«Los enfermos son los guías de Lourdes» - Alfa y Omega

«Los enfermos son los guías de Lourdes»

El periodista Jesús García acaba de presentar el documental Hospitalarios, las manos de la Virgen, rodado gracias a una campaña de crowdfunding

Ricardo Benjumea
Fotograma de la película. Foto: Bosco Films

«Todo el mundo debería ir a Lourdes con alguna hospitalidad, acompañando a enfermos, al menos una vez en la vida». Esta es la convicción del periodista Jesús García, que acaba de estrenar el documental Hospitalarios, las manos de la Virgen. «A mí es un tipo de voluntariado que no me atraía; de hecho, me cuesta mucho», confiesa el autor de libros como Medjugorje y ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?. «Pero tengo amigos muy perseverantes que van todos los años a las peregrinaciones con enfermos. Y yo, que había estado varias veces en el santuario, descubrí que la cosa cambia totalmente. Es como ir al Museo del Prado sin guía o con guía». Pues bien, «los enfermos son los guías de Lourdes».

Para sumergirse en esta experiencia es necesario dejar atrás algunos prejuicios. Uno de ellos es la estética que envuelve a las peregrinaciones. «Los uniformes son terribles. Vas sin conocer ese mundo y te encuentras con unos tíos que visten muy raro y con unas chicas disfrazadas de enfermeras de época… Pero te vas metiendo y vas entendiendo que todo tiene su sentido. Son tradiciones heredadas de padres a hijos, aunque no lo definiría en absoluto como algo endogámico; esto está abierto a cualquiera».

El segundo «malentendido» tiene que ver con los milagros. «Existir, existen. Están documentados», dice García. «Pero si vas a Lourdes con la expectativa de que un enfermo se cure seguramente te vas a llevar un chasco. El milagro que sí puedes ver, y a demás a millones, es de otro tipo. Uno de los protagonistas del documental, Antonio, es un tetrapléjico que solo mueve la cabeza y el dedo pulgar. Le pregunté por qué volvía a Lourdes si no se había curado. Y me respondió: “Yo sí me he curado”. Insistí: “Es evidente que no, estás hecho polvo…”. Y él me dijo entonces: “Me he curado por dentro, que me hacía mucha más falta”».

Fue una de las primeras lecciones que recibiría de Antonio. Vendrían muchas otras, también de otros enfermos. «Son pozos de sabiduría. Rara vez se le tienen en cuenta, pero han acumulado una experiencia de vida impresionante, y ante algún problema son ellos los que te pueden dar las respuestas más acertadas».

También en cuestiones de fe. «Lourdes, de por sí, es un lugar de gracia. Pero a mí lo que más me impactó fue encontrarme con estas historias de dolor y sufrimiento, y la fe, la esperanza y el amor con que ellos las afrontan. Esto es algo que se toca las manos». Incluso aunque, paradójicamente, «la primera vez que van muchos no lo hacen primeramente por una motivación religiosa: simplemente se los llevan de excursión. Pero después tienen un encuentro con Dios impresionante. Y esa experiencia te la transmiten a ti de forma automática».

Jesús García (a la derecha), con Antonio (en silla de ruedas), uno de los protagonistas. Foto: Jesús García

A ellos les dedica Jesús García esta película. «No es una documental para creyentes, sino para gente que tiene a un enfermo en su casa, para las personas que los cuidan, para quienes los acompañan… Quería que descubrieran que hay lugares de esperanza y de misericordia, a pesar de las dureza de la situación que les ha tocado vivir. Quería contarles que hay lugares, como Lourdes, de los que uno vuelve mejor de como fue».

El guion del documental lo fueron marcando las personas entrevistadas, enfermos y voluntarios. «Lo difícil fue dejar fuera horas y horas valiosísimas de grabación, pero todo no cabía», cuenta el director.

Otro reto importante fue conseguir la financiación, 150.000 euros, que, «para un proyecto de estas características, es como ir a la guerra con una pistola de agua». García recurrió al crowdfunding, a pequeños donativos de «amigos de amigos y familiares» dispuestos a «apostar por una película que transmite valores».

También se encontró muchas puertas cerradas. «Creo que los católicos todavía no hemos terminado de entender –lamenta– que tenemos que estar presentes en la cultura, y hoy eso pasa por los medios audiovisuales».