7 pistas para hacer familia - Alfa y Omega

7 pistas para hacer familia

«La familia es el primer lugar donde aprendemos a comunicar», dice el Papa en su Mensaje para la XLIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra este domingo. En medio del proceso sinodal de reflexión sobre la familia, el Papa pide comunicar bien la riqueza de la familia. ¿Cómo hacerlo? Basándonos en algunos párrafos del Mensaje, ofrecemos algunas pistas:

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

La madre, primera comunicadora

«El seno materno que nos acoge es la primera escuela de comunicación, hecha de escucha y de contacto corpóreo, donde comenzamos a familiarizarnos con el mundo externo en un ambiente protegido y con el sonido tranquilizador del palpitar del corazón de la mamá. Este encuentro entre dos seres a la vez tan íntimos, aunque todavía tan extraños uno de otro, es un encuentro lleno de promesas, es nuestra primera experiencia de comunicación» (del Mensaje del Papa).

Marta y Lucía han sido el rostro de la última convocatoria provida en España, la manifestación Cada vida importa. Hoy, Lucía tiene dos años y medio, y su sonrisa es posible porque su madre decidió seguir adelante con su embarazo cuando lo más fácil habría sido abortar. De aquella primera escuela de comunicación entre Marta y Lucía que fue el embarazo, Marta dice que «todas las madres lo viven. Poco a poco, empiezas a notar a tu hijo y te das cuenta de que tu hijo está contigo y lo sientes de verdad. Te sale de dentro llevarte la mano y acariciar la tripa cada dos por tres. Te sientes muy cerca de él, le proteges. Yo, a Lucía, le cantaba canciones ya desde que estaba en la tripa; estaba en mi cuarto y ya le hablaba como si estuviera ya fuera. Cuando daba pataditas, es precioso poder notarla».

Luego viene el momento del parto, y «lo mejor viene nada más nacer, cuando te la ponen encima, te sientes de verdad súper unida. Todavía no habla, pero te está diciendo que te quiere; si llora, te busca, se acurruca en tus brazos y se queda callada. Te dice que te quiere aun sin poder hablar».

Rezar en familia

«Es el mejor momento del día, cuando antes de dormir nos ponemos todos bajo la mano del Padre»

—«La experiencia del vínculo que nos precede hace que la familia sea también el contexto en el que se transmite esa forma fundamental de comunicación que es la oración. Cuando la mamá y el papá acuestan para dormir a sus niños recién nacidos, a menudo los confían a Dios para que vele por ellos; y cuando los niños son un poco más mayores, recitan junto a ellos oraciones simples».

Estas oraciones simples son en la familia Adrada el Jesusito de mi vida, el Ángel de mi guarda y el Avemaría: «Son nuestros imprescindibles de cada noche», dicen Carlos y Loli, padres de Marta, Lucía y Javier, de 7 a 3 años. «Y si cambiamos el orden, o estamos muy cansados para rezar, ellos protestan y casi nos exigen rezar con ellos». Además, usan alguna fórmula que han aprendido en la iniciativa de rezar en familia Family Chef, de la diócesis de Toledo: «Junto a las oraciones habituales, tenemos un momento para dar gracias por algo del día, para pedir perdón, y para pedir por alguna intención. Nosotros también participamos, ¡y nos viene muy bien!», reconocen Carlos y Loli. Para ellos, «es el mejor momento del día, cuando antes de dormir nos ponemos todos bajo la mano del Padre, que nos sostiene, nos cuida y nos mima. No hay mejor manera de acabar el día».

Familias «en salida»

«De un Sí pronunciado con fe, surgen consecuencias que van mucho más allá de nosotros mismos y se expanden por el mundo. Visitar comporta abrir las puertas, no encerrarse en uno mismo, salir, ir hacia el otro. También la familia está viva si respira abriéndose más allá de sí misma, y las familias que hacen esto pueden comunicar su mensaje de vida y de comunión, pueden dar consuelo y esperanza a las familias más heridas, y hacer crecer la Iglesia misma, que es familia de familias».

Desde hace tres años, varias familias del colegio Las Tablas-Valverde, en Madrid, van con sus hijos, un sábado al mes, a acompañar y celebrar la Eucaristía junto a los discapacitados mentales de la residencia Nuestra Señora del Camino, en Madrid, en una iniciativa conjunta promovida por la Fundación Promoción Social de la Cultura junto con el APA del colegio. Padres e hijos preparan la Misa con cariño y detalle, las canciones, las ofrendas…, y luego tienen una merienda en común.

Sus responsables, José Luis y Marta, señalan que se trata de «acompañar un rato a aquellos que no tienen tanto como nosotros; dejamos de hacer nuestros planes para salir y acompañar a otros, y luego, al final, resulta que es muy enriquecedor para todos. Dejas de lado tu egoísmo para ayudar a los demás». Los más pequeños «lo viven con naturalidad, y entre ellos y los residentes surge un cariño muy especial. Todos disfrutamos mucho». Además, «compartir este espacio de convivencia entre residentes, hijos y padres es de un gran valor, ayuda a nuestros hijos a crecer en valores como la solidaridad y la empatía, y se experimenta querer a los demás en toda su dignidad. Sin duda, los amigos de la residencia nos dan mucho más que lo que podamos aportar».

Escuela de perdón

«…que haya sólo un ordenador en casa, para evitar que cada uno se aísle»

–«La familia es, más que ningún otro, el lugar en el que, viviendo juntos la cotidianidad, se experimentan los límites propios y ajenos, los pequeños y grandes problemas de la convivencia, del ponerse de acuerdo. No existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos; hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva. Por eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón».

Pilar Santisteban, orientadora familiar de Sevilla, explica que «el matrimonio es un proyecto en el tiempo, y por eso a lo largo de los años puede haber momentos buenos y momentos malos. Hay ocasiones en que hay fallos personales, pero en la familia uno es aceptado tal como es: no se aceptan sus errores, pero se los comprende. ¿Como no voy a disculpar un fallo, si yo también los tengo?».

Pilar sabe bien que las crisis «suelen surgir por cosas pequeñas, pero que en realidad son el reflejo de algo que está dejando poso desde hace tiempo». Por eso, es necesario «ir hablando el día a día, no callarse las cosas, para no dejar que las crisis crezcan. Hay que dedicar ratos a hablar cara a cara, sin ruidos, hablar y escuchar, porque a veces lo más difícil es escuchar». Y, cuando los problemas pasan a mayores, no hay que tener miedo a pedir ayuda: a la Iglesia —que ofrece su ayuda a la través de los Centros de Orientación Familiar (COF)— y al Señor, porque «es un miembro más de la familia al que hay que dejar actuar. A veces se nos olvida, pero Él está siempre dispuesto a escuchar y a ayudar».

Y subraya Pilar «la alegría del perdón, del que lo recibe y el que lo da. El perdón favorece siempre al que lo da, se lo pidan o no se lo pidan; y al que lo pide, se lo den o no se lo den».

¿Medios de comunicación, o de incomunicación?

—«Hoy, los medios de comunicación más modernos, que son irrenunciables sobre todo para los más jóvenes, pueden tanto obstaculizar como ayudar a la comunicación en la familia y entre familias. La pueden obstaculizar si se convierten en un modo de sustraerse a la escucha, de aislarse de la presencia de los otros, de saturar cualquier momento de silencio y de espera. La pueden favorecer si ayudan a contar y compartir, a permanecer en contacto, a agradecer y a pedir perdón, a hacer posible una y otra vez el encuentro».

«A la hora de usar los medios de comunicación, lo primero es que el matrimonio esté de acuerdo. En el momento en que se rompa este acuerdo, se rompe la autoridad y los hijos hacen lo que quieren», dice el consultor y orientador familiar José María Contreras. Además, «los padres tienen que vivir bien esto. No pueden pedir a los hijos un uso que ellos no hacen».

Marta y Lucía: «Te dice que te quiere aun sin poder hablar»

¿Consejos prácticos? Don José María recomienda «que haya sólo un ordenador en casa, para evitar que cada uno se aísle en su mundo; dejar el móvil a la entrada de casa, porque Facebook no tiene nada que decirnos en el hogar; comer y cenar juntos sin televisión, para que no interrumpa la vida familiar y para que padres e hijos puedan hablar y conocerse mejor; enseñar a los hijos a saber distraerse sin pantallas, que no las necesiten para vivir; no guiarse por lo que hagan en otras familias; estar pendientes de qué hacen los hijos en las redes sociales, a través de la webcam: los padres tienen que hablar de eso con claridad; usar la televisión para ver películas bonitas y edificantes, deportes, concursos sanos, todo en familia…, y evitar todo lo que haga peor a las personas, que vaya en contra de la familia, de la autoridad de los padres, de la persona, de valores humanos, de la sexualidad, de Dios…, porque eso hace daño a quienes lo ven».

Lo que vivimos cada día

—«La familia más hermosa, protagonista y no problema, es la que sabe comunicar, partiendo del testimonio, la belleza y la riqueza de la relación entre hombre y mujer, y entre padres e hijos. No luchamos para defender el pasado, sino que trabajamos con paciencia y confianza, en todos los ambientes en que vivimos cotidianamente, para construir el futuro».

Para monseñor Ginés García Beltrán, obispo de Guadix y Presidente de la Comisión episcopal de Medios de Comunicación Social, «el mejor modo de comunicar la belleza y la riqueza de la familia es el testimonio de la propia familia. Afortunadamente, son muchas las familias que viven en el amor y en la entrega mutua. Son familias que no viven encerradas en sí mismas, sino abiertas a los demás. Familias que son un hogar que acoge y comprende. Familias que son realmente la primera sociedad y la Iglesia doméstica».

Lejos de grandes estrategias de comunicación, monseñor García Beltrán afirma que «se comunica también la familia en la verdad de lo que es. En una cultura del encuentro, hemos de mostrar la verdad sobre el matrimonio y la familia tal como la hemos recibido de la revelación de Dios. Y, como dice el Papa en su Mensaje, narrando la familia, no como algo abstracto, sino como lo más cotidiano, lo que vivimos cada día».

No todo es bueno

—«El desafío que hoy se nos propone es, por tanto, volver a aprender a narrar, no simplemente a producir y consumir información… La información es importante, pero no basta, porque a menudo simplifica, contrapone las diferencias y las visiones distintas, invitando a ponerse de una u otra parte, en lugar de favorecer una visión de conjunto. Los medios de comunicación tienden en ocasiones a presentar la familia como si fuera un modelo abstracto que hay que defender o atacar, en lugar de una realidad concreta que se ha de vivir».

«Creemos que, por dominar la técnica o adaptar nuestro lenguaje a los lenguajes acomodaticios de la sociedad en la que vivimos, estamos haciendo lo correcto, pero no es suficiente», dice Juan Díez Bernardo, Director del área sociorreligiosa de 13TV. «Es necesaria una labor educativa en lo que se refiere al consumo de la información, por utilizar las mismas palabras del Papa –explica–. La evangelización en los medios y a través de ellos pasa también por la formación de los usuarios, promoviendo la capacidad de discernimiento y la libertad de elección siendo consecuentes con las exigencias de la fe». Para Díez Bernardo, «no todo es bueno y hay que saber prescindir de lo que no lo es, así como demandar unos contenidos que promuevan verdaderamente la dignidad humana y la capacidad de crear vínculos de comunión entre las personas y en las comunidades».