El Sagrado Corazón de Jesús: para que nunca dudemos de su misericordia - Alfa y Omega

El mes de junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús, un mes eucarístico y un tiempo lleno del Espíritu Santo. Estas tres fiestas litúrgicas del Tiempo ordinario (cuatro si incluimos la Santísima Trinidad) nos invitan a prolongar la gracia pascual, cuyo efecto fundamental es nuestra transformación en Cristo por la acción, fundamentalmente eucarística, del Espíritu Santo. Por ello, éste debe ser un mes sobre todo para entrar hasta el fondo en los sentimientos de Jesús. ¿Y qué hay en el Corazón de Cristo sino inquietud por la gente, por su salvación, y especialmente por sus preferidos: los más necesitados de amor?

Su Corazón es una puerta perennemente abierta, y así nos invita a nosotros a vivir: abiertos, lanzados a la misión, en salida. Así lo explica el Papa Francisco en su Exhortación Evangelii gaudium: «La Iglesia en salida es una Iglesia con las puertas abiertas. La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo». Esa santa inquietud es la que Jesús siente en su Corazón, pero solamente si el Espíritu Santo forma en nosotros esas entrañas de misericordia podemos amar como Él nos pide.

Su Corazón se quedó traspasado para que todos le miraran por los siglos y, viéndole abierto de par en par por nuestro amor, no dudásemos nunca de su Misericordia, como dice el poema:

Nadie tendrá disculpa
diciendo que cerrado halló jamás el cielo,
si el cielo va buscando.
Pues vos, con tantas puertas en pies,
manos y costado,
estáis de puro abierto casi descuartizado.

Este amor excesivo, permanentemente entregado en la Hostia sagrada, mueve a abrir toda la vida a la acción del Espíritu. Sin duda, entrará, junto a los hermanos necesitados.