El cardenal Tobin, en defensa de los migrantes: «Parad la inhumanidad» - Alfa y Omega

El cardenal Tobin, en defensa de los migrantes: «Parad la inhumanidad»

En la segunda protesta convocada por la Iglesia contra la detención de niños y familias, el obispo de Newark aseguró que «estas medidas draconianas no son una solución a nuestro quebrado sistema de migración»

Redacción
Foto: CNS

El cardenal Joseph Tobin, obispo de Newark (Nueva Jersey) se sumó el miércoles a una protesta por la detención de niños y familias en centros de inmigración. Unas 400 personas se concentraron frente a la sede de las Fuerzas de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) de Newark.

La marcha era el segundo acto de una serie de protestas convocadas por entidades de Iglesia. Durante la primera, el 18 de julio en Washington, 70 personas fueron detenidas durante un acto de desobediencia civil dentro de un edificio del Senado. La tercera cita tendrá lugar del 11 al 13 de octubre en El Paso (Texas).

El cardenal encabezó la marcha hasta la sede del ICE, coreando con todos gritos de «Parad la inhumanidad». También bendijo a los manifestantes, y se quedó rezando al lado mientras varios de los manifestantes bloqueaban un paso de peatones, formando en el suelo una cruz con sus cuerpos.

«Soy Joseph, vuestro hermano, y me ha partido el corazón la inhumanidad», había afirmado el obispo antes de este momento. Después de exigir que se ponga fin a la detención de niños migrantes y sus familias, el cardenal pidió a los «católicos y personas de buena voluntad a contactar con sus representantes y exhortarles a que no manipulen a las familias inmigrantes y sus familias como peones políticos».

Secuelas en los niños detenidos

La protesta coincidió con la publicación de un informe de la Oficina del Inspector General del Departamento de Salud y Servicios Humanos, en el que se advierte de que los niños migrantes separados de sus padres «mostraban más miedo, sentimientos de abandono y estrés postraumático» que aquellos menores migrantes a los que no se ha sometido a esta separación.

«Según quienes los han tratado, muchos niños llegan a los centros (de inmigración) después de huir de la violencia y de experimentar amenazas directas a su seguridad durante el viaje a Estados Unidos», afirmaba el documento. «Algunos también experimentaron el trauma de ser separados inesperadamente de sus padres como resultado de las políticas de inmigración de Estados Unidos».

«Los niños tendrán que cargar con el trauma creado provocado por las redadas de las fuerzas de inmigración, la separación de sus familias y por la detención indefinida», dijo el cardenal Tobin. «Estas medidas draconianas no son, no son, una solución a nuestro quebrado sistema de inmigración. Son violaciones de la dignidad humana y contrarias a todas las doctrinas religiosas y a la llamada sagrada a cuidar de nuestras poblaciones más vulnerables. A diferencia de otros, nosotros no tenemos que buscar versículos de la Biblia para justificar el construir muros. No hay ninguno».

Foto: CNS

«No sé si volveré a ver a mi hija»

Leonardo, un inmigrante de 27 años al que llevaron a Estados Unidos cuando tenía 7 años, sin documentos legales, compartió la tristeza que le supone «ver fotos de niños y bebés [detenidos], porque me identifico con ellos. Yo llegué cuando la mano dura contra la inmigración no era tan grave, y eso me hace pensar qué habría pasado si hubiera cruzado después».

El joven, que ahora trabaja a favor de los inmigrantes a través del Movimiento Cosecha, ha subrayado también lo doloroso que le resulta escuchar cómo se denigra a padres como los suyos, que decidieron emigrar buscando un futuro mejor para sus hijos.

«Si fuera una familia estadounidense que se fuera a otro país, no se les vería como criminales sino como héroes –aseguró–. Mis padres no son criminales. Hicieron lo que tenían que hacer y, cuando ellos terminaron su viaje, comenzó el mío». «Una familia es algo santo. Atacarla es atacar la religión», aseguró Leonardo, antes de pedir a los asistentes que «permanezcan fuertes en la oración, pero también permanezcan fuertes en la acción».

Otro testimonio fue el de una abuela hispana que acababa de contactar con los organizadores al llevar, poco antes, a su hija a una cita a la sede del ICE. Le habían exigido que acudiera pasaporte en mano y con un billete de avión a Honduras, su país de origen. La abuela, que se había quedado a cargo de los nietos, compartió su incertidumbre por no saber si la vería otra vez.

«Me encanta América —dijo, hablando en español—. Vinimos aquí para trabajar, buscando comida y de las bendiciones que este país nos puede brindar. Doy gracias a América, todo lo que queremos es una oportunidad».

Medidas alternativas

Aunque el cardenal Tobin era el único prelado presente, varios obispos se sumaron al evento en la distancia. Monseñor Wilton Gregory, arzobispo de Washington, envió un mensaje de apoyo en el que afirmaba que su difícil situación, «especialmente la de niños y familias, debería despertar nuestra compasión». Como alternativa, pedía medidas alternativas a la detención basadas en la implicación comunitaria, los programas de reasentamiento, así como programas que hagan frente a las causas de la emigración.

«Nosotros —añadió— debemos hacer lo que podamos para ayudar, incluyendo crear conciencia publica y presionar a las autoridades fronterizas, al Congreso y a la Administración».

CNS / Redacción