Más que nunca, misioneros - Alfa y Omega

Más que nunca, misioneros

El Año de la fe y el Sínodo de Obispos recuerdan el compromiso de la Iglesia por compartir con otros el gozo de la presencia de Dios. Más que nunca, hay que ser misionero: no hay edad, ni condición, ni fronteras. Desde el sacerdote que con 70 años se va por primera vez a Costa de Marfil a la familia que, tras vivir la experiencia en Argentina, evangeliza en su propia casa

Cristina Sánchez Aguilar
Refugiados en Abiyán a los que atienden los misioneros.

«Si lo hubiera pensado media hora antes de decir que , seguro que habría encontrado miles de razones para escudarme en el No». Don José Antonio Martínez Puche es un sacerdote dominico a quien, tras 28 años al frente de la editorial Edibesa y 70 años en su carnet de identidad, le pudo el y ya pasa sus días como director espiritual del Seminario Redemptoris Mater de Abiyán, en Costa de Marfil. Es el vivo ejemplo de que el gusanillo misionero está siempre presente en todos aquellos que dan el incondicional a Dios. Aunque, a veces, de forma inconsciente. Don José Antonio reconoce «que no lo había pensado nunca», pero «fue casi de casualidad que me encontrase en aquel foro en el que yo era el único sacerdote, y transmitieran que había una petición urgente de presbíteros para varias partes del mundo». Al escucharlo, «me vino un desprendimiento absoluto, y una gran paz en el corazón», y se ofreció voluntario. «Está claro que es el Señor el que está detrás», afirma, «porque yo habría sido completamente incapaz de dejar mi criatura —Edibesa— en otras manos». Pero después de toda una vida detrás de los libros, evangelizando con la pluma y el papel —además de creador y director de Edibesa, ha trabajado en la Cadena COPE y 19 años en TVE, en los programas Pueblo de Dios, Últimas Preguntas y Testimonio—, «en la recta final de mi vida quiero dedicarme al carisma de santo Domingo, a ir y predicar el Evangelio a toda la creación». Recuperar este celo misionero, que llega cuando Dios quiere —como en el caso del sacerdote valenciano, de 83 años, Vicente Amargós, que partió ayer como misionero a Venezuela para ser director espiritual del Seminario de Ciudad Bolívar—, es uno de los grandes retos de la Iglesia, como señala Benedicto XVI en su Mensaje para la Jornada Misionera Mundial 2012: «Necesitamos retomar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en el todo el mundo entonces conocido, mediante su anuncio y testimonio».

¿Quién dijo miedo?

El único lugar en el que había estado de misión el sacerdote dominico fue en Badajoz, hace muchos años, y sólo durante dos meses. Un país como Costa de Marfil, destrozado tras la guerra civil y con miles de refugiados a los que atienden los misioneros, se extiende como un abismo frente a él. Pero, «cuando Dios encomienda una misión, da las gracias necesarias para cumplirla», explica el padre Martínez Puche, porque, como recuerda el título del Mensaje del Papa —de la Carta apostólica Porta fidei—, estamos Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad. El Domund de este año tiene un significado especial. El 50 aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II, la apertura del Año de la fe y el Sínodo de Obispos sobre la nueva evangelización, dice el Papa que «contribuyen a reafirmar la voluntad de la Iglesia de comprometerse con más valor en la misión ad gentes», en los confines de la tierra y «en los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia de Dios».