Apretando las rodillas por 40 grados de gracia - Alfa y Omega

Apretando las rodillas por 40 grados de gracia

José Calderero de Aldecoa

Los seminaristas que se ordenan en una semana ya se benefician de la oración de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote. Estas monjas de vida contemplativa, que tienen situada su casa general en Madrid, no sólo dedican las 24 horas de su día, y su vida entera, a rezar por los sacerdotes. «Tenemos también mucha relación con los seminaristas, porque en nuestras constituciones dicen que damos la vida por los sacerdotes y aspirantes al sacerdocio», explica Madre Pilar, superiora general. Esta pequeña monja de eterna sonrisa atiende a Alfa y Omega minutos después de que numerosos sacerdotes y fieles abarrotaran el claustro de su monasterio. Celebraban la Eucaristía, presidida por el arzobispo de Madrid y acompañado de los dos obispos auxiliares, en la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. En aquella ocasión, don Carlos les dio las gracias a las religiosas por «lo que hacéis por nosotros. Ofrecer vuestra vida, en los claustros de los monasterios, para orar por nosotros, para hacer que en nosotros se visibilice la transparencia de Jesucristo, es de las tareas más hermosas que un ser humano puede hacer».

Las Oblatas no rezan por ningún sacerdote en particular, sino por todos en general. «Pero eso no quiere decir que cada sacerdote toque a menos oración. Fíjese en el sol. Si vamos todos al sol, y tiene 40 grados, no se dividen los grados entre las personas que están tomando el sol. Cada uno recibimos 40 grados. Ésa es la oración en Jesucristo, que hace que a cada uno le llegue la vida entera», explica Madre Pilar. Pero esos 40 grados de gracia están conseguidos «apretando mucho las rodillas», y en ocasiones a muy baja temperatura. «Hoy luce un sol radiante, pero en invierno, por la noche, hace mucho frío. Aquí no tenemos calefacción y se hace muy duro levantarse cuando a una le toca velar junto al Santísimo. Ahí se junta lo que es la oración con la entrega, y todo lo hacemos por ellos», los sacerdotes.

Además de la hora de oración por la noche, las Hermanas Oblatas rezan otras 3 horas más durante el día, 2 en comunidad y 1 en particular. «Aparte de las 4 horas de oración diarias, la idea es convertir nuestra vida en oración y oblación por los sacerdotes, en medio de nuestro trabajo y de los afanes del día. También rezamos completo el Oficio Divino. Y siempre hay una de las monjas de la comunidad en oración delante del Santísimo», explica.