Las petroleras y el Papa - Alfa y Omega

La pasada semana, el Papa volvió a reunirse con los consejeros delegados de las mayores compañías petroleras del planeta como Exxon Mobil, Chevron, Royal Dutch Shell, BP, Conoco, ENI o Repsol, junto con directivos de grandes fondos de inversión en energía.

Lo había hecho por primera vez en junio de 2018 para advertirles que «a los dos años y medio del tratado de París, las emisiones de CO2 y la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero sigue siendo muy alta. Esto es muy inquietante y preocupante». Al mismo tiempo reconoció que «a través de vuestros esfuerzos se han logrado ya progresos. Las compañías petroleras y gasísticas están desarrollando enfoques más serios para valorar el riesgo de cambio climático y modificar sus planes empresariales. Esto es digno de elogio».

A cualquiera que sepa cómo funciona el mundo le impresiona que algunas de las personas más poderosas vengan al Vaticano a escuchar a Francisco sobre un tema, la transición energética, que supone reducir sus beneficios a corto plazo.

Este año, el Papa les ha dicho que el calentamiento global «amenaza el futuro de la familia humana», por lo que «debemos tomar medidas para evitar cometer una grave injusticia contra los pobres y las futuras generaciones, que van a heredar un planeta destrozado».

Georg Kell, uno de los expertos en el encuentro, explicaba al día siguiente en la revista Forbes que «los corazones y las mentes de los participantes quedaron impresionados por el discurso del Papa y por el amplio debate que mantuvo a continuación».

El año 2014, cuando Francisco espoleaba a los gobiernos y preparaba su encíclica ecológica Laudato si, los gigantes del carbón en Estados Unidos, los hermanos Charles y David Koch, desencadenaron a través de su red de fundaciones, think tanks y lobbies fortísimos ataques para debilitar al Papa, sembrando incluso dudas sobre su fidelidad doctrinal.

Algunas megapetroleras americanas se unieron a la campaña, pero reconocieron su error a partir de la publicación de la encíclica Laudato si en junio de 2015. Desde entonces pasaron a alinearse con las petroleras europeas, que iban por delante en diversificación y en transición energética.

Esta conversión de las grandes petroleras es mérito de Francisco, que critica sin miedo pero nunca corta el diálogo. El Papa se siente responsable de las personas, pero también del planeta: la casa común.