Papa Francisco: Todo hombre, también el sacerdote, tiene vocación de padre - Alfa y Omega

Papa Francisco: Todo hombre, también el sacerdote, tiene vocación de padre

Todo hombre tiene vocación de padre, también el sacerdote, aunque la suya sea una paternidad espiritual. «Cuando un hombre no tiene este deseo, algo falta» en él, dijo el Papa, el la homilía de la Misa matinal celebrada el miércoles en la capilla de la Casa de Santa Marta. «Todos nosotros, para ser, para llegar a ser plenos, para ser maduros, debemos sentir la alegría de la paternidad, también los que somos célibes», y así se lo demandan igualmente los fieles a los sacerdotes. «La gente nos dice: Padre, padre, padre… Nos quiere así, padres, con la gracia de la paternidad pastoral»

RV

«La paternidad es dar vida a los demás, explicó el Papa. Y «para nosotros», los sacerdotes, «será la paternidad pastoral, la paternidad espiritual», que igualmente consiste en «dar vida». Dios quiere que los sacerdotes vivan con plenitud una gracia especial de «paternidad».

El «deseo de paternidad» está inscrito en las fibras más profundas de todo hombre, dijo el Francisco. El sacerdote no es una excepción, aunque viva esta vocación de modo particular: «Cuando un hombre no tiene este deseo, algo falta en este hombre. Algo no va. Todos nosotros, para ser, para llegar a ser plenos, para ser maduros, debemos sentir la alegría de la paternidad, también nosotros los que somos célibes».

El Papa inspiró su reflexión en el pasaje del libro del Génesis en el que Dios promete al anciano Abraham la alegría de un hijo, junto a una descendencia numerosa como las estrellas del cielo. Y para sellar este pacto, Abraham sigue las indicaciones de Dios y prepara un sacrificio de animales que después defiende del asalto de las aves rapaces. «Me conmueve -comentó el Papa- ver a este hombre de noventa años con el bastón en la mano», que defiende su sacrificio. «Me hace pensar en un padre, cuando defiende la familia, los hijos», a «un padre que sabe lo que significa defender a los hijos. Y ésta es una gracia que nosotros los sacerdotes debemos pedir: ser padres, la gracia de la paternidad, de la paternidad pastoral, de la paternidad espiritual. Pecados tenemos tantos, pero esto es de común sanctorum: todos tenemos pecados. Pero no tener hijos, no llegar a ser padre, es como si la vida no llegase a su fin, se detiene a mitad de camino. Y, por tanto, debemos ser padres. Pero es una gracia que el Señor da. La gente nos dice: Padre, padre, padre… Nos quiere así, padres, con la gracia de la paternidad pastoral».