Democracia y caridad - Alfa y Omega

Democracia y caridad

José María Ballester Esquivias

¿Y si en vez de soluciones impregnadas de una u otra ideología situásemos la caridad y el don en el centro de la actuación pública? Es lo que propone el catedrático de Filosofía Moral y Política Agustín Domingo Moratalla en su último libro, Democracia y caridad (ed. Sal Terrae), presentado ayer en un acto presidido por el arzobispo de Madrid. Domingo no pretende arrasar con nada, sino edificar a partir de lo que ya existe. En su opinión, se pueden conciliar los mínimos morales de la ética civil con los máximos morales de la ética religiosa. Estos últimos «desempeñan un papel importante en sociedades democráticas, porque motivan para la participación en la vida pública, facilitan la interpretación de identidades y acontecimientos, proveen de convicciones el debate y sirven de alimento y fuente para reconstruir permanentemente los mínimos morales».

Eso pasa por un fuerte compromiso de los católicos en la vida pública, pero revisando las modalidades de esa presencia. Es al llegar a este punto donde el profesor Moratalla se muestra más severo, a la vez que lanza un mensaje de esperanza. Severo, cuando advierte del peligro de que el sistema democrático reduzca la caridad a filantropía y beneficencia «sin ninguna relevancia social, política o histórica». Los católicos no pueden limitarse a aportar un aval de buena conciencia a todo lo que se haga, o disolviéndose sin más en el magma de la corrección política. De ahí que abogue por una caridad «motivacionalmente fecunda», que no se reduzca a «sentimentalidad cívica, emoción discrecional o [repite] beneficencia decimonónica».

Esperanzado se muestra cuando nos invita a leer bien la encíclica Caritas in veritate, de Benedicto XVI en 2009. Y una lectura detenida de este documento nos lleva al concepto de don. Muchos católicos –con su mejor intención, pues no se trata de señalar con el dedo– tienden a interpretarlo de forma algo superficial, o incluso como una palabra vacua. De ahí que Domingo Moratalla insista en recordar el carácter central de la donación que, entendida correctamente, supone, en sus propias palabras, una «reinterpretación radical de la ética cristiana de las últimas décadas».

Un proceso intelectual que el autor desmenuza, y aclara el concepto ético y antropológico de donación, íntimamente relacionado, a diferencia de otras acepciones filosóficas, con el de gratuidad. Así es como hay que interpretar la Caritas in veritate.

Pasando a realidades más temporales –que permiten aplicar de forma correcta la donación en la vida diaria–, Domingo Moratalla nos invita a reflexionar en profundidad sobre el magisterio social del Papa Francisco. El mérito del autor consiste en compendiar de forma concisa –en un decálogo– lo que el Santo Padre espera de los católicos en la vida pública y muy especialmente en la política y en la empresa. Pues a todos nos queda por descubrir que la doctrina social de la Iglesia es una poderosa herramienta de evangelización.