«Ningún ser humano vive olvidado» - Alfa y Omega

«Ningún ser humano vive olvidado»

La Semana Santa ha llevado al cardenal Osoro desde la cárcel de Soto del Real hasta Valladolid

Redacción
El cardenal Osoro bautiza a una chica, durante la Vigilia Pascual. Foto: Archimadrid/Ignacio Arregui

Jesucristo «rompe todos los esquemas». Estas palabras del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, el Jueves Santo durante la Santa Misa de la Cena del Señor, se pueden aplicar a toda la Pasión, Muerte y Resurrección. Y, con distintos acentos y matices, el cardenal arzobispo fue ilustrando la novedad radical de un Dios que se abaja y se hace hombre para morir y resucitar por los hombres. El mismo Jueves Santo, el cardenal Osoro se acercó a la cárcel de Soto del Real para lavar los pies a los internos. Ya en la catedral de la Almudena durante la celebración de la Cena del Señor, se preguntó ante todos los presentes: «¿Quién está más limpio que otro? No señalemos a quien tiene porquería, arrodillémonos ante él. Solo arrodillándonos cambiaremos al otro».

El viernes por la mañana, el cardenal se desplazó hasta Valladolid, donde había sido invitado para pronunciar el tradicional Sermón de las Siete Palabras. En la Cruz, Jesús habló primero de perdón: a sus verdugos y al buen ladrón. Un perdón en el que se manifiesta un «amor más fuerte que el pecado» y sin el cual en el mundo solo reinaría «una justicia fría e irrespetuosa, en cuyo nombre cada uno reivindicaría» lo suyo, reavivando aún más los egoísmos. También gritó su sentimiento de soledad, y esa sed que se hace eco del «grito que todo ser humano, consciente o inconscientemente, da en su vida, pues tiene necesidad de la cercanía de Dios. Tenemos anhelo de infinito y sentimos la nostalgia de Alguien que nos quiera incondicionalmente». Y, por último, Jesús se abandonó en manos del Padre, enseñándonos que «Dios está siempre con nosotros, no nos abandona ni siquiera en las noches más oscuras de nuestra vida; ni en la última noche, ni en la última soledad cuando ya nadie puede acompañarnos».

Ocho bautizos

El Sábado Santo, el arzobispo se acercó hasta el centro de internamiento de extranjeros (CIE) de Aluche, donde compartió con los internos un rato de oración ante un icono que les había regalado de la Virgen, la mujer del sí a Dios hasta la Cruz. Esa noche, en la Vigilia Pascual, presidió en la catedral el Bautismo de ocho adultos y la admisión a la Iglesia de otro más. A ellos, les dijo que «la muerte no tiene dominio sobre quienes hemos recibido la Vida del Señor». Y, a todos los presentes, les recordó que «celebrar la Pascua es creer que ningún ser humano vive olvidado», que «nuestra vida tiene sentido y es posible la alegría».

R. P. / M. M.