El Papa pide «valor para huir» del pecado - Alfa y Omega

El Papa pide «valor para huir» del pecado

Huir no siempre es de cobardes, ni salir corriendo es sinónimo de derrota. Como explicó el Papa Francisco, el pasado martes, durante su homilía en la misa diaria que celebra en la capilla de la Casa de Santa Marta, el cristiano está llamado a ser valiente en su propia debilidad, y a veces, hay que reconocer que somos débiles y por eso tenemos que huir del pecado, sin nostalgia, sin mirar atrás

Redacción
Foto: CNS

Según informa Radio Vaticana, en su homilía del martes, el Santo Padre tomó el ejemplo de las lecturas del día para detenerse en cuatro «posibles actitudes en situaciones de conflicto, en situaciones difíciles». La primera es la de la «lentitud» de Lot. Según dijo, Lot se decidió a abandonar la ciudad antes de que fuera destruida, pero lo hace lentamente. «El ángel le dice que corra, pero no está en él la capacidad de separarse del mal y del pecado. Nosotros queremos salir, estamos decididos, pero hay algo que nos tira hacia atrás». Por eso, Lot empezó a «negociar» incluso con el ángel: «Es tan difícil de cortar con una situación de pecado. ¡Es difícil! Incluso en una tentación, ¡es difícil! Pero la voz de Dios nos dice esta palabra:¡Escapa! No se puede luchar allí, porque el fuego, el azufre te matarán. ¡Escapa! Santa Teresita del Niño Jesús nos enseña que a veces, en algunas tentaciones, la única solución es escapar y no tener vergüenza de escapar; reconocer que somos débiles y que tenemos que escapar. Y nuestro pueblo, en su sencilla sabiduría, lo dice un poco irónicamente: Soldado que huye sirve para otra guerra. Escapar para seguir adelante por el camino de Jesús».

Ante el pecado ¡huir sin nostalgia!

El Santo Padre, además, explicó la segunda actitud para escapar del pecado: abandonar la nostalgia y no mirar hacia atrás. Por eso, la invitación del ángel a Lot de no mirar atrás es un consejo para vencer esa nostalgia del pecado. El Papa Francisco prosiguió: «Pensemos en el Pueblo de Dios en el desierto: Lo tenía todo, las promesas…, todo. Sin embargo, estaba la nostalgia de las cebollas de Egipto» y esta «nostalgia les hizo olvidar que aquellas cebollas las comían en la mesa de la esclavitud». Era «la nostalgia de volver». Y el consejo del ángel, añadió el Papa, «es sabio: ¡No mires hacia atrás! Ve adelante». Hay que «cortar cada nostalgia, porque también existe la tentación de la curiosidad». Y, de forma contundente, recordó: «Ante el pecado, ¡huir sin nostalgia! ¡La curiosidad no ayuda, sino que daña! Pero, en este mundo tan pecaminoso, ¿cómo se puede hacer? Pero, ¿cómo será este pecado? Me gustaría saber… ¡No, no lo hagas! ¡La curiosidad te hará daño! ¡Huye y no mires atrás! Somos débiles, todos, y tenemos que defendernos».

Sin miedo y con valentía

La tercera actitud ante el pecado es el miedo, dijo el Papa. Siguiendo la lectura del Evangelio, el Papa explicó que «cuando hay una gran agitación en el mar, el barco se cubre por las olas: ¡Sálvanos, Señor, que estamos perdidos!, dicen. ¡El miedo! Incluso aquella es una tentación del diablo: tener miedo de avanzar en el camino del Señor».

El Santo Padre Francisco remarcó que hay una tentación que seduce con la idea de que «es mejor quedarse aquí, donde estoy seguro». Sin embargo, advirtió de que «esto es el Egipto de la esclavitud!» Decir: «Tengo miedo de seguir adelante, tengo miedo de hacia donde me llevará el Señor». Y el temor «no es un buen consejero». Jesús, añadió, «muchas veces, ha dicho: ¡No tengan miedo! El miedo no nos ayuda».

Por último, el Papa señaló que la cuarta actitud «es la gracia del Espíritu Santo», pues «siempre, ante el pecado, delante de la nostalgia, ante el temor», debemos volver al Señor.

«Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da estupor, tan hermoso, por un nuevo encuentro con el Señor. Señor, tengo esta tentación: quiero quedarme en esta situación de pecado; Señor, tengo la curiosidad de saber cómo son estas cosas; Señor, tengo miedo. Y ellos vieron al Señor: ¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos! Y llegó la sorpresa del nuevo encuentro con Jesús. No somos ingenuos ni cristianos tibios, somos valientes, valerosos. Somos débiles, pero hay que ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestro valor muchas veces debe expresarse en una fuga y no mirar hacia atrás, para no caer en la mala nostalgia. ¡No tener miedo y mirar siempre al Señor!», concluyó el Papa.