«Una fraternidad de la sangre nos precede» - Alfa y Omega

«Una fraternidad de la sangre nos precede»

Francisco beatifica en Rumanía a siete obispos greco-católicos mártires durante la era soviética y apela a reavivar los esfuerzos para recuperar la unidad de los cristianos

Ricardo Benjumea
Un momento de la divina liturgia con la beatificación de siete obispos greco-católicos mártires, en el Campo de la Libertad de Blaj. Foto: REUTERS/Remo Casilli

Han sido tres intensos días de visita, recorriendo de viernes a domingo diversos rincones de Rumanía, aquellos que a san Juan Pablo II no le fue posible visitar en 1999, para encontrarse con la minoría católica (8 % de la población). Francisco agradeció su fidelidad a prueba de persecuciones, en unas tierras que «conocen bien el sufrimiento de la gente cuando el peso de la ideología o de un régimen es más fuerte que la vida».

Símbolo de esa Iglesia perseguida con saña durante la época comunista son los siete obispos greco-católicos mártires que el Papa beatificó el domingo en el Campo de la Libertad de Blaj. «Ante la feroz represión del régimen, ellos manifestaron una fe y un amor ejemplar hacia su pueblo», destacó el Pontífice. «Con gran valentía y fortaleza interior aceptaron ser sometidos a un encarcelamiento severo y a todo tipo de ultrajes, con tal de no negar su pertenencia a su amada Iglesia. Estos pastores, mártires de la fe, han recuperado y dejado al pueblo rumano una preciosa herencia que podemos resumir en dos palabras: libertad y misericordia».

Algunos responsables de la Iglesia ortodoxa fueron cómplices de esa persecución, lo cual no ha impedido que la ortodoxia rumana sea hoy una de las más entusiastas del diálogo con los católicos. Durante su encuentro con el patriarca Daniel y el Santo Sínodo, Francisco destacó que el viaje de Juan Pablo II fue el primero de un Obispo de Roma a un país de mayoría ortodoxa, y «allanó el camino para otros eventos similares. «¿Cómo no recordar el grito espontáneo “Unitate, unitate”, que se elevó aquí, en Bucarest, en aquellos días?», prosiguió, presentando aquel episodio como un hito en la historia reciente del ecumenismo.

Francisco también habló de los cristianos ortodoxos, evangélicos y católicos perseguidos a lo largo de la historia, indistintamente de su confesión concreta. Estos mártires, dijo, «nos recuerdan que hay una fraternidad de la sangre que nos precede y que, como una silenciosa corriente vivificante, nunca ha dejado de irrigar y sostener nuestro caminar a lo largo de los siglos». Apelando a estos testigos de la fe, el Obispo de Roma lanzó un llamamiento a «reavivar» la comunión para «caminar juntos con la fuerza de la memoria». «No la memoria de los males sufridos e infligidos, de juicios y prejuicios, de las excomuniones que nos encierran en un círculo vicioso y conducen a actitudes estériles –matizó–, sino la memoria de las raíces», de los siglos que precedieron a las escisiones y estuvieron regados por la sangre de muchos mártires.

Ese anhelo de unidad pudo palparlo el Pontífice en el santuario de Sumuleu-Ciuc, el corazón mariano de Transilvania, que en cada sábado de Pentecostés se convierte en destino de una peregrinación «en la que participan también fieles de otras confesiones, y es un símbolo de diálogo, unidad y fraternidad».

El Papa junto al patriarca Daniel, en la catedral ortodoxa de Bucarest. Foto: CNS

¿Visita a España en 2021?

El Papa lanzó insistentemente apelaciones a los rumanos –un pueblo que sigue caracterizándose por su fuerte religiosidad– a cultivar unas raíces puestas hoy a prueba por «nuevas ideologías que, de forma sutil, buscan imponerse y desarraigar a nuestros pueblos de sus más ricas tradiciones culturales y religiosas», ya sea por medio de ideologías antifamiliares, o por un sistema económico que se ha cebado duramente con Rumanía, de donde han emigrado unos cinco millones de personas. «Pienso en la despoblación de tantas aldeas que, en pocos años, han vista marcharse a un número considerable de sus habitantes», dijo Francisco en su discurso de bienvenida ante las autoridades del país.

Allí también aludió a la plena inserción hoy de Rumanía en Europa, haciendo justicia a una larga tradición simbolizada en Iasi, «capital histórica y cultural del país», de donde –recordó el Papa– partían muchos peregrinos transilvanos en la Edad Media hacia Santiago de Compostela. Ciudad, por cierto, que en 2021 celebra Año Santo. «¿Tengo que hacer el Camino de Santiago?», le dijo el Papa durante el vuelo de ida a una periodista española que le entregó un regalo de unos estudiantes de la Universidad Pública de Navarra, una esfinge suya caminando sobre una estrella de las que marcan el Camino Francés. La indirecta había quedado lanzada: un Xacobeo bien vale una visita papal…