El obispo de Vigo, ante la crisis naval: «no podemos mirar hacia otro lado» - Alfa y Omega

El obispo de Vigo, ante la crisis naval: «no podemos mirar hacia otro lado»

El obispo de Tui-Vigo ha hecho público un comunicado de «solidaridad con todas y cada una de las personas y las instituciones afectadas» por «la grave crisis que afecta actualmente al sector naval». Si la UE no cambia su postura y obliga a España a devover las bonificaciones fiscales al sector, quedará nublado el futuro de Vigo, advierte. «Los hechos son realmente graves e interpelantes. No podemos esconder la cabeza ante lo que está ocurriendo ni, mucho menos, mirar hacia otro lado frente al sufrimiento de tantas personas». Escribe el obispo:

Luis Quinteiro Fiuza

La Diócesis de Tui-Vigo ante la grave crisis que afecta actualmente al sector naval, quiere manifestar su solidaridad con todas y cada una de las personas y las instituciones afectadas. La mayor parte de la ciudadanía ha percibido claramente que estamos ante una situación que amenaza la estabilidad de numerosos puestos de trabajo, aumentará los recortes salariales, los expedientes de regulación de empleo y el paro. Adquiere así esta crisis unas dimensiones tan amplias que se hace presente e invade nuestra vida cotidiana.

Informe FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada) para el año 2013 constata que el porcentaje de hogares en los que todos los activos están sin trabajo ha aumentado del 2,5 % al 10,6 % del total de hogares.

A la crisis que ya estaba sufriendo la industria naval por la falta de contratación a la vista, por las dificultades para cobrar las reparaciones ya efectuadas y por muy diversos problemas en las pesquerías, hay que añadir ahora la posibilidad de que Bruselas, en plena crisis económica por la que está pasando nuestro país, le obligue a devolver los millones de euros que ha recibido como ayuda en los últimos años.

Vigo ha vivido siempre del mar y cara a la mar. Por eso, la grave crisis que afecta al sector empaña el presente y nubla el futuro de nuestra ciudad.

Es este el momento de proponer con toda la fuerza de que somos capaces que hay algo mucho más serio en la economía, en el mundo laboral e industrial, que el baile de cifras en términos de ganancias, pérdidas, o préstamos. El bien común requiere que el mercado y la economía se organicen no desde sí y para sí, sino para lograr que todas las personas, individual y socialmente consideradas, puedan vivir plenamente todas las dimensiones que dimanan de su dignidad humana. No podemos olvidar que en el centro de la economía y de la sociedad debe situarse a la persona, y a todas las personas por igual.

Los hechos son realmente graves e interpelantes. No podemos esconder la cabeza ante lo que está ocurriendo ni, mucho menos, mirar hacia otro lado frente al sufrimiento de tantas personas.

La crisis económica que se cierne ahora con toda su crudeza sobre el sector naval vigués es una llamada a todo hombre de bien, a los cristianos, y a nuestra Iglesia diocesana, para fomentar actitudes de ojos abiertos y corazones compasivos respecto a los rostros sufrientes de la crisis, instando también a los organismos implicados a buscar las soluciones más idóneas, desde los irrenunciables principios del bien común, del destino universal de los bienes y de la solidaridad.