El Mediterráneo es «el nuevo Muro de Berlín» - Alfa y Omega

El Mediterráneo es «el nuevo Muro de Berlín»

El cardenal Osoro y el presidente de Sant’Egidio presentan el Encuentro Internacional Paz sin Fronteras. «Las religiones, aquí en Madrid, quieren mostrar que no es Dios quien divide mientras el mundo pide ayuda», dice Marco Impagliazzo

Ricardo Benjumea
Marco Impagliazzo (presidente de Sant’Egidio) y el cardenal Osoro. A la izquierda, Jesús Romero, de Sant’Egidio Madrid

Normas para regular las migraciones, sí. Muros, no. Este es el mensaje que quiere transmitir el Encuentro Internacional Paz sin Fronteras, que del 15 al 17 de septiembre organizan la Comunidad de Sant’Egidio y la archidiócesis de Madrid. Participantes de más de 80 países, representantes de las distintas religiones y personalidades de la cultura o la economía pretenden lanzar desde la capital de España un mensaje a favor de la convivencia en la diversidad.

Hace 30 años, recordó el presidente de Sant’Egidio, Marco Impagliazzo, cayó el Muro de Berlín, «pero han surgido otros muchos muros nuevos». «El que más nos conmueve es el muro del Mediterráneo, que separa el norte del sur del mundo», igual que el que pretende reforzar Donald Trump en Estados Unidos, o «tantos muros que separan a los ricos de a los pobres» en un mundo donde la desigualdad y la injusticia «han aumentado».

El Encuentro Internacional Paz sin Fronteras trata de mostrar que «la cultura del encuentro no es una teoría», y para ello convoca «a todos los hombres de buena voluntad» que quieren construir la paz, en palabras del cardenal de Madrid, Carlos Osoro.

De la prosa a la poesía, y de la poesía, a la prosa. Preguntado acerca de la propuesta de Vox de construir «un muro infranqueable» en Ceuta y Melilla, el purpurado dijo que «este mundo no se arregla construyendo muros, sino haciendo puentes». Lo cual no excluye que no haya «reglas» para regular los flujos migratorios. Igual que promover el encuentro entre personas de orígenes y culturas diversas no implica negar «las diferencias culturales y las diferencias de identidad que un pueblo nos da a todos», había dicho poco antes Osoro.

Pero antes de lo particular, para la Iglesia prima la «pertenencia fundamental» y la condición de «hermanos» de todos los seres humanos, matizó, presentando el ejemplo de Madrid como «ciudad construida por gentes venidas de todas las regiones de España, ahora ya de todo el mundo».

El ejemplo de los corredores humanitarios

«No somos ingenuos», retomó el tema Impagliazzo. «Cada persona necesita una casa, pero lo que queremos decir es que no necesitamos fortalezas» ni «muros que nos separen del resto del mundo».

En este sentido se enmarca la iniciativa de los corredores de Sant’Egidio que, de la mano de comunidades evangélicas, han permitido traer a Europa refugiados sirios o procedentes del Cuerno de África, si bien en números hasta ahora más bien simbólicos. Por el momento hay acuerdos firmados con Italia, Bélgica, Francia y Andorra. Con respecto a España, el acuerdo parecía inminente en tiempos ya del Ejecutivo de Mariano Rajoy, pero se ha ido demorando desde entonces.

La gran apuesta de Sant’Egidio, sin embargo, es por un enfoque europeo. La presidenta electa de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, tiene ya sobre su mesa la propuesta de «un corredor humanitario europeo», prosiguió Impagliazzo.

La petición incluye el establecimiento de cuotas en la UE. «Todos los países europeos tienen necesidad hoy de fuerza laboral [inmigrante]», y «esta es una vía que pretende quitar agua a los traficantes de seres humanos», argumentó.

Sant’Egidio no se limita a identificar en origen (campos de refugiados en el Líbano o Adis Abeba) a los refugiados candidatos a este programa, sino que promueve después su integración en las comunidades de origen. «No es una inmigración, digamos, sin límites», sino que se inserta en lugares con unas costumbres y unas leyes.

Al mismo tiempo, aseguró, los estados deberían «incentivar la reagrupación familiar», puesto que es «el modo más efectivo de integrara las personas».

Las religiones no dividen

Junto a los desafíos que las migraciones presentan hoy a la convivencia, el Encuentro Internacional de Madrid pone su foco en la aportación de las religiones por la paz, un diálogo iniciado por Sant’Egidio en 1987, para dar continuidad al histórico encuentro interreligioso convocado por Juan Pablo II un año antes en Asís.

De ahí –aseguró Impagliazzo–, han surgido importantes iniciativas como el Documento de Abu Dhabi firmado en febrero de este año durante la visita del Papa Francisco. Junto al Pontífice estampó su firma el Gran Imán de Al-Azhar (El Cairo), Ahmad Al-Tayyeb, considerado la mayor autoridad académica mundial del islam sunita, la rama mayoritaria. «Al-Tayyeb conoció al Papa a través de nuestra Comunidad» porque «había participado en varios de estos encuentros en el espíritu de Asís», dijo.

El diálogo interreligioso tendrá especial protagonismo en la inauguración del Encuentro Paz sin Fronteras, en la tarde del domingo, en el Palacio de Congresos de Madrid, y durante el tradicional encuentro de oración por la paz, en la tarde del martes, esta vez en la catedral de La Almudena. Pero «esto no es la ONU de las religiones», aclaró Impagliazzo, «sino que una Comunidad y una Iglesia local convocan a todas las religiones a hablar de paz. Y de este modo, «las religiones, aquí en Madrid, quieren mostrar que no es Dios quien divide mientras el mundo pide ayuda».