La parte mejor - Alfa y Omega

La parte mejor

XVI Domingo del tiempo ordinario

Daniel A. Escobar Portillo
Jesús en casa de Marta y María (detalle). Andrei Alexandrovich Mironov, 2018

Con frecuencia, al leer el pasaje evangélico de la visita de Jesús a las hermanas de Lázaro, Marta y María, se piensa que el Señor plantea una contraposición entre dos modos de vida, la activa y la contemplativa. Marta, que «andaba muy afanada con los muchos servicios», sería la representante de la vida activa, mientras que María, que «sentada junto a los pies del Señor, escuchaba la palabra», reflejaría un estilo más contemplativo de vida. La consecuencia del episodio sería que no merece la pena la intensa actividad de Marta, pues todo lo que no sea una actitud contemplativa es vano y vacío. Semejante conclusión del texto de este domingo podría ser adecuada, de no ser porque es parcial, es decir, verdadera pero incompleta. Para comprender con exactitud el Evangelio, no se puede desgajar este episodio del resto de actividades de la vida de Jesús. Precisamente el domingo pasado éramos testigos de la parábola del Buen Samaritano, en la cual Jesús terminó llamando a la actividad con ese «anda y haz tú lo mismo». Además, los Evangelios dejan constancia repetidas veces de la intensa actividad del Señor e, incluso, de la preocupación de sus familiares y amigos por la ausencia de descanso. Por lo tanto, no se puede pensar la vida contemplativa que plantea el Evangelio de Marta y María como una pasividad o suspensión de actividad.

La hospitalidad

Sin duda, un tema central este domingo es la hospitalidad, como bien prepara la primera lectura, tomada del libro del Génesis. Ahí, en ese escenario junto a la encina de Mambré, Abrahán recibe a esos tres misteriosos personajes a los que llama Señor, y la tradición ha querido ver representada a la Trinidad. Puesto que para el mundo oriental la acogida al huésped era una obligación de primer orden, el Génesis detalla el caluroso recibimiento ofrecido por Abrahán y Sara, los cuales ofrecen todo tipo de atenciones y alimento. Llama la atención la frase «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo». Se pide, por lo tanto, al Señor que se quede con ellos, ya que se considera un privilegio haber recibido esa visita. En el mismo sentido, la atención con la que escucha María a los pies de Jesús constata, igualmente, que han recibido una visita excepcional. En realidad, ambos pasajes están aludiendo a la gran visita que Dios ha hecho al hombre a través de su encarnación. En el canto del Benedictusdecimos: «por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte». Se produce, por lo tanto, una hospitalidad recíproca. Ciertamente, Abrahán acoge a estos tres hombres y Marta y María reciben a Jesús en su casa, pero en el fondo, quienes reciben se convertirán en los huéspedes del Señor. Los realmente beneficiarios de estos pasajes son Abrahán y Marta y María, hacia quienes Dios ha mostrado su misericordia, del mismo modo que la ha extendido sobre toda la humanidad visitando al hombre, que buscaba desde hacía siglos cómo llegar a Dios. La pregunta del salmo responsorial, «Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?» apoya esta visión, puesto que es Dios mismo el que nos recibe cada vez que le damos cabida en nuestra vida.

La importancia de la escucha de la Palabra

No es posible, por lo tanto, establecer una contraposición entre la vida activa y la contemplativa. Lo que se pretende poner de manifiesto es la relevancia de primer orden de la escucha de la Palabra del Señor. A pesar de que nosotros no vemos a Jesús del mismo modo que Marta y María, seguimos escuchando su Palabra, especialmente en la celebración de la Eucaristía y del resto de los sacramentos; Palabra que sigue siendo eficaz y que es capaz de transformar nuestro corazón y nuestra vida. Así pues, esa «mejor parte» de la que habla el Evangelio es el fundamento de nuestra actividad cristiana. Sabemos de la intensa actividad que desarrollaba el Señor. Pero conocemos también sus largas noches en oración y recogimiento para recibir fuerzas del Padre, a pesar del natural cansancio físico. Así pues, el alimento que recibimos a través de la Palabra del Señor es insustituible y será la garantía de una vida cristiana cargada de sentido.

Evangelio / Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».