Decálogo para el Año Teresiano - Alfa y Omega

El obispo emérito de Segovia, monseñor Ángel Rubio, ha reconocido en numerosas ocasiones su pasión por la catequesis y la iniciación cristiana. De su experiencia como catequeta ha extraído una práctica pastoral que ha aplicado durante años: resumir asuntos importantes de la vida espiritual en sólo diez puntos breves. Son sus famosos Decálogos, de los que tienen noticia los fieles de Segovia y Toledo (donde fue obispo auxiliar), y también los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, del que es Consiliario Nacional.

Uno de los más recientes es el Decálogo para el Año Teresiano, publicado con motivo del V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús. Una conmemoración que se ha vivido intensamente en las dos diócesis en las que ha sido pastor, pues tanto Toledo como Segovia fueron lugares clave en la vida de la Mística Doctora, y escenario de dos de sus fundaciones.

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Teresa de Jesús, en Ávila y Segovia

Había nacido en Ávila. Recorrió media España a pie y en carro. Llegó por tanto a Segovia donde llevó a cabo la fundación del Monasterio de Carmelitas de San José, el 19 de marzo de 1574. El actual convento está a unos metros más adelante, junto a la plaza de la Merced, así denominada por ocupar el solar del desaparecido convento de frailes Mercedarios que tanto se opusieron a la llegada de las monjas.

2
Teresa de Jesús, orante

La oración centra y absorbe toda la vida de Teresa. Es su preocupación dominante. Ser siempre llama viva, testimonio permanente, en el silencio y clausura, en sus idas y venidas, en sus proyectos y trabajos: oración y meditación. La oración es elemento vital de la vida consagrada: «Todas ocupadas en oración», decía la Santa, que significa «tratar de amistad estando muchas veces en silencio con quién sabemos que nos ama» (Vida 8, 5)

3
Teresa de Jesús, reformadora

Con delicado equilibrio vive el principio de autoridad incondicionalmente. Teresa vive la integridad de la fe con toda su vitalidad y sus exigencias con espíritu combativo. Se responsabiliza y asume la vivencia y la exigencia del carisma carmelitano en el momento crítico que vive la Iglesia. Descubre la necesidad imperiosa de la Reforma eclesiástica universal y, sobre todo, de la vida religiosa, en particular la del Carmelo, como solución única y urgente a los males de la Humanidad en crisis; y se dedica a ello en cuerpo y alma.

4
Teresa de Jesús, mujer

«Mujer que fuiste santa sin dejar de ser mujer» cantaba el himno del IV centenario de su muerte (1982). Es un prototipo femenino y de plena actualidad. Tiene conciencia refleja del papel de primera importancia que la mujer está llamada a desempeñar en el mundo y en la Iglesia. Por eso vive y denuncia en su tiempo la discriminación y la marginación de la mujer en lo eclesial y en lo civil. Actúa, sin embargo, en los dos ambientes sin complejo, siempre con plena dignidad personal en línea correcta de superación.

5
Teresa de Jesús, hija de la Iglesia

No podemos alcanzar a Cristo sin la Iglesia. Ella «sintió la Iglesia», vivió «la pasión de la Iglesia» como miembro del Cuerpo Místico (Juan Pablo II). La pasión de amor por Cristo fue pasión de amor por la Iglesia. Reforma la Orden Carmelita con la intención de servir y defender mejor a la Santa Iglesia Católica Romana, está dispuesta a dar la vida por ellos y murió diciendo «al final muero hija de la Iglesia».

6
Teresa de Jesús, humana

Toda llena de humanidad fue Teresa. Es prototipo de persona atrayente conquista el mundo con su simpatía universal. Junto a su espiritualidad evangélica y virtudes teologales no hay que olvidar las virtudes humanas: afabilidad, veracidad, modestia, amabilidad, alegría, cultura. Todos –reyes, monjas, familias, arrieros…– se sienten atraídos por ella. Es atractiva en lo físico, en lo espiritual y humano. Humanismo, don de gentes, educación esmerada, sentido práctico de la vida, grandeza personal y cultural; y arte y buen gusto junto a san Juan de la Cruz, «padre de su alma».

7
Teresa de Jesús, evangelizadora

En su momento podemos afirmar que la Santa evangelizó sin tibiezas, con ardor nunca apagado, con métodos alejados de la inercia, con expresiones nimbadas de luz. Nada la deja indiferente o desinteresada: «¡Oh hermosura que excedes!»… Comunica a todos la alegría del Evangelio que es siempre una alegría misionera. Para renovar la Iglesia es necesario convertirnos todos en auténticos evangelizadores y esto exige grupos de «amigos fuertes de Dios».

8
Teresa de Jesús, Doctora

Ha sido la primera mujer proclamada oficialmente Doctora de la Iglesia, por Pablo VI, el 27 de septiembre de 1970. La difusión de sus escritos y enseñanzas, la solidez y actualidad de su pensamiento espiritual, su magisterio de la oración válido para el hombre de hoy justifican este título. Sus cartas innumerables a toda clase de personas rezuman profundidad, religiosidad, espontaneidad, humanismo con atinadas observaciones de orden moral y psicológico. Entre los libros abundantes su obra maestra es Las Moradas.

9
Teresa de Jesús, andariega

Necesitamos seguir los pasos de la Santa andariega para descubrir al «Jesús de Teresa». En su caminar por este mundo padeció frecuentes dolores y achaques, pero con tenacidad y fe alcanzó los 67 años. En veinte años (1562-1582) fundó 17 conventos de monjas y 14 de frailes. El primero de todos (1568), con san Juan de la Cruz, en Duruelo. La muerte le llegó en 1582 en Alba de Tormes durante uno de sus viajes. «Tan alta vida espero / que muero porque no muero».

10
Teresa de Jesús, toda de Dios

Nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción, nos enseña a sentir realmente esta sed de Dios que existe en lo más hondo de nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscar a Dios, de estar en diálogo con Él y de ser sus «amigos fuertes». Dios lo dice todo, lo abarca todo, lo expresa todo, sin Dios no hay mujer, ni orante, ni doctora, ni santa. Sin Dios no hay Teresa. El 12 de marzo fue canonizada por Gregorio XV.