La amistad es posible (y necesaria para la paz) - Alfa y Omega

La amistad es posible (y necesaria para la paz)

Diez de los 40 países que ha visitado el Papa son de mayoría musulmana

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Foto: AFP/Vincenzo Pinto

En el año del octavo centenario del encuentro entre san Francisco y el sultán, el Papa visita Marruecos, apenas unas semanas después de la firma de una histórica declaración con autoridades musulmanas sobre la paz en los Emiratos Árabes. El mundo necesita urgentemente constructores de puentes, líderes que muestren que la convivencia entre personas de ideas, culturas y religiones diversas no solamente es posible, sino enriquecedora. De que este mensaje cale va a depender en gran medida la paz en el mundo en las próximas décadas, amenazada por los populismos de diverso cuño que explotan en su provecho la incertidumbre que generan las rápidas transformaciones que experimenta la humanidad en todos los ámbitos de la existencia (desde la tecnología a la diversidad racial) y señalan al diferente como culpable de todos los problemas. Su promesa de que es posible reinstaurar el viejo orden de las cosas (si es que alguna vez existió el pasado monolítico por el que algunos suspiran) necesita abrirse paso por medio de la violencia y el desprecio a los derechos humanos de otros. Los muros, concertinas y expulsiones sumarias, a la orden del día en todos los países ricos del planeta, demuestran que el problema no está solo en la agenda radical de ciertos partidos y mandatarios, sino que ha impregnado todo el espectro político.

Pero el diálogo no está exento de aristas. Hay toda una historia de agravios mutuos entre musulmanes y cristianos que es necesario afrontar. Y un presente marcado por la falta de libertad religiosa e incluso por la persecución abierta en muchos países, junto a escándalos como la discriminación de la mujer. Desde la perspectiva musulmana, tampoco es sencillo abordar el pasado colonial, ni el neocolonialismo que padecen diariamente de manera concreta y directa millones de personas.

Hay muchos problemas sobre la mesa, susceptibles de incendiar en cualquier momento la convivencia. Un diálogo que los ignorara no merecería tal nombre. Pero la paz, como suele decir el Papa, es un trabajo de artesanos: se construye con pequeños gestos, generando poco a poco una relación de confianza y amistad. Es exactamente lo que está haciendo Francisco con el islam. Un dato: diez de los 40 países que ha visitado –incluyendo Marruecos– son de mayoría musulmana.