Judíos y católicos piden en Madrid que se respete la libertad religiosa - Alfa y Omega

Judíos y católicos piden en Madrid que se respete la libertad religiosa

Madrid acoge, del 13 al 17 de octubre, la XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace entre Católicos y Judíos. En la declaración final del encuentro, presentada este miércoles, los representantes oficiales de ambas religiones subrayan su herencia común y denuncian los ataques contra la libertad religiosa. Sin embargo, también hay motivos para la alegría por todo lo que se ha avanzado en la relación entre ambas religiones

Redacción

Los ataques contra la libertad religiosa, ya sean bajo la forma de persecución contra los cristianos o de antisemitismo, son uno de los principales Desafíos para la religión en la sociedad contemporánea. Este es el lema que ha agrupado, en Madrid, a líderes católicos y judíos, en el marco de la XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace entre Católicos y Judíos.

La declaración final del encuentro, presentada este miércoles, reafirma, en primer lugar, «la singular relación entre católicos y judíos basada en un legado espiritual común y en una responsabilidad compartida en la defensa de la dignidad humana»; un legado y una responsabilidad que surgen de «la herencia bíblica que explica la relación entre Dios y los hombres».

Gran parte del documento se centra en la defensa de la libertad religiosa, cuyo fundamento último se encuentra en «la creencia de que cada individuo ha sido dotado por Dios de dignidad. Esto requiere que cada persona pueda expresar su libertad de conciencia y religión de manera individual e institucional, privada y pública». Por ello, lamentan «que se tome el nombre de Dios en vano», la «persecución por motivos religiosos» y «la manipulación política de la religión».

En este sentido, los líderes de ambas religiones hacen un llamamiento «a los líderes políticos y religiosos y a las instituciones para que aseguren la integridad física y la protección legal de todos aquellos que ejerciten» este derecho fundamental, que incluye el derecho a «cambiar o abandonar sus creencias religiosas y a educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias». Ellos, por su parte, se comprometen a luchar juntos contra la persecución de las minorías cristianas «en Oriente Medio y en cualquier otra parte», y también contra el antisemitismo. En cuanto a este último problema, «exhortamos a todos los líderes religiosos a que se opongan firmemente a este pecado».

Los frutos de Nostra aetate

Los participantes en la reunión subrayan en su declaración el papel fundamental que tuvo la declaración del Concilio Vaticano II Nostra aetate, que «ha contribuido a cambiar y mejorar las relaciones entre judíos y católicos». Por ello, recomiendan que se estudie en todos los seminarios, de una y otra religión. «Es imperativo que las nuevas generaciones» de líderes religiosos «abracen estas enseñanzas y aseguren que lleguen a todos los rincones de la Tierra». Recuerdan también que, en 2015, se celebrará el 50 aniversario de este documento; una ocasión que «supondrá un momento privilegiado para reafirmarnos en la condena del antisemitismo».

Por último, se comprometen a «cooperar para mejorar las vidas de los que viven en los márgenes de la sociedad: los pobres, los enfermos, los refugiados, las víctimas del tráfico humano, y [para] proteger la creación de Dios de los peligros del cambio climático». Un trabajo en defensa del bien común al que invitan a unirse a todas las personas que están en posiciones de autoridad e influencia.

Texto de la declaración conjunta

Herencia Común

Judíos y cristianos compartimos la herencia bíblica que explica la relación entre Dios y los hombres. Basándonos en esta historia sagrada, judíos y católicos nos reunimos para debatir las oportunidades y dificultades a las que se enfrentan las creencias religiosas en el mundo de hoy.

Casi hace 50 años el Concilio Vaticano II promulgó la Declaración Nostra aetate, encaminando a la Iglesia católica hacia una nueva senda en su relación con el pueblo judío. Uno de los frutos más importantes fue el establecimiento del International Liaison Committee (ILC) como el instrumento formal para vehicular las relaciones entre la Santa Sede y la comunidad judía internacional. La discusión abierta en un espíritu de mutua confianza y respeto ha caracterizado nuestro encuentro en Madrid y abunda en el progreso conseguido en enseñar e implementar los principios y enseñanzas de la Declaración conciliar. En este vigésimo segundo encuentro nos reafirmamos en la singular relación entre católicos y judíos basada en un legado espiritual común y en una responsabilidad compartida en la defensa de la dignidad humana.

Como católicos y judíos abogamos por un mundo en el que los derechos humanos sean reconocidos y respetados y todos los pueblos puedan florecer en paz y libertad. Estamos comprometidos a fortalecer nuestra colaboración para lograr una más equitativa distribución de las riquezas y los beneficios derivados de los avances de la ciencia, medicina, educación y desarrollo económico. Nuestra unión busca una mejora del mundo de forma que refleje la visión bíblica original: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era bueno» (Génesis 1, 31)

Se han discutido y examinado en pequeños grupos el aumento del antisemitismo, el incremento de la persecución de los cristianos en varias partes del mundo y la amenaza a la libertad religiosa en muchas sociedades. A la luz de nuestros ideales religiosos compartidos hemos examinado las dificultades a las que nuestras tradiciones religiosas se enfrentan hoy en día: violencia, terrorismo, extremismo, discriminación y pobreza. Nos entristece profundamente que se tome el nombre de Dios en vano.

Libertad religiosa

Animados por la preocupación expresada por el Papa Francisco acerca del bienestar universal de todos, especialmente de los pobres y oprimidos, compartimos la creencia de que cada individuo ha sido dotado por Dios de dignidad. Esto requiere que cada persona pueda expresar su libertad de conciencia y religión de manera individual e institucional, privada y pública. Deploramos la manipulación política de la religión. Judíos y católicos condenamos la persecución por motivos religiosos.

Hacemos un llamamiento a los líderes políticos y religiosos y a las instituciones para que aseguren la integridad física y la protección legal de todos aquellos que ejerciten su derecho fundamental a la libertad religiosa, que protejan el derecho de los individuos a cambiar o abandonar sus creencias religiosas, a educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias, incluyendo el sacrificio ritual de animales, la circuncisión y poder mostrar símbolos religiosos en lugares públicos.

Persecución de los cristianos

ILC recomienda a la Comisión del Vaticano para las Relaciones Religiosas con los Judíos y el IJCIC trabajar juntos contra la persecución de las minoría cristianas allí donde se lleve a cabo, de alertar sobre estos problemas y apoyar los esfuerzos que garanticen que todo ciudadano tenga plenos derechos independientemente de su identidad étnica o religiosa, en Oriente Medio y en cualquier otra parte. Especialmente respecto a la minoría cristiana y a la comunidad judía en Oriente Medio.

El aumento del antisemitismo

Como el Papa Francisco ha dicho repetidamente, «un cristiano no puede ser antisemita». Exhortamos a todos los líderes religiosos a que se opongan firmemente a este pecado. La celebración del 50 aniversario de Nostra aetate en 2015 supondrá un momento privilegiado para reafirmarnos en la condena del antisemitismo. Urgimos a que las enseñanzas antisemitas desaparezcan de libros de texto y discursos en todo el mundo. De igual manera cualquier expresión anti-cristiana es igualmente inaceptable.

Educación

Recomendamos que todos los seminarios judíos y católicos incluyan programas educativos sobre la Nostra aetate y los documentos posteriores de la Santa Sede que implementan esta Declaración. Las nuevas generaciones de líderes católicos y judíos reconocemos lo mucho que Nostra aetate ha contribuido a cambiar y mejorar las relaciones entre judíos y católicos. Es imperativo que las nuevas generaciones abracen estas enseñanzas y aseguren que lleguen a todos los rincones de la Tierra.

Frente a estos desafíos, judíos y católicos renovamos nuestro compromiso para educar a nuestras respectivas comunidades en el conocimiento y respeto del otro. Acordamos cooperar para mejorar las vidas de los que viven en los márgenes de la sociedad: los pobres, los enfermos, los refugiados, las víctimas del tráfico humano y proteger la creación de Dios de los peligros del cambio climático. No podemos hacer esto solos. Hacemos un llamamiento a todos aquellos en posiciones de autoridad e influencia para que se nos unan en la causa del bien común, de forma que todos podamos vivir en dignidad y seguridad, y la justicia y la paz prevalezcan.