Los capellanes de Apostolado del Mar podrán actuar como misioneros de la misericordia - Alfa y Omega

Los capellanes de Apostolado del Mar podrán actuar como misioneros de la misericordia

El Papa ha concedido a los capellanes que atienden a marineros y pescadores un mandato universal para escuchar confesiones, y la facultad de absolver pecados reservados a la Santa Sede

Redacción
Foto: AFP Photo/Inti Ocon

El Papa Francisco ha decidido otorgar a los capellanes de Apostolado del Mar las atribuciones de los misioneros de la misericordia. Así lo anunció él mismo el jueves, durante una audiencia a los participantes en el Encuentro para Capellanes y Voluntarios del Apostolado del Mar Stella Maris.

Al final de su discurso, improvisando, Francisco trató la cuestión de la paz de espíritu. Fue entonces cuando se mostró consciente de que «muchos marinos se acercan a los capellanes y sacerdotes con problemas de conciencia que los hacen sufrir enormemente, problemas que nunca han tenido ocasión de sacar a colación en esas circunstancias, tan lejos de su casa, lejos de su tierra natal».

En esas situaciones, continuó el Pontífice, el «diálogo con un capellán bien podría abrirles nuevos horizontes de esperanza. Por eso os diría: sed misericordiosos, sed misericordiosos».

Para favorecerlo, a partir de ahora los capellanes del Apostolado del Mar podrán escuchar confesiones lícitamente sin ningún límite, y absolver pecados reservados a la Santa Sede, como la profanación de la Eucaristía, las agresiones físicas al Papa, la absolución de los propios cómplices de un pecado contra el sexto mandamiento y la violación del secreto de confesión.

Aunque es poco probable que los marineros hayan cometido algunos de estos pecados, sí pueden haberse visto implicado en otros. Pudiendo absolverlos, los capellanes podrán «llevar la paz a muchos corazones».

Foto: CNS

Los pilares del comercio mundial

En su discurso, el Papa Francisco resaltó también la labor pastoral que realizan los capellanes y voluntarios que trabajan en más de 300 puertos de todo el mundo al servicio de los marinos y pescadores, que con su duro trabajo nos traen los productos que necesitamos cada día.

Más del 90 % del comercio mundial —recordó— es transportado por barcos de todo tipo. «Sin los marinos —continuó— la economía mundial se detendría; y sin los pescadores muchas partes del mundo sufrirían hambre». Por eso, a través de los capellanes, el Papa quiso transmitir su «estima y aliento» a estos trabajadores, «muchos de los cuales trabajan, durante largos períodos, a miles de kilómetros de su país y de sus familias».

Son unas vidas marcadas por el aislamiento y la distancia, e incluso por experiencias de abuso e injusticia, por el tráfico de personas o el chantaje del trabajo forzado. Una realidad en la que puede irrumpir el capellán, con su visita periódica a los barcos cuando tocan tierra.

De la escucha a la acción

«Su servicio a los marineros y pescadores es sobre todo escucharlos, escuchar sus preocupaciones materiales y espirituales —aseguró el Papa—. La escucha nos ayuda a identificar el gesto y la palabra adecuada que nos mueve de la quietud del espectador».

Después de esta escucha, como segundo paso, Francisco les pidió «redoblar sus esfuerzos para abordar cuestiones que con demasiada frecuencia son el resultado de la codicia humana», como la trata, el trabajo forzado o la violación de los derechos laborales.