Jóvenes con impacto social - Alfa y Omega

Jóvenes con impacto social

Fran Otero
Foto: Ayúdame 3D

Decía Eduardo Galeano en una frase bastante citada que «mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». Una frase que tomó carne y hueso la semana pasada en Madrid, en el festival internacional Unleash de talento joven en el que participaron cientos de personas y en el que se puso de manifiesto que la juventud de nuestros días –millennials y generación Z– no solo no se han resignado a un futuro peor que el de sus padres, como recogen diversos estudios y encuestas, sino que, además, muestran un gran compromiso social. De hecho, casi todos los proyectos presentados en el festival tenían un componente altruista: dar respuesta a enfermedades o ayudar a los más desfavorecidos. «El aspecto social y el sostenible deben estar presentes en cualquier proyecto. No entendemos que se pueda crear algo que no tenga un impacto positivo en el mundo. Para nosotros es un eje principal», explica Pablo González, fundador de Trivu, que organizó el festival por cuarto año consecutivo.

De los sueños y esfuerzos juveniles nacieron brazos biónicos para aquellas personas que perdieron los suyos en lugares desfavorecidos y sin acceso a prótesis, una ONG que pretende dar respuesta a los problemas de África desde África, un medio de comunicación que rompe con los estereotipos sobre los musulmanes, una app que puede detectar prematuramente el cáncer de piel gracias a la inteligencia artificial, una turbina que genera electricidad a partir de las olas del mar o una plataforma que lucha contra el odio en las redes sociales.

Historias reales que buscan, en definitiva, como explica Pablo González, mostrar a la juventud actual «que si se quiere y se lucha, quizá no se consiga todo, pero sí se estará en la senda adecuada para que aquello que tiene en la cabeza se convierta en realidad». Uno de los ejes fundamentales del festival fue la apuesta por la acción frente a la queja. Insistía sobre ello Ousman Umar, uno de los ponentes, cuando invitaba a todos asumir su propia responsabilidad y a dejar de echar las culpas a los políticos. Una línea en la que ahondó Pablo González en conversación con Alfa y Omega: «Quejarse por quejarse no aporta nada ni ha aportado nada. Hay que ser coherentes entre lo que pedimos y lo que estamos dispuestos a dar. Aquí somos reivindicativos desde la acción». A continuación, cinco ejemplo de ello.

Guillermo Martínez: de imprimir superhéroes a brazos robóticos para África

Guillermo Martínez es un joven madrileño que transformó su pasión por crear figuras con una impresora 3D que compró por internet en un modo de ayudar a los más necesitados. Así, de manera autodidacta, pasó de hacer puños de Hulk a crear brazos robóticos que pudiesen ser utilizados por personas a las que les falta esta extremidad en Kenia, donde tuvo una experiencia solidaria, y ahora por todo el mundo. Para ello, cuenta con la colaboración de personas que ponen a disposición de su ONG, Ayúdame3D, sus impresoras y también con la generosidad económica de tantas otras que costean los materiales. Porque los brazos se entregan de manera gratuita. Lo mejor, según explica Guillermo a Alfa y Omega, es «la gratitud que recibes, pues los resultados son muy evidentes». Ahora mismo está centrado en este producto estrella con el que ha logrado varios premios, pero no descarta seguir creando otros productos. Eso sí, cualquier apuesta debe tener un marcado valor social y, de hecho, cree que cualquier empresa debería tenerlo en cuenta. «Se trata de resolver problemas», explica.

Hannah Herbst: piel de tiburón contra las infecciones

Solo tiene 19 años, pero de su cuello han colgado ya numerosas medallas científicas. A los 15, se convirtió en la mejor científica joven de los Estados Unidos gracias a una turbina que utiliza las olas del mar para generar energía, un proyecto que pondrá a disposición de otros investigadores de manera gratuita. Su última investigación tiene que ver con la utilización de las propiedades de la piel de tiburón para crear vendas resistentes a las infecciones.

Hanan Challouki: buenas noticias musulmanas

Cansada de que se presente a la comunidad musulmana con la imagen de terroristas, fundamentalistas…, esta joven belga, reconocida por Forbes, creó una plataforma –mvslim.com– donde ofrecer a los jóvenes musulmanes modelos positivos que seguir, al mismo tiempo que se crea un puente con otras culturas. En cuatro años han logrado un gran éxito de audiencia, principalmente en Estados Unidos, desde donde llega el 40 % de su tráfico. Los temas que aborda son variados, siempre desde una óptica positiva, aunque también abunda el discurso reivindicativo, por ejemplo, otorgando espacio al papel de la mujer y su contribución a la educación, la ciencia y la cultura.

Ousman Umar: del infierno Libio al Vaticano con el Papa

Ousman salió de su país, Ghana, hacia Europa con solo 13 años. Llegó en patera a Fuerteventura con 16 tras haber cruzado el desierto y vivir un infierno en el norte de África, principalmente en Libia. Había logrado su sueño, pero no era como él había imaginado. Desde Canarias, donde estuvo encerrado en el CIE, llegó a Málaga, y de allí le enviaron a Barcelona porque lo único que sabía decir en español era Barça. En la capital catalana vivió dos meses en la calle hasta que una persona lo ayudó, Montse, que se convertiría luego en su segunda madre y tabla de salvación. Gracias a su familia española, Ousman pudo estudiar y llegar a la universidad. Hoy es fundador y presidente de la ONG Nasco Feeding Minds, que está poniendo en marcha clases de informática en escuelas rurales de su país. Busca que sus pequeños compatriotas no tengan que seguir su camino y cruzar «el infierno» que él tuvo ocasión de narrarle en primer persona al Papa Francisco en 2018. Y si deciden emigrar, que al menos tengan toda la información de lo que se van a encontrar por el camino y a su llegada a Europa. Su historia la ha escrito en el libro, Viaje al país de los blancos (Plaza & Janés). Preguntado sobre qué mensaje desearía trasladar a los jóvenes, no duda en responder: «No esperes a ser presidente del Gobierno para cambiar el mundo, hazlo ahora».

Laura García: rebobina contra el odio en las redes

Hace un par de años, cuando Facebook buscaba soluciones contra el discurso del odio en redes sociales, Laura García Pesquera (segunda por la derecha) pensó que sería buena idea responder con un mensaje unificado: el símbolo de rebobinar, que todos tenemos en nuestros teclado del móvil. Así nació Rewind, que busca combatir a todos aquellos que insultan, amenazan y humillan a los demás en redes sociales. Propone que cuando un usuario vea que hay alguna falta de respeto o insulto se responda con el emoji de rebobinar. «Se corta el discurso, no lleva a más odio, apoyas a la persona que sufre y creas comunidad», explica esta joven, que hizo prácticas en este semanario. A este pequeño gesto acompañan campañas de concienciación para evitar llegar al rebobinado.