Los ojos de Caín - Alfa y Omega

Los ojos de Caín

Francisco pide perdón «en nombre de la Iglesia» a los gitanos por todo lo que «a lo largo de la historia os hemos mirado de forma equivocada»

Cristina Sánchez Aguilar
El Papa Francisco durante su encuentro con la comunidad gitana de Blaj. Foto: CNS

La guindilla de la torta del viaje rumano no podía ser otra que la periferia, la existencial, esa que tanto gusta de visitar el Pontífice. El domingo se desplazó hasta el barrio de Barbu Lautaru, el más antiguo de la ciudad histórica de Blaj, y también el más pobre, para hacer partícipes a los gitanos romaníes del «peso» que lleva en el corazón. «El de las discriminaciones, de las segregaciones y de los maltratos que han sufrido vuestras comunidades», que hoy representan alrededor de un 3 % de la población y que sufrieron el porraimos o genocidio romaní tras la Segunda Guerra Mundial, en el que más de un millón de gitanos de toda Europa fueron exterminados en los campos de concentración nazis.

Junto a decenas de familias, el Papa escuchó el testimonio de un sacerdote gitano, que agradeció a Francisco su presencia en la periferia de la periferia, y recordó a uno de los obispos beatificados, Ioan Suciu, quien «jugaba muy a gusto a fútbol con los pequeñajos, precisamente en estas calles en las que nos encontramos». El Pontífice, nada más arrancar su discurso, pidió perdón «en nombre de la Iglesia» por todo lo que «a lo largo de la historia os hemos mirado de forma equivocada, con la mirada de Caín y no con la de Abel». Según el Papa, «no fuimos capaces de reconoceros, valoraros y defenderos en vuestra singularidad». La indiferencia añadió, «es la que alimenta los prejuicios y fomenta los rencores. ¡Cuántas veces juzgamos de modo temerario, con palabras que hieren, con actitudes que siembran odio y crean distancias!».

Los valores gitanos

Tras el mea culpa, Francisco puso la mirada en resaltar «el rol principal» que tienen como pueblo: «No debéis tener miedo a compartir y ofrecer esas notas particulares que os constituyen y que señalan vuestro caminar, y de las que tenemos tanta necesidad».

Y señaló, en concreto, «el valor de la vida y de la familia en sentido amplio –primos, tíos…–, la solidaridad, la hospitalidad, la ayuda, el apoyo y la defensa de los más débiles dentro de la comunidad». También ensalzó «el respeto a los ancianos», «el sentido religioso de la vida, la espontaneidad y la alegría de vivir. No privéis a las sociedades donde os encontréis de estos dones, y animaos también a recibir todo lo bueno que los demás os puedan brindar y aportar».

Otros Papas pidieron perdón

No es la primera petición de perdón de un Pontífice a la comunidad gitana. En 1965 ya lo hizo san Pablo VI, durante la celebración de la Misa en un campamento gitano cerca de la localidad italiana de Pomezia. Recuerda el director editorial del Dicasterio de Comunicación de la Santa Sede, Andrea Tornielli, en Vatican News, como siguió los pasos a Montini san Juan Pablo II, quien dedicó una petición de perdón específica a los gitanos durante la celebración penitencial del Jubileo del 2000: «Los cristianos deben saber arrepentirse de las palabras y comportamientos que a veces les han sido sugeridos por el orgullo, el odio, la voluntad de dominar a los demás, la enemistad hacia los grupos sociales más débiles, como los de los inmigrantes y los gitanos».

La atención hacia estas comunidades también fue expresada por Benedicto XVI, quien en junio de 2011, ante representantes de diferentes grupos étnicos de gitanos y romaníes, aseguró que, «desgraciadamente, a lo largo de los siglos habéis conocido el sabor amargo de la no acogida y, a veces, de la persecución… ¡La conciencia europea no puede olvidar tanto dolor! Nunca más tu gente debería ser objeto de acoso, rechazo y desprecio!». Ahora Francisco sigue los pasos de sus antecesores.