Abusos: «La limpieza se va a hacer sí o sí» - Alfa y Omega

Abusos: «La limpieza se va a hacer sí o sí»

Ricardo Benjumea
Foto: CPP/Polaris

El escándalo de los abusos sexuales ha sido, desde su llegada a Roma, una gran preocupación para Juan Vicente Boo, uno de los primeros periodistas españoles en poner sobre la mesa este asunto. El corresponsal de ABC cree que va extendiéndose «un cambio de actitudes», y subraya que la reunión de presidentes de episcopados celebrada en febrero a petición del Papa «ha permitido dar pasos gigantescos en países que se estaban quedando atrás, por ejemplo México, que solo diez días después de esta cumbre adoptó en bloque todas las propuestas de Francisco. Los obispos no necesitaron deliberar nada más».

Por un lado, recuerda, «hay países que lo hicieron bien desde el principio, como el Reino Unido. Salieron a la luz escándalos y de inmediato crearon una comisión independiente», en este caso presidida por un exjuez. «Ahora este es un país del que nunca se habla, porque no es noticia».

Por el contrario, «el episcopado de Estados Unidos se resistió a abordar el tema de frente, hasta que Juan Pablo II dio un puñetazo sobre la mesa». Algo similar ocurrió con Irlanda, con Benedicto XVI, y «está sucediendo en estos momentos con Chile, que ahora es tierra quemada, igual que Australia», asegura el periodista.

«La disyuntiva es muy simple: la limpieza se va a hacer sí o sí», enfatiza Boo. «Los obispos en cada país tienen que decidir si lo hacen ellos con gran crédito para la Iglesia y refuerzo de la fe de los fieles, o si van a hacerlo los medios de comunicación y los fiscales con enorme descrédito para la Iglesia y grave daño para la fe de los fieles».

Cuando la opción es decididamente la primera, «lo que se ve en los distintos países es que se empieza por organizar una investigación independiente para conocer la magnitud del año, para saber cuántas víctimas ha habido en los últimos 60 o 70 años, de tal manera que se pueda ayudar a todas las personas que aún viven y han sufrido esto».

Lo siguiente es «crear mecanismos externos [de atención], como los que hay en todas las diócesis de Estados Unidos. Dado que muchas víctimas, como es natural, no quieren oír ni hablar de la Iglesia, lo que se consigue así es ofrecerles recursos en los que puedan pedir ayuda sin sentirse incómodas».

De esta forma, «se va generando un cambio de mentalidad, y el resultado es que las asociaciones de víctimas se sienten escuchadas y pasan a colaborar con las instituciones eclesiales en programas de prevención».