«Esta casa nos sacará de nuestra trinchera» - Alfa y Omega

«Esta casa nos sacará de nuestra trinchera»

La Fundación Luz Casanova inaugura en el emblemático barrio obrero de Vallecas un espacio para que diferentes asociaciones puedan unir fuerzas y resolver juntas los problemas del distrito

Rodrigo Moreno Quicios
Diversos representantes de las entidades que se reúnen en Luz Vallekas durante la inauguración del espacio. A la izquierda, Antonio Llorente. Foto: Rodrigo Moreno Quicos

Las Apostólicas del Corazón de Jesús llevan casi un siglo en Vallecas y siempre han participado en las iniciativas del barrio. «Con estos vecinos hemos aprendido a ver el mundo y la Iglesia al modo vallecano», cuenta Teo Arranz, miembro del Consejo de esta orden.

La implicación de estas religiosas es tal que el colegio que creó su fundadora, Luz Casanova, aún es un lugar de referencia en el barrio. La escuela, que cerró en 2000, acaba de volver a abrir sus puertas, convertida en punto de encuentro para el tejido asociativo del barrio. El colegio Luz Casanova se llama ahora Luz Vallekas. Con la reivindicativa k.

«Luz Vallekas es la oportunidad juntarnos las organizaciones, trabajar en distintos ámbitos y crecer», dice Julia Almansa, directora de la Fundación Luz Casanova. «El trabajo en red siempre nos ha parecido importante y lo que ofrecemos es el espacio para que se generen esas oportunidades de diálogo y trabajo», añade.

Vecinas y antiguas profesoras del colegio Luz Casanova se acercaron a la inauguración. Foto: Rodrigo Moreno Quicos

Un lugar para encontrarse

Que esta apuesta de Luz Casanova se centre en Vallecas no es una decisión aleatoria. «Tiene mucho sentido por las conexiones que se pueden hacer con las entidades de aquí, que además tenían dificultades para encontrar sitios dentro de su barrio», señala Almansa. Aprovechando esta oferta, en Luz Vallekas ya se han instalado la Plataforma del Tercer Sector de la Comunidad de Madrid, la Red Madrileña de lucha contra la pobreza y la exclusión social (EAPN Madrid), la Plataforma de Entidades de Voluntariado de la Comunidad de Madrid (FEVOCAM) o la Fundación Nantik Lum.

Todas ellas, pagando un precio por debajo de mercado, comparten despachos en la última planta del edificio, de color naranja. «Este centro puede provocar sinergias y sacarnos de nuestro ombliguismo de trinchera», pronostica Antonio Llorente, presidente de la Plataforma del Tercer Sector de la Comunidad de Madrid. A su juicio, como todas estas instituciones conviven en un mismo espacio, «en el café tendremos la oportunidad de conoceros y que surja la creatividad».

Justo debajo está la planta verde donde Luz Casanova desarrolla sus dos principales programas. Por un lado, Hazme visible, un proyecto para mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género. Por el otro, Xicos q hablan, una iniciativa que enseña a chicos adolescentes a expresar sus sentimientos sin golpes.

Y abajo del todo, hay un aula azul y un salón de actos gris donde las pequeñas asociaciones locales que así se lo soliciten a Luz Vallekas pueden recibir formación o celebrar reuniones.

Aunque esta unión de entidades parezca imposible, según Llorente, «cuando tienes una misión concreta y común, hay en encuentro y sales de ti para proyectar algo conjunto». Prueba de ello es la naturalidad con que desarrollan proyectos conjuntos personas de convicciones políticas y religiosas dispares. «Muchas de las organizaciones que estamos aquí tenemos nuestro origen en una organización religiosa, pero para sumar fuerzas con otros no tenemos por qué compartir nuestras creencias, solo la misión y visión», sentencia Julia Almansa.

La Escuela Zúmbale, que actuó en la inauguración, impulsa la cultura del barrio. Foto: Rodrigo Moreno Quicos

Retos nuevos para el siglo XXI

Vallecas cuenta con un largo historial de luchas vecinales, sobre todo a finales del siglo XX, cuando vecinos de todo tipo de pelajes se unieron para exigir el asfaltado de las calles, una conexión con Madrid en transporte público, políticas concretas de vivienda o una solución al impacto que la droga estaba teniendo en los más jóvenes. Una lucha en la que, como recuerda la religiosa Teo Arranz, la Iglesia también jugó un papel crucial: «Hemos quedado marcadas para siempre por aquella Iglesia liderada por el obispo Alberto Iniesta que olía a pueblo y no podía ser indiferente a la injusticia».

Gracias al creciente desarrollo económico de Madrid en los últimos años, la precariedad que sufren los vallecanos no es comparable a la de la década de los 80. Sin embargo, algunos problemas siguen vivos 40 años después, según Llorente, debido a un aislamiento deliberado del vecindario. «Vallecas limita con distritos como Retiro, que es de los más ricos de Madrid, pero la urbanización de la zona es segregadora e impide el intercambio de personas. Aunque haya tanta cercanía a estos barrios, hay un proceso de guetización».

Hoy día, al desempleo crónico, se suma la existencia de narcopisos, chabolismo vertical y la omnipresencia de casas de apuestas. Problemas que las diferentes entidades que se reúnen en Luz Vallekas pretenden resolver uniendo a los vecinos. «Aquí hay un sentimiento de pertenencia tremendo. Eso es lo que te arraiga y te hace sentir seguro en tu casa, te vincula a tu familia, a tu trabajo y te dice lo que tienes que cambiar», sentencia Llorente.