Francisco: lo decisivo no es el tamaño de la Iglesia, sino su testimonio - Alfa y Omega

Francisco: lo decisivo no es el tamaño de la Iglesia, sino su testimonio

El Papa alienta en Marruecos a una Iglesia pequeña en número, pero grande en obras y en testimonios de caridad

Ricardo Benjumea
El Papa, con unos niños, a los que hizo subir al presbiterio al final del encuentro con la Iglesia local

Con la que está cayendo en Roma con la crisis de los abusos –«el pobre Papa está pagando por cosas pasadas»–, la hermana María Luisa Quintana está exultante porque sabe que este domingo ha podido hacer feliz a Francisco. «Aquí está en su salsa, porque lo que a él le gustan son las periferias, y aquí estamos en la periferia de la periferia», dice esta hija de la caridad de Las Palmas de Gran Canaria, que lleva 26 años como misionera en Marruecos.

La hermana Quintana atiende junto a otras dos religiosas españolas el Centro Rural de Servicios Sociales de Témara, con una importante unidad de atención a quemados y proyectos educativos dirigidos a niños y mujeres adultas. El Papa visitó en la mañana de este domingo el centro, como ejemplo del trabajo de una Iglesia samaritana que no puede hacer anuncio explícito del Evangelio, pero ofrece un poderoso testimonio de la caridad.

Situado a una hora escasa de Rabat, la situación económica en Témara es notablemente peor que la de la capital. Los poblados chabolistas son una estampa habitual por estos parajes, donde ni siquiera se ven migrantes. Las hijas de la caridad atienden a la población marroquí más pobre, la que no puede pagarse los hospitales y las medicinas; o a las familias numerosas (una familia tipo tiene aquí 7 u 8 hijos) que necesitan refuerzo escolar para sus hijas. También llevan a cabo programas de alfabetización a mujeres.

El diálogo de la caridad

Esta misión, a cargo de las hijas de la caridad desde 1975, fue el ejemplo escogido para mostrarle al Papa la labor de la Iglesia en Marruecos, de la que forman parte apenas 30.000 personas, todas ellas extranjeras.

Unos 200 misioneros, un alto porcentaje de los que residen en el país, estuvieron presentes en el encuentro con los sacerdotes, religiosos y consagrados celebrado en la catedral de Rabat, junto a una representación de las demás iglesias cristianas, que junto a la católica forman parte del Consejo Ecuménico de las Iglesias.

Ante esta Iglesia minoritaria y extranjera, constituida principalmente de migrantes subsaharianos, Francisco resaltó que Jesús no ha elegido a sus discípulos para que seamos los más numerosos». Lo decisivo no es «el número o la cantidad de espacios que se ocupan», sino «la capacidad que se tiene de generar y suscitar transformación, estupor y compasión», mediante una presencia significativa junto a «aquellos con quienes compartidos lo cotidiano, las alegrías, los dolores, los sufrimientos y las esperanzas». Por el contrario –advirtió– el proselitismo conduce siempre «a un callejón sin salida».

El Pontífice alentó esa «caridad, especialmente hacia los más débiles», como «la mejor oportunidad que tenemos para seguir trabajando en favor de una cultura del encuentro» con «nuestro hermanos y hermanas musulmanes, y con todas las personas de buena voluntad».

Y citando a Benedicto XVI, entre aplausos, enfatizó que «la Iglesia no crece por proselitismo, sino por el testimonio».

«Gracias por vuestro testimonio humilde y discreto», se despidió, citando en particular a «la decana» de los religiosos en Italia, sor Ersilia Mantovani, franciscana italiana de 97 años que acaba de celebrar el 80 aniversario de su consagración.

Saludo al último superviviente de Tibhirine

Un saludo muy especial del Papa hubo también para el trapense nonagenario Jean-Pierre Schumacher, último superviviente de Tibhirine, que tras el martirio de sus hermanos se trasladó a Marruecos junto el hermano Amédée para continuar una presencia orante y samaritana entre musulmanes.

No existen –al menos oficialmente– las conversiones, prohibidas por ley. Gloria Carrilero, superiora de las hijas de la caridad en Témara, cuenta a Alfa y Omega poco antes de la visita del Papa que, cuando alguna joven local le ha pedido rezar con la comunidad, su respuesta ha sido siempre: «No, vosotras lo vuestro; nosotras, lo nuestro».

Pero la diferencia religiosa no impide una relación de «verdadera amistad» y un diálogo de vida, en su caso con los «más pobres de Marruecos», a quienes lleva ya casi consagrados 29 años de su vida.