¿Quiénes son las nuevas santas? - Alfa y Omega

¿Quiénes son las nuevas santas?

Estas son las cuatro nuevas santas que ha canonizado el Papa Francisco, y la nueva beata que será elevada a los altares el próximo sábado en Kenya

José Antonio Méndez

Juana Emilia de Villanueva

¿Qué ha dicho el Papa de ella?

«El amor de Dios resplandece en ella, que consagró su vida a Dios y a los pobres, a los enfermos, a los encarcelados, a los explotados, haciéndose para ellos y para todos un signo concreto del amor misericordioso del Señor».

¿Quién era?

Jean Emilie de Villeneuve nació en Toulouse el 9 de marzo de 1811, en una familia de la nobleza francesa. Su padre era el marqués de Villeneuve y ella vivió su infancia en el castillo de Hauterive, cerca de Castres. Recibe una educación católica que la lleva a no poner su corazón en las riquezas, sino a entregarse a Dios en el servicio a los pobres. Con 25 años, funda en Castres la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, que recibirán el nombre de Hermanas azules, por el color de su hábito. Y les infunde un carisma específico: cuidar de los pobres, sin dejar de anunciarles explícitamente el Evangelio. Se dedica a atender a enfermos, prostitutas y jóvenes trabajadoras, y va a visitar y atender a los presos. En 1847, envía a cuatro religiosas a Senegal, y después a Gambia, Gabón e Iberoamérica, siguiendo una máxima: «Ir allí donde nos llama la voz de los pobres».

En 1853, dimite como Superiora de la congregación, y en 1854 muere a causa de una epidemia de cólera en Francia. Fue beatificada en el año 2009.

María de Jesús Crucificado

¿Qué ha dicho el Papa de ella?

«Supo dar explicaciones teológicas con extrema claridad, fruto del diálogo continuo con el Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu la hizo instrumento para el encuentro y la comunión con el mundo musulmán».

¿Quién era?

Eblin es una pequeña aldea cercana a Nazaret. Allí nació, en 1846, Mariam Baouardy, de padres católicos greco-melquitas. Con 3 años quedó huérfana, y fue acogida por un tío que la trasladó a Alejandría de Egipto. Sintió la vocación religiosa, pero al cumplir 12 años su tío quiso casarla. Mariam se niega, la familia del pretendiente lo consideró una ofensa, y ella tendrá que huir de casa. Un musulmán intenta convertirla al Islam, ella se niega a renunciar a Cristo, y el hombre la golpea y acuchilla, dándola por muerta. Se salva milagrosamente y, al despertar, se ve atendida por una mujer «de aspecto celestial», que ella dirá era la Virgen María.

Cuando se repuso, viajó a Jerusalén, Beirut y Marsella, donde, tras conocer a las carmelitas descalzas, ingresó en el Carmelo en 1865, con el nombre de María de Jesús Crucificado. En 1875, funda el Carmelo Descalzo de Belén, donde murió en 1878. Se le atribuyen cinco dones místicos: éxtasis, levitación, estigmas, visión de santos y don de poesía.

María Alfonsina

¿Qué ha dicho el Papa de ella?

«Irradia el amor de Dios en el apostolado, convirtiéndose en testimonio de mansedumbre y unidad. Ofrece un ejemplo de lo importante que es hacernos responsables unos de otros, de vivir uno al servicio del otro».

¿Quién era?

Maryam Sultanah Danil, conocida como María Alfonsina, nació en Jerusalén en 1843. Su nombre le llevó a sentir un profundo amor por la Virgen y por el Rosario. Por eso, a pesar de la oposición de sus padres se consagró como dominica a los 14 años. En 1880, siente la llamada a fundar una nueva Congregación que se dedique a ayudar a los sencillos, y al rezo del Rosario. Nacen así las Hermanas Dominicas del Rosario, donde va a vivir 42 años. Abre un taller para dar formación a las jóvenes más pobres de Belén; cuida en Jaffa de su director espiritual, enfermo; viaja por Beit Sahur, Salt, Nablus, Zababdeh y Jerusalén; funda orfanatos y se dedica a enseñar a los niños a leer y escribir, fundar confraternidades para mujeres, enseñar oficios, transmitir el Catecismo y difundir el rezo del Rosario. Murió en 1927.

El trabajo de estas religiosas en escuelas, parroquias e instituciones en toda la región les han dado gran fama en toda Tierra Santa.

María Cristina Brando

¿Qué ha dicho el Papa de ella?

«De la oración, el encuentro corazón a corazón con Jesús resucitado, presente en la Eucaristía, recibía la fuerza para soportar los sufrimientos y donarse a tantos alejados de Dios y hambrientos de amor auténtico».

¿Quién era?

Adelaida Brando nace en Nápoles, en Italia, el 1 de mayo de 1856. Su madre murió pocos días después, y pronto mostró su intención de dedicarse a la oración y a consagrar su virginidad a Dios. Buscaba la soledad, huía de los bullicios del mundo, rechazaba las vacuidades que la sociedad mostraba como placeres, y buscaba el trato asiduo con Cristo en la oración y los sacramentos: acudía con frecuencia al sacramento de la Penitencia, y a diario recibía la Comunión. Con sólo 12 años, hizo voto de castidad perpetua ante una imagen del Niño Jesús.

En 1876, ingresa en las Sacramentinas de Nápoles y toma el nombre de María Cristina de la Inmaculada Concepción. Su mala salud la obliga a abandonar la vida religiosa, lo que le ayuda a descubrir su misión, y funda las Religiosas Víctimas Expiadoras de Jesús Sacramentado. Su carisma tiene dos dimensiones: la adoración a Cristo Eucaristía, con un carácter de reparación, y amar al prójimo, por lo que establece guarderías, escuelas, orfanatos e internados. Murió en enero de 1906.

La primera Beata de Kenia

El próximo sábado, Kenia acogerá por primera vez en su Historia una beatificación: la de sor Irene Stefani, llamada cariñosamente Irene Nyaatha, que significa llena de misericordia. El 19 de junio de 1911, con 19 años, deja su pueblo natal, Anfo (Italia), donde era conocida como el ángel de los pobres, y se va a Turín. Allí descubre a las Misioneras de la Consolata, y decide entregar su vida a Dios en esta obra misionera. En 1914, se consagra a Dios diciendo: «¡Sólo Jesús! Todo con Jesús. Toda de Jesús. Todo para Jesús. Nada para mí». En 1915, llega a Kenia, donde vive la pobreza extrema, la fatiga, la soledad y la incomunicación. A partir de 1916, sirve como enfermera de la Cruz Roja en Kenia y Tanzania, escenarios coloniales de la Primera Guerra Mundial. Pasa noches enteras atendiendo a enfermos y heridos, y hablándoles de Dios. En 1919, vuelve al Kenia, donde será maestra, enfermera, partera y visitadora familiar. Con 39 años, ofrece a Dios su vida por la misión. Dos semanas después, asistiendo a un enfermo de peste que muere en sus brazos, contrae la enfermedad y muere en pocos días.