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España, tenemos un problema

Sería posible frenar la despoblación y la crisis de natalidad con medidas a medio y largo plazo, pero se necesita amplio respaldo político

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Foto: Pixabay

En una década Alemania ha conseguido aumentar su tasa de natalidad de los 1,33 hijos por mujer que registraba en 2016, a los 1,59 de 2018, mientras que España pasó en ese período de 1,36 a un alarmante 1,25 (la tasa de reemplazo generacional se sitúa en 2,1). Más allá del influjo positivo de la migración en Alemania, los expertos señalan como clave del éxito las medidas contra la discriminación laboral que sufren las madres, mediante la universalización del derecho de acceso a las escuelas infantiles, o la equiparación de los permisos por nacimiento de hombres y mujeres. En ningún momento ha hablado la Gran Coalición de fomento de la natalidad, término bajo sospecha por sus resonancias nacionalsocialistas, pero un elemento interesante de la estrategia ha consistido en generar una percepción cultural más positiva hacia la crianza, involucrando a las principales empresas y organizaciones de la sociedad (incluidas las Iglesias cristianas) en las campañas Du bist Deutschland.

Un Gobierno que sí se propone abiertamente aumentar a la natalidad, incluso apelando al patriotismo, es el de Polonia, mediante una política de generosas ayudas a las familias. De 1,27 hijos por mujer en 2006, la tasa de fecundidad ha logrado un espectacular ascenso hasta los 1,48 de 2017. El punto débil es la falta de acuerdo con la oposición, que culpa al gobernante PiS de electoralismo. Existe, sin embargo, un amplio consenso social sobre la gravedad del desplome de la natalidad tras el final del régimen socialista.

Europa ha comprendido que el invierno demográfico hace inviable su modelo social. La excepción es el sur. A la cola de natalidad se sitúan, por este orden, Malta, España, Chipre, Italia, Grecia y Portugal. En el caso español la situación adquiere tintes dramáticos en las regiones afectadas por la despoblación. En este sentido, Galicia acaba de presentar el primer proyecto de ley autonómica que busca atajar simultáneamente estos dos problemas de forma integral, un tema sobre el que debaten otras autonomías. Se echa en falta, sin embargo, un consenso amplio a nivel nacional. Con políticas audaces y creativas, sería posible empezar a revertir la despoblación y la crisis de natalidad, pero tendrían que ser medidas sostenidas a medio y largo plazo, esto es, con amplio respaldo parlamentario.