Siempre igual: sonríe y escucha - Alfa y Omega

Siempre igual: sonríe y escucha

Manuel María Bru Alonso
Foto: AFP Photo/Osservatore Romano

Cuando lo conocí, en 1998, era don Matteo un joven sacerdote romano. Fui con mi hermano Carlos para entrevistarnos con Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio. Yo, para un libro sobre los nuevos movimientos eclesiales, que fue publicado ese mismo año; mi hermano, para su tesis doctoral en Derecho Internacional, sobre las mediaciones de paz de la Comunidad de Sant’Egidio en Argelia y Mozambique, que no pudo terminar porque murió al año siguiente.

Riccardi le insistió a mi hermano en la necesidad de que, además de hablar con él, tuviese una entrevista con Matteo Zuppi, ya que él había sido la persona clave en las negociaciones de paz en Mozambique, y podría incluso facilitarle documentación. Tras las entrevistas con Riccardi, allí mismo, en los pequeños locales de la comunidad junto a la iglesia de Sant’Egidio en el Trastévere romano, se produjo esa entrevista con don Matteo. Mi hermano estaba encantado. Desde entonces nos hemos visto muchas veces en Roma, también tras ser nombrado por Benedicto XVI en 2012 obispo auxiliar de la Ciudad Eterna. Es fiel reflejo de su lema episcopal: «Que la alegría del Señor sea vuestra fortaleza». No ha dejado nunca de tener la misma sonrisa, una sonrisa inocente, como la de un niño. Pero tras la cual hay siempre una experiencia de cruz, porque el arte de la paz lleva consigo muchos sinsabores, sobre todo el rechazo y el antagonismo de quienes no están satisfechos con las concesiones que siempre supone llegar a un acuerdo de paz.

El año pasado en Bolonia (donde es arzobispo desde que en 2015 lo nombrará Francisco), volví a encontrarme con él. Ahora ha venido a Madrid, a participar en el 33 Encuentro Internacional de Oración por la Paz. Dice que le encanta esta ciudad porque, como Roma, es una ciudad abierta y universal. Han pasado los años pero sigue siendo el mismo, alto y delgado, pero no altivo ni sombrío, sino todo lo contrario. Se expresa moviendo todo su cuerpo. Siempre igual: sonríe y escucha. Nunca habla primero, porque siempre escucha primero. Nació para el diálogo.