Cien años honrando el Dogma de la Inmaculada - Alfa y Omega

Cien años honrando el Dogma de la Inmaculada

Tiempo antes de su proclamación como dogma de fe por el Papa Pío IX, en el año 1854, la fiesta de la Inmaculada venía celebrándose con solemnidad en España desde el siglo XI. De hecho, algunos reyes españoles se destacaron en la defensa del dogma de la Inmaculada, y en reconocimiento de estos méritos, Pío IX quiso dedicar una columna a la Inmaculada en la plaza de España de Roma. El 11 de mayo de 1914, el rey Alfonso XIII y su esposa, la reina Victoria Eugenia, inauguraron un nuevo templo dedicado a la Concepción Inmaculada de Nuestra Señora, en el barrio de Salamanca de Madrid. Este año, en plena celebración de su centenario, la Santa Sede le ha concedido el título de basílica menor. Y este domingo, 11 de mayo, a las 13 horas, presidirá en él la Eucaristía de acción de gracias el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela

Eva Fernández
Vista de la ya basílica de la Concepción de Nuestra Señora, con su esbelta torre, en la madrileña calle de Goya

A ningún visitante que se acerca a Madrid le habrá pasado inadvertida la torre blanca y majestuosa de uno de los templos más singulares de la capital. En pleno barrio de Salamanca, la parroquia de la Concepción de Nuestra Señora lleva en pie un siglo de vida. El 26 de diciembre de 1902 se colocó la primera piedra de este templo que vino a sustituir a otro provisional, sencillo y de reducidas dimensiones que nació en el año 1869, fruto del empeño de un grupo de fieles madrileños, deseosos de consagrar una iglesia a la Inmaculada Concepción de María. Aquel puñado de entusiastas consiguió hacer realidad su propuesta a pesar de la agitación social que se respiraba en las calles de Madrid en aquel 1869. Destronada Isabel II por la Revolución de Otoño del año anterior, en enero de 1869 se estrenó el sufragio universal y entre los debates más encendidos de cara al proyecto de una nueva Constitución se encontraba la cuestión religiosa, que trajo de la mano la libertad de cultos y la separación entre la Iglesia y el Estado. En medio de este clima, el Marques de Salamanca -que fue el artífice del primer barrio madrileño que siguió las tendencias constructivas de otras capitales europeas-, hizo suyo el deseo de este grupo de fieles, más aún cuando el barrio no contaba con ninguna iglesia. En sólo tres meses, toda una proeza para la época, se logró construir esa primera iglesia que, en sólo 30 años, se demostró insuficiente para poder atender a un barrio que se encontraba en plena expansión. Se decidió entonces construir un segundo templo, y el encargado de diseñar el nuevo proyecto fue el arquitecto Eugenio Jiménez Correa, a cuya muerte le sustituyó Jesús Carrasco. El edificio fue construido en un estilo neogótico, que era el que imperaba en el momento, sobre una planta longitudinal de tres naves. Lo que más llama la atención del conjunto es la gran torre de 44 metros de altura, coronada por una gran aguja de hierro sobre la que se colocó una imagen de la Inmaculada de más de 5.000 kilos. La necesidad de conseguir medios económicos para poder finalizar la obra hizo que se proyectara la construcción de una cripta subterránea, que requirió vaciar las naves ya edificadas más de tres metros. Hoy en día esta cripta puede visitarse únicamente los días 1 y 2 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos y conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. En ella están enterrados, entre muchos otros, la escritora Emilia Pardo Bazán y parte de ese grupo de pioneros que financiaron el templo. Una vez finalizadas las obras, el 11 de mayo de 1914, el rey Alfonso XIII y su esposa, la reina Victoria Eugenia, inauguraron una nueva iglesia que a lo largo de los últimos cien años se ha dedicado a honrar a la Virgen y a cuidar de sus pobres.

Con la vista puesta en los más pobres

Aquellos primeros fieles que llevaron adelante el primer edificio quisieron que, junto al templo, se construyera un colegio para niñas pobres del barrio. Desde entonces, esta parroquia ha trabajado en numerosos proyectos de ayuda a los más necesitados, y de cara al centenario, va a donar al centro de Cáritas JMJ 2011, que inauguró el cardenal arzobispo de Madrid el pasado 18 de marzo, el mismo importe de dinero que ha costado restaurar el templo.

Junto al valor espiritual que atesoran cien años al servicio de los madrileños, se encuentra su singularidad como edificio. Su calidad artística y cultural es única y, por ese motivo, ha sido necesario un importante esfuerzo para mantener su integridad arquitectónica, fortaleciendo la estructura del edificio. También se han limpiado sus vidrieras, que poseen un valor histórico y artístico incalculable. Además, entre los objetivos del centenario, la parroquia, con su párroco don José Aurelio Martín a la cabeza, se ha propuesto realizar una gran acción misionera en el barrio de Salamanca, para hacer llegar a sus habitantes la alegría y la belleza de la fe. Todos los que, a partir del 11 de mayo, se acerquen a Madrid y quieran descubrir lo que el cariño y la devoción a la Inmaculada Concepción de María fue capaz de levantar, podrán disfrutar de varias exposiciones. Una de ellas mostrará valiosas piezas de arte sacro que se hallan en la parroquia: cálices, casullas, custodias, relicarios, cruces y objetos litúrgicos no expuestos habitualmente al público. Se podrá también contemplar una selección de 20 magníficas Biblias, así como una exposición de los mantos de la Virgen del Pilar de Zaragoza.

Todo es poco para un centenario que ha hecho suyas estas palabras de Benedicto XVI: «Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos hacia lo alto».