Fernando de Haro: «Me gusta dar voz a quien abre horizontes» - Alfa y Omega

Fernando de Haro: «Me gusta dar voz a quien abre horizontes»

Tras cerrar una exitosa primera temporada al frente de La Tarde de COPE, el periodista Fernando de Haro (Madrid, 1965) puso rumbo a Pakistán para grabar un nuevo documental sobre cristianos perseguidos. Aunque el trabajo se vio interrumpido de forma abrupta, sigue empeñado en «recoger el tesoro testimonial que hay en esas vidas»

Rodrigo Pinedo
Fernando de Haro en la casa de Mónica, en el suburbio más pobre de Islamabad (Pakistán). Foto: @FernandodeHaro

Acaba de volver de Pakistán forzado…
Con independencia de la apariencia de democracia, el país está gobernado por una alianza de los militares y el islamismo más radical. Estábamos grabando un documental porque estábamos fuera del control de los servicios secretos. Cometimos el error de grabar en una madrasa en la que nos interceptaron y las personas que nos estaban ayudando, cuya seguridad podíamos comprometer, nos pidieron que nos marcháramos. No nos han expulsado del país pero, por responsabilidad y por no hacer más daño que bien, volvimos.

Es un país eclipsado por sus vecinos, al que muchos volvimos la vista con el caso de Asia Bibi. ¿Cuántas Asias Bibi hay?
Hay muchas. En este momento hay 17 personas en prisión, pero las estadísticas no son fiables y pueden ser muchas más. Además ha habido 50 ejecuciones extrajudiciales. Como el Estado de Derecho no existe y los radicales islamistas campan a sus anchas, una acusación de blasfemia supone ataques y presiones y que tengas que abandonar tu pueblo.

Escribía desde allí que los cristianos son «un tesoro»…
Impresiona que esta gente, con el nivel de sufrimiento y de persecución que hay, siga fiel a la fe. Frente al pensamiento de que el cristianismo es una tradición o costumbre, allí es una opción por la que uno se juega la vida. Además, muestran un gran amor por su tierra y no quieren marcharse. Son una minoría social muy fecunda.

El cristianismo es la religión más perseguida en el mundo y, gracias al CEU y a la Fundación Ignacio Larramendi, lo ha mostrado en distintos documentales. ¿Cómo fue la experiencia en las vecinas China e India?
Creíamos que capitalismo y democracia van de la mano y no: China es capitalista y totalitaria. Con Xi Jimping ha vuelto en algunos aspectos el modelo Mao y, a pesar de eso, la Iglesia se ha ido haciendo un espacio. Ha sido una historia profética de clandestinidad y, a la vez, de estar presente a través de la Iglesia oficial. El poder político no ha conseguido construir una Iglesia herética; la fe ha sido capaz de superar la ideología. Veremos cómo el cristianismo crece en China porque hay una sed de significado.

En la India siguen existiendo una enorme desigualdad y una falta de valor de la dignidad de la persona, que se unen al nacionalismo de Narendra Modi. El cristianismo es la gran experiencia de la liberación.

¿Qué aprendió de los supervivientes del genocidio de la llanura de Nínive o la guerra de Siria?
Viajé a Irak cuando el Daesh todavía controlaba Mosul. Se puso la maquinaria en marcha para eliminar a los cristianos y, sorprendentemente, están volviendo a la llanura de Nínive y reconstruyendo las ciudades. Esta historia hay que contarla por completo.

En Siria el cristianismo ha sido un factor de caridad en medio de una terrible guerra. Los cristianos han tenido la inteligencia de no pensar que era un choque de civilizaciones.

Como periodista católico, ¿siente la responsabilidad de dar voz a estas personas?
Este trabajo quizá podría haberlo hecho otra persona. La persecución de los cristianos es uno de los fenómenos noticiosos más importantes del mundo. Con criterio objetivo, por ejemplo, la cantidad de mártires que ha provocado Boko Haram en Nigeria solo tiene precedente en las persecuciones romanas, y eso se va abriendo paso.

Cosa distinta es que a mí me interese no solo denunciar los atentados contra la libertad religiosa, que son brutales, sino recoger el tesoro testimonial que hay en esas vidas: la lealtad a la fe, el apego afectivo a lo que viven, la capacidad de perdón… Es un tesoro que constituye una provocación a la razón. ¿Por qué un chaval de 17 años puede encontrar la cercanía de Dios en medio de un genocidio en la llanura de Nínive? ¿Por qué una persona en Egipto dice que perdona después del asesinato de dos niñas? Cuando el mal muerde de esta manera, ¿qué o Quién hace posible este tipo de respuestas? Es una cuestión que no quiero dejar cerrada. Me interesa el viaje existencial que supone estar delante de estos testigos de otra cosa. Son testigos porque refieren a Otro.

¿A quién más cree que debe dar voz la radio?
Me gusta dar voz a quien abre horizontes: una mujer víctima de trata, un drogadicto que ha recomenzado la vida, alguien que ha hecho una investigación que ayuda a comprender mejor el presente o el pasado…

La Tarde, que conduce con Pilar Cisneros, cierra un curso histórico y usted acaba de recoger una Antena de Plata. ¿Qué retos tiene?
Un programa de tarde es un programa magacín donde acompañamos y entretenemos. El reto es seguir haciendo una radio que cada vez esté más cerca de las personas, sin frivolizar pero con una sonrisa, con la liviandad y con el peso que tiene la vida. Hacer radio es hacer vida.