ti, Señor Dios nuestro, la justicia; nosotros llevamos la deshonra en el rostro, la vergüenza (cf. Ba 1, 15).

Se nos ha venido encima un mal como jamás sucedió bajo el cielo (cf. Ba 2, 2). Señor, escucha nuestra oración, escucha nuestra súplica, sálvanos por tu misericordia. Sálvanos de esta monstruosidad.

Señor omnipotente, un alma afligida clama a Ti. Escucha, Señor, ten piedad.

Hemos pecado contra Ti. Tú reinas por siempre (cf. Ba 3, 1-2).

Acuérdate de nosotros en tu misericordia. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que Tú modelaste del barro, que Tú vivificaste con tu aliento de vida.

¡Nunca más, Señor, nunca más!

Adán, ¿dónde estás? Aquí estoy, Señor, con la vergüenza de lo que el hombre, creado a tu imagen y semejanza, ha sido capaz de hacer.

Acuérdate de nosotros en tu misericordia».

Después de esta oración, proclamada en presencia del Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, y del Presidente israelí, Simon Peres, el Papa escribió en el libro de visitas de Yad Vashem y, de nuevo, mostró su vergüenza por los pecados del hombre. «¡Nunca más! ¡Nunca más!».