Papa Francisco: Debemos avanzar por el «camino de la sinodalidad» - Alfa y Omega

Papa Francisco: Debemos avanzar por el «camino de la sinodalidad»

«La comunión de la Iglesia no significa uniformidad». «Debemos ir» por el «camino de la sinodalidad», tal como indica el Concilio, dijo el Papa el sábado, en la celebración de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma

Redacción

La solemne celebración, en la Basílica de San Pedro, dio comienzo, como es tradicional, con la imposición del palio arzobispal a los nuevos arzobispos Metropolitanos. Hubo también, como cada año, una delegación del Patriarcado de Constantinopla, guiada por el Metropolita Ioannis, enviada por el Patriarca ecuménico Bartolomé I. Este año, además, hubo presencia evangélica en la celebración, con el coro de la Thomaskirche de Leipzig. El Papa aludió expresamente a ello en su homilía, y recordó que, en este templo, ejerció como organista Johann Sebastian Bach.

La homilía de Francisco estuvo centrada en la función del Sucesor de Pedro. El Pontífice, algo muy frecuente en él, hizo girar su pensamiento entorno a tres ideas clave:

–Confirmar en la unidad: «El papel, el servicio eclesial de Pedro tiene su fundamento en la confesión de fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo, en virtud de una gracia donada de lo alto», dijo. «Cuando dejamos que prevalezcan nuestras ideas, nuestros sentimientos, la lógica del poder humano, y no nos dejamos instruir y guiar por la fe, por Dios, nos convertimos en piedras de tropiezo. La fe en Cristo es la luz de nuestra vida de cristianos y de ministros de la Iglesia».

–Confirmar en el amor: Dice san Pablo: «He luchado el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe». «¿De qué combate se trata?», se preguntó el Papa. «No el de las armas humanas, que por desgracia todavía ensangrientan el mundo; sino el combate del martirio. San Pablo sólo tiene un arma: el mensaje de Cristo y la entrega de toda su vida por Cristo y por los demás».También «el obispo de Roma está llamado a vivir y a confirmar en este amor a Jesús y a todos sin distinción, límites o barreras. Y no sólo el obispo de Roma: todos ustedes, nuevos arzobispos y obispos, tienen la misma tarea».

–Confirmar en la unidad: El palio que reciben los arzobispos «es símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro», con quien forman el colegio apostólico todos los obispos, «el Sínodo de los obispos, en armonía con el primado», como señala el Concilio. «La comunión de la Iglesia no significa uniformidad, añadió el Papa. «La variedad en la Iglesia, que es una gran riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en el que las teselas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y esto debe impulsar a superar siempre cualquier conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias: no hay otro camino católico para unirnos. Éste es el espíritu católico, el espíritu cristiano, unirse en las diferencias. Éste es el camino de Jesús. El palio, siendo signo de la comunión con el Obispo de Roma, con la Iglesia universal, con el Sínodo de los Obispos, supone también para cada uno de ustedes el compromiso de ser instrumentos de comunión».

Al término de la Misa, en el rezo del Ángelus, el Papa resaltó que el martirio en Roma de Pedro y Pablo fue lo que hizo que esta Iglesia local se convirtiera «inmediata y espontáneamente, en el punto de referencia para todas las Iglesias esparcidas en el mundo. ¡No por el poder del Imperio, sino por la fuerza del martirio, del testimonio dado a Cristo!» De ahí extrajo el Pontífice esta conclusión: «En el fondo, es siempre y sólo el amor de Cristo el que genera la fe y el que impulsa hacia adelante a la Iglesia».

Texto íntegro de la homilía del Papa

Señores cardenales,
Su Eminencia Metropolita Ioannis
venerados hermanos en el episcopado y el sacerdocio,
queridos hermanos y hermanas

Celebramos la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma: una fiesta que adquiere un tono de mayor alegría por la presencia de obispos de todo el mundo. Es una gran riqueza que, en cierto modo, nos permite revivir el acontecimiento de Pentecostés: hoy, como entonces, la fe de la Iglesia habla en todas las lenguas y quiere unir a los pueblos en una sola familia.

Saludo cordialmente y con gratitud a la delegación del Patriarcado de Constantinopla, guiada por el Metropolita Ioannis. Agradezco al Patriarca ecuménico Bartolomé I por este Nuevo gesto de fraternidad. Saludo a los señores embajadores y a las autoridades civiles. Un agradecimiento especial al coro de la Thomaskirche, de Leipzig (la iglesia de Bach), que anima la liturgia y que constituye una ulterior presencia ecuménica.

Tres ideas sobre el ministerio petrino, guiadas por el verbo «confirmar». ¿Qué está llamado a confirmar el obispo de Roma?

1. Ante todo, confirmar en la fe. El Evangelio habla de la confesión de Pedro: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16, 16), una confesión que no viene de él, sino del Padre celestial. Y, a raíz de esta confesión, Jesús le dice: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (v. 18). El papel, el servicio eclesial de Pedro tiene su fundamento en la confesión de fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo, en virtud de una gracia donada de lo alto. En la segunda parte del Evangelio de hoy vemos el peligro de pensar de manera mundana. Cuando Jesús habla de su muerte y resurrección, del camino de Dios, que no se corresponde con el camino humano del poder, afloran en Pedro la carne y la sangre: «Se puso a increparlo: ¡Lejos de ti tal cosa, Señor!» (16, 22). Y Jesús tiene palabras duras con él: «Aléjate de mí, Satanás. Eres para mí piedra de tropiezo» (v. 23). Cuando dejamos que prevalezcan nuestras Ideas, nuestros sentimientos, la lógica del poder humano, y no nos dejamos instruir y guiar por la fe, por Dios, nos convertimos en piedras de tropiezo. La fe en Cristo es la luz de nuestra vida de cristianos y de ministros de la Iglesia.

2. Confirmar en el amor. En la Segunda Lectura hemos escuchado las palabras conmovedoras de san Pablo: «He luchado el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe» (2 Tm 4, 7). ¿De qué combate se trata? No el de las armas humanas, que por desgracia todavía ensangrientan el mundo; sino el combate del martirio. San Pablo sólo tiene un arma: el mensaje de Cristo y la entrega de toda su vida por Cristo y por los demás. Y es precisamente su exponerse en primera persona, su dejarse consumar por el evangelio, el hacerse todo para todos, sin reservas, lo que lo ha hecho creíble y ha edificado la Iglesia. El obispo de Roma está llamado a vivir y a confirmar en este amor a Jesús y a todos sin distinción, límites o barreras. Y no sólo el obispo de Roma: todos ustedes, nuevos arzobispos y obispos, tienen la misma tarea: dejarse consumir por el Evangelio, hacerse todo a todos. La tarea de no ahorrar, de salir de sí al servicio del santo pueblo fiel de Dios.

3. Confirmar en la unidad. Aquí me refiero al gesto que hemos realizado. El palio es símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro, «principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión» (Lumen gentium, 18). Y vuestra presencia hoy, queridos hermanos, es el signo de que la comunión de la Iglesia no significa uniformidad. El Vaticano II, refiriéndose a la estructura jerárquica de la Iglesia, afirma que el Señor «con estos apóstoles formó una especie de Colegio o grupo estable, y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él» (ibíd. 19). Confirmar en la unidad: el Sínodo de los Obispos, en armonía con el primado. Debemos ir por este camino de la sinodalidad, crecer en armonía con el servicio del primado. Y prosigue el Concilio: «Este Colegio, en cuanto compuesto de muchos, expresa la diversidad y la unidad del Pueblo de Dios» (ibíd. 22). La variedad en la Iglesia, que es una gran riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en el que las teselas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y esto debe impulsar a superar siempre cualquier conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias: no hay otro camino católico para unirnos. Éste es el espíritu católico, el espíritu cristiano, unirse en las diferencias. Éste es el camino de Jesús. El palio, siendo signo de la comunión con el Obispo de Roma, con la Iglesia universal, con el Sínodo de los Obispos, supone también para cada uno de ustedes el compromiso de ser instrumentos de comunión.

Confesar al Señor dejándose instruir por Dios; consumarse por amor de Cristo y de su evangelio; ser servidores de la unidad. Queridos hermanos en el episcopado: éstas son las consignas que los santos apóstoles Pedro y Pablo confían a cada uno de nosotros, para que sean vividas por todo cristiano. Que la santa Madre de Dios nos guíe y acompañe siempre con su intercesión: Reina de los apóstoles, reza por nosotros. Amén