La mística de sor María del Socorro - Alfa y Omega

La mística de sor María del Socorro

La experiencia de esta religiosa de las Monjas Mínimas de Archidona, cuyo inicio de causa de beatificación acaba de ser aprobado por los Obispo del Sur, conecta con grandes místicos como san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús

Fran Otero
Foto: Federación de Monjas Mínimas

La vida de sor María del Socorro Astorga Liceras, hoy camino de los altares, nunca fue fácil. Y, sin embargo, su comportamiento fue ejemplar, su humildad profunda y sus escritos, dicen los Obispos del Sur, «considerados un valioso depósito de enseñanzas espirituales». Su historia de fe, como la de muchos santos, comienza en su infancia donde empezó a vislumbrar que su vida estaría dedicada a Dios.

Una de sus grandes virtudes fue la capacidad de sufrimiento, que comenzó pronto con la muerte de su madre y la llegada a su casa de otra mujer, luego su madrastra, que no la trataba excesivamente mal, pero tampoco muy bien. Sufrió difamación, fallecimientos de familiares y también enfermedades en su propia carne pero nunca abandonó a Dios. Más bien descubrió su vocación religiosa que tampoco fue un camino de rosas. Primero fue rechazada en el convento de las Agustinas Recoletas de Antequera para luego entrar en su natal Archidona en la comunidad de Monjas Mínimas.

Allí experimentó milagros y experiencias místicas –otra de las grandes características de la santa– relacionadas con la Santísima Trinidad, la Eucaristía y otras revelaciones, que dejó por escrito gracias al rector de los Escolapios de Archidona, que pidió que lo hiciera. Se cuenta en su biografía que un día, mientras descansaba en su celda, al apoyar la cabeza sobre su mesa, donde había un crucificado, se quedó dormida y sucedió lo siguiente: «Entonces mantuvo un dialogo con su Amado Esposo; le pareció que el crucificado reclinaba la cabeza sobre su pecho, causándole mucha dulzura en su alma; en ese momento, pasó la madre Trinidad, que la despertó gritando que el Cristo del crucifijo tenía la cabeza inclinada. El rumor se extendió rápidamente por todo el convento y acudieron algunas religiosas, que pudieron ver y confirmar lo que había sucedido». Estas experiencias conectan con las grandes figuras del misticismo español como santa Teresa de Jesús o san Juan de la Cruz.