«No podemos esconder el grave problema de la trata» - Alfa y Omega

«No podemos esconder el grave problema de la trata»

El cardenal Carlos Osoro presenta las orientaciones vaticanas sobre el fenómeno de la trata y da su experiencia personal acompañando a víctimas y a hijos de víctimas de esta lacra, «que es una esclavitud muy seria»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: José Ramón Ladra

«Ha habido tres experiencias que han cambiado mi mirada sobre la trata de personas en los últimos años»: así comenzó el cardenal Carlos Osoro su intervención durante la presentación en España del documento Orientaciones pastorales sobre la trata de seres humanos, publicado hace dos meses por la sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Durante el acto, que tuvo lugar el viernes en la sede de Alfa y Omega, organizado por la Sección de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal, y la Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación del Arzobispado de Madrid, el cardenal Osoro se remontó a 1976, cuando convivía con un grupo de jóvenes con problemas en la Casa de los Muchachos, en Torrelavega (Cantabria). «Recuerdo a un chico cuya madre ejercía la prostitución en Santander –dijo el arzobispo de Madrid–. Él nunca había aceptado a su madre y ni siquiera la quería ver. “Es tu madre y ella te ha traído a este mundo”, le decía yo. Una tarde-noche nos fuimos a un bar en Santander en la zona donde había más prostitución. Su madre estaba en la barra hablando con un señor, y entramos su hijo y yo. Le dije al chico: “Aquí la tienes. Tienes que hablar con ella”. Ella se puso a llorar… Ese día fue un paso importante dentro de la recomposición de la vida de aquella mujer. Poder hacer experimentar al otro que le quieres en lo que está viviendo, sin condiciones, eso es sanador. Y al cabo de una tiempo esa mujer salió adelante».

La segunda experiencia tuvo lugar cuando era ya obispo de Orense: «Detrás del Obispado había un jardín donde se ejercía la prostitución. Una noche me vino una chica joven y la saludé. “¿Cuánto vas a ganar esta noche?”, le pregunté. Saqué la cartera y le di ese dinero, y le dije: “Toma esto y vete ya para casa. Y, si puedes, ven mañana a verme”. Y ella vino. Fue un proceso largo, en el que las oblatas ayudaron a que tuviera un trabajo y saliera de la situación en la que estaba. Al final encontramos una empresa de limpieza. Es una mujer que rehizo su vida, que ha cuidado a sus hijos muy bien».

En la tercera ocasión, Osoro salía de una visita en un hospital y se acercó una chica a quejarse de que en el club donde trabajaba le habían confiscado el pasaporte: «Ella era de Latinoamérica y quería volver a su tierra. Yo le pregunté en qué club estaba y fui para allá y me presenté: “Vengo a buscar a esta chica, y necesita su pasaporte porque se quiere marchar a su país”. Había allí dentro un silencio sepulcral. El hombre se metió para dentro, y luego volvió y me lanzó el pasaporte. Salí con ella de allí y con unas monjas la ayudamos los días siguientes. Le compramos ropa y la ayudamos a volver a su casa», confesó el arzobispo de Madrid.

Abundante, indisimulada y aceptada

Durante la presentación del documento vaticano sobre la trata de personas, el cardenal arzobispo de Madrid insistió en la necesidad de «comprender esta realidad que cada día es más abundante, más indisimulada y más aceptada», denunció. Por eso las orientaciones «nos ayudan a reconocer de verdad lo que hay, y nos dan algunas ideas para prevenir esta realidad. No nos dan los casos resueltos, pero parten de la necesidad de erradicar este fenómeno y de crear una cultura en la que se elimine esta esclavitud, porque al fin y al cabo es una esclavitud muy seria».

En este sentido, denunció que «muchas personas vienen a trabajar a España con normalidad pero caen en manos de personas y organizaciones muy concretas que las están explotando». Por este motivo «hay que abordar las causas», como hace el documento, que pone el foco en «en el egoísmo de la cultura que estamos haciendo, una cultura en la que cada cual busca lo suyo, para vivir mejor a costa de lo que sea; y por eso no miramos a la persona concreta».

Para el cardenal Osoro, «es importante sacar el problema a la luz, no esconderlo ni disimularlo. Y es preciso que se lo hagamos ver a otros. Que no metamos el problema en la oscuridad para no verlo. Tenemos que reconocer la gravedad que supone el hacer esclavos hoy», un fenómeno que «provoca una gran cantidad de víctimas, porque son negocios que se valen de hacer a gente esclava. Mienten a mujeres que vienen a un trabajo distinto, y les quitan la libertad para hacerlas vivir amontonadas, hasta diez en una habitación, y sin salir de ahí. Es tremendo».

El cardenal Osoro visita la exposición Punto y seguimos, en la Almudena. Foto: Adoratrices

Creados para ser felices

Las orientaciones vaticanas constituyen un material de trabajo que la Santa Sede propone a diócesis, parroquias, congregaciones religiosas, escuelas, universidades, organizaciones de Iglesia y otras instituciones de la sociedad civil para comprender este fenómeno, reconocerlo e identificarlo, y responder ante él desde el compromiso con las víctimas. El documento pone el foco en acabar con la prostitución centrándose en la demanda más que en la oferta, y solicita que las víctimas cuenten con protección a la hora de acusar a sus explotadores, además de poder acceder a un trabajo y a una vida digna en el mismo país donde hayan sido identificadas y rescatadas.

«Lo que me sale es dar un canto de alabanza por las personas que trabajan en este campo –reconoció el cardenal Osoro durante la presentación del documento–. Conozco de cerca el trabajo de las adoratrices y de las oblatas. He visto lo que hacen, cómo salen por las noches a estar con estas mujeres. Ahora nosotros tenemos que escribir con nuestra propia vida estas orientaciones, en las situaciones concretas de nuestras ciudades. Tenemos la obligación de desarrollar estas perspectivas, e incluso enriquecerlas. Es un paso muy bueno. Es necesario que la Iglesia diga que este es un problema real, un problema serio. Se nos pide que estemos dispuestos a entregar a otros la versión del ser humano que el Señor nos ha dado para ser felices, sin explotar a nadie».

Una reparación justa

La presentación en Madrid de las Orientaciones pastorales sobre la trata de seres humanos forma parte del esfuerzo de la Iglesia por dar una mayor visibilidad a este problema. Por ello, además de este acto, hasta el 8 de abril la catedral de la Almudena está acogiendo la exposición Punto y seguimos. La vida puede más, una muestra itinerante de fotografías promovida por la Sección de Trata de la Conferencia Episcopal para sensibilizar acerca del drama vivido por estas personas, y dar a conocer la labor de diversas instituciones de Iglesia implicadas en este ámbito. La muestra recoge tanto imágenes como frases de personas que han sido víctimas de este fenómeno de explotación.

En esta misma línea de visibilización, la sede de la Comisión y Parlamento Europeo en Madrid acogió el martes la jornada Acceso a la justicia y a la compensación a víctimas de trata, organizada por las religiosas adoratrices en el marco del proyecto Justice at Last, financiado por la Unión Europea en apoyo de diferentes ONG de un total de diez países europeos.

El proyecto está orientado a ofrecer claves para garantizar a las víctimas el acceso efectivo a la indemnización, el resarcimiento y la reparación, algo que –según denuncian las religiosas adoratrices– no se está produciendo: en la actualidad, solo dos de cada tres víctimas que reclaman una indemnización obtienen su reconocimiento a través de una sentencia, y tan solo una cuarta parte de ellas consigue cobrar una indemnización.