Patricia Gualinga, activista medioambiental: «Francisco es el primer Papa que ha abrazado a un líder indígena» - Alfa y Omega

Patricia Gualinga, activista medioambiental: «Francisco es el primer Papa que ha abrazado a un líder indígena»

Amenazada de muerte en 2018 por su compromiso con la defensa del medio ambiente, Patricia Gualinga ha convertido su pueblo, Sarayaku, en un símbolo de resistencia contra las empresas petroleras

Rodrigo Moreno Quicios
Foto: Rodrigo Moreno Quicios

«Nos dijeron muchas veces que luchar contra petroleras y empresas transnacionales es muy complicado, porque tienen muchas redes por el mundo, pero nosotros tenemos esperanza». Son palabras de Patricia Gaulinga, activista indígena por la defensa del medio ambiente. Esta mujer originaria de Sarayaku, un pueblo amazónico de 1.350 habitantes, se ha convertido en un símbolo de resistencia por el pulso que ganó al Gobierno de Ecuador en 2012. Un logro que la ha llevado a recibir el premio Brote Activismo Medioambiental 2019 en el Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias. A su paso por Madrid tras recoger el galardón, Alfa y Omega ha podido hablar con ella sobre la defensa del medio ambiente, el liderazgo de las mujeres indígenas y el sínodo para la Amazonía que se celebrará el próximo mes de octubre.

«Los territorios indígenas han sido concesionados a bloques petroleros, mineros e hidroeléctricas», denuncia la activista. En el caso de su pueblo, Sarayaku, una petrolera ingresó arbitrariamente con apoyo del Gobierno, militarizó la zona y trató de sacar a la fuerza petróleo de nuestro pueblo. Sin embargo, la historia de esta región es diferente a la de otros muchos pueblos de la selva que han sufrido los efectos de la extracción de materias primas».

En su búsqueda de aliados, Patricia ha contado con la Iglesia. En julio de 2018 presentó al Papa Francisco una propuesta para cuidar del medio ambiente titulada La selva viviente. «Nace del pueblo de Sarayaku y busca que la selva y los espacios sagrados vivientes sean reconocidos a nivel mundial como un territorio libre de extracción. También son seres vivos y sujeto de derechos», explica la activista.

Su encuentro con el Papa le sirvió para encontrar en él a un amigo y valora la reunión que Francisco tuvo hace tan solo unos días con el jefe Raoni Metuktire, de la tribu brasileña Kayapó. «Eso para nosotros es una muestra pública de apoyo. Nunca vi a ningún Papa abrazado a un líder indígena. Este es el primero», apunta la activista.

Gualinga, profundamente creyente, también es crítica con el poco peso que se ha dado al problema medioambiental hasta hace muy poco. «Le dije a los cardenales que se han quedado muy quietos, no se puede permitir la destrucción de la creación preciosa de Dios. Me parece sorprendente que, teniendo un santo como san Francisco de Asís, no hayamos tenido antes esta visión», sentencia.

No obstante, celebra el próximo sínodo de la Amazonía: «Hay líneas de trabajo. Por ejemplo, la Red Eclesial Panamazónica. La han apoyado varios cardenales como monseñor Hummes, de Brasil, o monseñor Barreto, de Perú. Son muy cercanos al Papa y están superimplicados en la defensa de la Amazonía».

Por último, Gualinga considera que el Sínodo para la Amazonía convocado para octubre es la respuesta que muchos indígenas estaban esperando.

Lideresas para proteger la tierra

Patricia Gualinga también es un ejemplo de liderazgo femenino y forma parte de las Mujeres Amazónicas Defensoras de la Selva. Nacido en 2013, este grupo de activistas desafió a Rafael Correa «para decirle que no puede estar por encima de la vida el interés económico». Con el paso del tiempo, se ha convertido en un referente en la defensa del planeta.

No solo cuidan el medio ambiente. También a ellas mismas. «El mayor impacto lo sufren las mujeres». La activista denuncia abusos sexuales a las mujeres y también el maltrato de los maridos, que cuando abandonan sus pueblos para trabajar en las industrias extractoras, dejan a las mujeres solas al cuidado de las familias. Y cuando el marido vuelve a casa con el dinero que ha ganado, lo hace enganchado al alcohol y la prostitución. Dos vicios que, según Gualinga, fomentan las propias empresas. «De ahí viene el maltrato y la violencia intrafamiliar», diagnostica.

Pero mantener este compromiso con la tierra y las mujeres no es gratis. En el último año, seis integrantes del colectivo, incluida la propia Patricia, han sido amenazadas de muerte. «A la última le han quemado la casa, que era nuestro sitio de reuniones», denuncia esta lideresa, quien sospecha que hay empresas petroleras detrás del atentado. «Sabemos que los crímenes no son fortuitos, sino dirigidos para acallar al voz de los que estamos luchando», añade.

En cuanto recibe una amenaza, el grupo responde rápidamente con un protocolo de para cubrirse las espaldas. «Armamos ruedas de prensa, movemos las redes sociales y damos a conocer el perfil de la mujer asesinada», cuenta Gaulinga. De este modo, si algún sicario se mancha las manos de sangre, la ciudadanía podrá entender los motivos de fondo.

A pesar del peligro evidente al que se enfrenta, Gualinga mantiene la confianza. «Cuando empecé el caso Sarayaku, en algún momento se rompió algo y perdí el miedo», considera. Además cuenta con la protección que le brinda ser una de las líderes más visibilizadas en su país, por lo que su asesinato generaría un fortísimo impacto en la opinión pública. Pero aun así, toma sus precauciones e intenta no andar sola, sobre todo en Ecuador. «Me doy valor diciendo que tengo que cumplir la misión que tengo en esta tierra y, si algún día no puedo hacerlo, ya habré hecho lo que tengo que hacer. Ninguno de nosotros es eterno».

Foto: Rodrigo Moreno Quicios

David contra Goliat

Apoyadas por diferentes organizaciones, Gualinga y sus compañeros activistas ganaron un juicio en la Corte Interamericana de Derechos Humanos al estado de Ecuador por violación de derechos de los pueblos indígenas. «Para el juicio en la corte nos patrocinó el Centro para la Justicia y el Derecho Internacional, que está en Washington. Ellos llevaron todo el proceso jurídico y no nos costó dinero», cuenta a Alfa y Omega. También recibió apoyo de la Fundación Pachamama de Ecuador y de la Pachamama Alliance de Estados Unidos.

«A raíz de esto hemos hecho alianzas. Nadie se nos ha escapado a su paso por Sarayaku. Ni siquiera los turistas. Y cuando uno busca, consigue», celebra Gaulinga. Esta activista y sus compañeras están acostumbradas a organizar colectas y buscar apoyo de entidades benéficas para costear los gastos de sus juicios contra los gigantes petroleros. Así puede sobrevivir en una batalla similar a la de David contra Goliat que demanda muchísimos recursos. Y aun así, cuando la recaudación se da mal, no suele pasar hambre gracias a su cultura indígena. «Para comer, en Sarayaku uno solo tiene que cultivar al tierra, cazar o pescar. Los gastos vienen cuando uno sale a la ciudad», concluye.