El Papa a sacerdotes de Roma: llevo el dolor de los escándalos que están en todos los diarios del mundo - Alfa y Omega

El Papa a sacerdotes de Roma: llevo el dolor de los escándalos que están en todos los diarios del mundo

En San Juan de Letrán, el tradicional encuentro con el clero de «su» diócesis al inicio de la Cuaresma: «No nos desanimemos, Dios está purificando a la Iglesia esposa suya, sorprendida en flagrante adulterio y nos salva de la hipocresía»

Vatican Insider
El Papa se reúne con los sacerdotes de Roma en San Juan de Letrán; a su lado el cardenal De Donatis. Foto Vatican Insider

«Siento deber compartir con ustedes el dolor y la pena insoportable que causa en todo el cuerpo eclesial la ola de los escándalos de los que los periódicos del mundo entero están llenos». «No nos desanimemos, el Señor está purificando a su Esposa» y «nos está salvando de la hipocresía». Palabras dolidas fueron las que pronunció el Papa ante los sacerdotes de la diócesis de Roma, reunidos todos hoy por la mañana en la Basílica de San Juan de Letrán, para el tradicional encuentro a principios de la Cuaresma.

Un diálogo sincero, a puerta cerrada y sobre muchísimas cuestiones, durante el cual Bergoglio, al lado del vicario Angelo De Donatis, no respondió a preguntas, como sucedió en los anteriores encuentros, sino que habló durante alrededor de media hora siguiendo un discurso que había preparado y al cual iba intercalando frases improvisadas para darse a entender mejor. Antes el Pontífice confesó personalmente a varios sacerdotes.

Después decidió confesar ante los «curas de su Diócesis» su estado de ánimo, apesadumbrado por los recientes escándalos y abusos, que volvieron a encenderse con la condena del cardenal australiano George Pell y con la del arzobispo de Lyon, de hace algunas horas, el cardenal Philippe Barbarin, sin olvidar los casos que se han verificado en Chile, Estados Unidos y diferentes países europeos.

«Es evidente que el verdadero significado de lo que está sucediendo lo debemos buscar en el espíritu del mal, en el enemigo que actúa con la pretensión de ser dueño del mundo», dijo el Papa según lo que refirieron a Vatican Insider algunos sacerdotes que estuvieron en la Basílica. «Sin embargo, no nos desanimemos, el Señor está purificando a su Esposa, nos está convirtiendo a todos a sí, está haciendo que experimentemos la prueba para que comprendamos que sin Él somos polvo, nos está salvando de la hipocresía, de la espiritualidad de las apariencias. Él está soplando su Espíritu para volver a dar belleza a su Esposa, sorprendida en flagrante adulterio».

«El pecado nos corrompe y experimentamos con dolor la humillante experiencia cuando nosotros mismos o uno de nuestros hermanos sacerdotes u obispos cae en el abismo sin fondo del vicio, de la corrupción o, peor aún, del crimen que destruye la vida de los demás», afirmó Francisco.

También expresó, sin embargo, confianza por el futuro, sobre todo al comenzar esta Cuaresma, que es «un tiempo de gracia, porque volvemos a poner a Dios en el centro». «Somos un pueblo de miserables que hemos sido enriquecidos por la pobreza de Dios. Pero sin Dios no podemos hacer nada. Es Él el centro», afirmó. A Él debemos dirigirnos «cara a cara» recomendó el Papa. Porque «Dios conoce nuestra desnudez vergonzosa». Bergoglio contó que quedó fuertemente sacudido cuando vio la copia original del ícono de la Odigitría de Bari, durante su visita de junio de 2018. Jesús «no estaba vestido como ahora con la ropa oriental que ponen en los iconos… La Virgen tenía al niño desnudo, me gustó tanto que pedí que me lo dieran. El obispo de Bari me lo regaló (una copia, N. d. R.). Lo puse ahí, enfrente de mi puerta. Me gusta, por la mañana cuando me levanto, cuando paso por delante, decirle a la Virgen que defienda mi desnudez: “Madre, tú conoces mis desnudeces”».

«Esta —subrayó el Pontífice— es una cosa grande: pedir al Señor que custodie mi desnudez. Él las conoce todas. Dios conoce nuestra desnudez vergonzosa, pero no se cansa de servirse de nosotros para ofrecer a los hombres la reconciliación. Somos pecadores paupérrimos, pero Dios nos toma para interceder por nuestros hermanos y para distribuir, mediante nuestras manos para nada inocentes, la salvación que regenera».

A los curas de Roma, el Papa pidió que mantengan «un diálogo maduro con el Señor» y que se preocupen del propio «pueblo» evitando personalismos como esa «tendencia de decir: es mi gente, mi pueblo. Sí, es tu pueblo, pero “vicariamente”, por decirlo así», explicó el Papa. «El pueblo no es nuestro, sino que pertenece a Dios».

La carga de los problemas de la gente la lleva el pastor: «Cuando vemos que el pueblo que seguimos (la parroquia o donde sea) se ha alejado», debemos ir a hablar con Dios y dirigirnos como Moisés, que dijo: «Si les perdonaras sus pecados… de lo contrario bórrame del libro que has escrito». Esta, afirmó el Pontífice, «es una de las cosas más bellas del sacerdote», que «va por delante para dar la cara por su pueblo».

«“Tú debes perdonar”. “No, pero…”. “Entonces, me voy, bórrame”. Se necesitan pantalones para hablar de esta manera con Dios, no como pusilánimes, como hombres. Porque esto significa que estoy consciente del lugar que tengo en la Iglesia, que no soy un administrador para sacar adelante algo ordinariamente, sino que yo creo, tengo fe. Esto significa», aclaró el Papa.

Y «qué feo es», añadió, «cuando un sacerdote va a ver al obispo para quejarse de su gente: “Ah, no se puede, esta gente no entiende nada, es así, es asá…”. Le faltan muchas cosas a ese sacerdote».

Probablemente le falta la oración. «Cuando el obispo o u padre espiritual le pregunta al sacerdote si reza: “Sí, sí, sí. Yo con la “suegra”, o sea con el breviario, me las arreglo. Las laudes, luego vemos”. ¡No, no! Si tú rezas, tú das la cara por tu pueblo, por Dios. Ve a luchar con Dios por tu pueblo. Esto es rezar, no hacer las prescripciones. Tú estás ahí frente a Dios», dijo el Obispo de Roma.

Al final del encuentro, indicó al clero el camino para los próximos siete años, hasta el Jubileo de 2025, marcado por las reflexiones del libro del Éxodo, elegido como «paradigma para pasar de no-pueblo a pueblo». Como es ya costumbre, le regaló a los presentes un libro y animó la iniciativa de la Caritas diocesana titulada “Así como en el cielo, en la calle”, una semana dedicada a la caridad para los pobres y personas sin hogar que se llevará a cabo del 31 de marzo al 6 de abril.

Salvatore Cernuzio / Vatican Insider