El Papa pone como ejemplo de oración a las madres que no se cansan de rezar por su familia - Alfa y Omega

El Papa pone como ejemplo de oración a las madres que no se cansan de rezar por su familia

La Iglesia está llamada a «difundir en todo el mundo la llama de la fe», pero no con proselitismo, sino compartiendo «la llama que calienta el alma», dijo el Papa el domingo, día del Domund, al término del rezo del Ángelus. Francisco recordó a una misionera italiana recientemente asesinada en Nigeria, y dirigió un saludo a las madres argentinas, con motivo de la celebración en su país natal del Día de la Madre. Igual que la viuda del pasaje evangélico, esas mujeres que «no se cansan jamás» de rezar por toda la familia -dijo- «nos dan un verdadero testimonio de fe, de coraje, de modelos de oración»

Redacción

«¿Cuál es la misión de la Iglesia?», se preguntó el Papa. «Difundir en todo el mundo la llama de la fe, que Jesús ha encendido en el mundo: la fe en Dios que es Padre, Amor, Misericordia. El método de la misión cristiana no es el hacer proselitismo, sino el compartir la llama que calienta el alma».

En el Domingo Mundial de las Misiones -añadió-, todos debemos estar particularmente «cerca de todos los misioneros y las misioneras, que trabajan tanto sin hacer ruido y que dan su vida. Como la italiana Afra Martinelli, que ha trabajado durante muchos años en Nigeria: hace unos días ha sido asesinada, por robo. Todos han llorado, cristianos y musulmanes ¡era muy querida! Ella ha anunciado el Evangelio con su vida, con la obra que ha realizado, un centro de educación. Y de este modo ha difundido la llama de la fe, ¡ha combatido la buena batalla! ¡Pensemos en esta hermana nuestra y saludémosla con un aplauso todos juntos!».

El Papa aludió también a Stefano Sándor, beatificado la víspera en Budapest. «Era un salesiano laico, ejemplar en el servicio a los jóvenes, en el oratorio y en la instrucción profesional -dijo-. Cuando el régimen comunista cerró todas las obras católicas, afrontó las persecuciones con valentía, y fue asesinado a los 39 años».

También tuvo palabras el Santo Padre para «la población de Filipinas afectada por un fuerte terremoto» y pidió oraciones por las víctimas. Además, recordó que, en Argentina, se celebraba el Día de la Madre, y dirigió un saludo «a las madres de mi tierra».

De las madres, habló también el Papa, al comentar el evangelio del día, el pasaje de la viuda que insistentemente ruega al juez injusto que le haga justicia. Igual que la viuda, muchas mujeres «luchan por su propia y «no se cansan jamás» de rezar. «Un recuerdo hoy, de todos nosotros, a estas mujeres que con su actitud nos dan un verdadero testimonio de fe, de coraje, de modelos de oración. ¡Un recuerdo a ellas! Rezar siempre, ¡pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras! ¡Él sabe mejor que nosotros de qué cosa tenemos necesidad! Más bien la oración perseverante es expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, cada momento, para vencer el mal con el bien».

Alocución del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy Jesús relata una parábola sobre la necesidad de rezar siempre, sin cansarse. La protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez deshonesto, logra que él le haga justicia. Y Jesús concluye: si la viuda logró convencer a aquel juez, ¿piensan que Dios no nos escuche, si le rezamos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: «¿No hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche?» (Lc 18, 7).

«¡Clamar día y noche» a Dios! Nos sorprende esta imagen de la oración. Pero preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿Acaso Él no conoce ya nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene insistir con Dios?

Y esta es una buena pregunta, que nos hace profundizar un aspecto muy importante de la fe: Dios nos invita a orar con insistencia, no porque no sabe de qué cosa tenemos necesidad, o porque no nos escucha. Al contrario, Él escucha siempre y conoce todo de nosotros, con amor. En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal, fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; nosotros luchamos junto a Él, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su ayuda. Pero la lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y resistencia -como Moisés, que debía tener los brazos alzados para hacer vencer a su pueblo (Cfr. Es 17, 8-13)-. Y así hay una lucha que llevar adelante cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de esta fe. Por eso Jesús nos asegura la victoria, pero al final se pregunta: «Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?» (Lc 18, 8). Si se apaga la fe, se apaga la oración, y nosotros caminamos en la oscuridad, nos perdemos en el camino de la vida.

Aprendamos, por tanto, de la viuda del Evangelio a rezar siempre, sin cansarnos. ¡Era buena esta viuda, sabía luchar por sus hijos y pienso en tantas mujeres que luchan por su propia familia, que rezan, que no se cansan jamás! Un recuerdo hoy, de todos nosotros, a estas mujeres que con su actitud nos dan un verdadero testimonio de fe, de coraje, de modelos de oración. ¡Un recuerdo a ellas! Rezar siempre, ¡pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras! ¡Él sabe mejor que nosotros de qué cosa tenemos necesidad! Más bien la oración perseverante es expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, cada momento, para vencer el mal con el bien.