El Papa, a los sacerdotes: «Tengan piedad del pueblo de Dios» - Alfa y Omega

El Papa, a los sacerdotes: «Tengan piedad del pueblo de Dios»

«Tengan piedad del pueblo fiel de Dios», librándole de tediosas homilías cargadas de tremendismos y moralinas. Éste fue uno de los consejos que, en tono espontáneo, dio el Papa este viernes a los cerca de mil sacerdotes y obispos participantes en un retiro de la Renovación Carismática. Durante el coloquio, Francisco anunció que visitará dos o tres países africanos en noviembre

Redacción

El Papa visitará en noviembre la República Centroafricana y Uganda. «Queda como posibilidad, pero todavía no es seguro porque hay problemas para la organización, Kenia, pero al menos esas dos seguro. Antes del relevo presidencial en la República Centroafricana, y en Uganda después con motivo del 50 aniversario de los mártires, aunque un poco atrasado».

En este III Retiro Mundial de Sacerdotes organizado por la Renovación Carismática Católica Internacional y la Fraternidad Católica. participan a cerca de 1.000 sacerdotes y obispos de 90 países.

«Es maravilloso ver a obispos y sacerdotes juntos», dijo Francisco al auditorio. «Cuando están cercanos…, cuando el obispo no pone distancia principesca, cuando el obispo es padre de sus sacerdotes».

En este contexto, Francisco pidió a los sacerdotes que hablen con franqueza con su obispo cuando haya problemas. «A los curas les gusta hablar mucho hablar del obispo, que hay algo que no les gusta del obispo, que tienen algo que decir, que lo digan en la cara como hombres». Lo mismo vale para el obispo, que puede decir todo a su sacerdote «como padre, con cariño».

Eso no quiere decir que no haya fricciones. «Donde no hay discusión es porque se está muerto». Si no sería como «el yerno lleva flores a la suegra a la tumba porque sabe que no va a discutir»).

La Iglesia –añadió– necesita pastores-obispos cercanos al pueblo, obispos-padres cercanos a los sacerdotes, sinceros y ejemplares.

«La Iglesia es mujer»

En otro momento de su discurso, elogió el genio femenino. «La Iglesia es mujer, es esposa de Cristo», dijo el Papa. «Recuerden que María es más importante que los apóstoles», advirtió.

Amor a Cristo

En cuanto a la identidad del sacerdocio, el Papa lanzó una pregunta: «Cuando ustedes tienen una alegría, ¿se la llevan al Sagrario?» Francisco exhortó a los sacerdotes a poner sus frustraciones y problemas a Cristo en el Sagrario: «Mira que soy una porquería, que te he traicionado».

«Cuando un hombre y una mujer se enamoran, lo dicen a todo el mundo», añadió. Del mismo modo, un cura debe vivir el amor a Cristo difundiéndolo a todo el mundo. «El Pueblo de Dios con su sensus fidei sabe reconocer en seguida cuando un cura está enamorado de Jesús y cuándo es un funcionario».

«Amen, déjense amar, abran el corazón a Jesús», aconsejó Francisco. Un sacerdote cansado que se duerme ante el sagrario es algo «lindo, porque dejás que él (Dios) te mire cuando duermes, como un papá».

«Ese amor es el que nos hace evangelizar. Si no sientes ese deseo hay que detenerse en la oración y pedirle que nos vuelva a cautivar». «Evangelizar significa estar enamorado y dejarse enamora».

Pero la gente cansa. El Pontífice contó una anécdota de un jesuita que iba a jubilarse, profesor de literatura, que le contó: «Decidles a tus profesores de teología que les faltan dos tesis de eclesiología, y te las digo: el santo pueblo fiel de Dios es ontológicamente olímpico y esencialmente hartante… el pueblo cansa. Ese es el cansancio sacerdotal, el cansancio del servicio, ningún sacerdote que sirve necesita pastillas para dormir». «Cada uno en su sacerdocio sienta en sus debilidades que Jesús lo pone a servir a su pueblo». «Que cada sacerdote sienta en su corazón que justo por sus debilidades y fallos Jesús lo pone a servir a su Pueblo».

Cuidar las homilías

De ahí pasó el Papa a hablar de las homilías. «¿Cómo hablar del amor de Jesús a la gente? ¿Cómo transmitir el kerigma? Ay, Dios mío… ¡Las homilías! Por favor tengan piedad del pueblo fiel de Dios».

El Papa contó entonces la historia de un sacerdote que tiene sus padres lejos de la ciudad en un pueblo. «Su padre le dice que está contentísimo porque con unos amigos hemos encontrado una misa que se celebra sin homilía, o cuando los hombres salen a fumar porque no soportan las homilías del sacerdote», dijo Francisco, provocando la risas del auditorio.

Sermones cortos es el primer consejo que dio el Papa. «La gente no aguanta más de ocho minutos, desconecta y quieren que le hablen desde el corazón», dijo.

A continuación, Francisco habló de un sacerdote que habló en homilía sobre «la venida del Anticristo y la perdida de la fe en Europa, también sobre el ecumenismo en ese panorama catastrófico ¡Qué pena! ¡Qué perdida de tiempo!», añadió.

Otro consejo práctico para realizar una homilía eficaz es estructurar el discurso en «una idea, una imagen y un sentimiento». «Hay homilías que son excelentes conferencias, pero no llegan a la gente». «Recuerden que la homilía no es una conferencia o una clase de teología».

«Algunos me criticaron porque dediqué mucho tiempo a las homilías en la (Exhortación Apostólica) Evangelii Gaudium», reconoció, pero es que estas malas homilías son «el drama de nuestras iglesias».

Es importante además trabajar en la espiritualidad del predicador y no usar un lenguaje moralista. «La homilía es poner lo mejor de mí para que el Espíritu hable, para que toque el corazón. Es un lenguaje positivo. No es tanto prohibitivo, es sencillo», afirmó. Las homilías no son clases de moral. «Lo que se debe y no se debe hacer, esos no son homilías, son moralistas. Es una clase de moral».

Se necesitan homilías rezadas. El Papa aconseja a los sacerdotes ir pensando la homilía de domingo a domingo e ir rezando la homilía durante ese tiempo. «No espanten al pueblo fiel de Dios, por favor, no pierdan el tiempo… Hablen de Jesús, del gozo de una fe… de la revolución de la bienaventuranza».

«Que el corazón enamorado sea testigo del amor de Jesús, que es más fuerte del odio. El amor que es Jesús que ha vencido a la muerte y al demonio. Y más fuerte que cualquier terrorismo asesino. Nosotros estamos llamados a ser como Jesucristo».

No negar los sacramentos

El Papa volvió a pedir que los sacerdotes no nieguen el bautismo a los niños, hijos de las madres solteras o a las parejas vueltas a casar. «Me da mucha pena… Una chica que tuvo el valor de tener un hijo sola, de no mandarlo al remitente, y la Iglesia le niega el Bautismo… No, eso no». «No tienen derecho. El bautismo no se niega. No espanten al pueblo fiel de Dios». «Esto no me lo contaron». «La Iglesia que se vuelve a la Ley se convierte en madrastra».

«Por favor, una Iglesia sin Jesús y sin misericordia, no», añadió.

Y con respeto a la misericordia, el Papa insistió nuevamente en la importancia del sacramento de la reconciliación. «En Buenos Aíres hay un buen confesor», un fraile que «se la pasa en el confesionario. Hay una cola, curas, obispos, gente sencilla. La cola de los pecadores, porque era muy buen confesor, me recordaba a Juan Bautista».

«Un día me dijo: Mira, yo tengo miedo que a lo mejor no soy fiel al Señor, hay unos días que tengo mucho escrúpulo. Luego él se fue al sagrario a decirle a Dios: Señor perdóname porque hoy he perdonado mucho, pero es que Tú me diste el mal ejemplo».

¿Y qué pasa cuando el pecador recae una y otra vez en los mismos pecados. «Hay gente que está sellada por hábitos que no puede superar, pero el hecho de que se arrodille en un confesionario ya es mucho».

Aleteia / Redacción

Texto de la homilía del Papa

En la primera lectura nos adentramos en la ternura de Dios, como que Dios le cuenta a su pueblo como lo quiere, como lo ama, como lo cuida. Y lo que Dios dice a su pueblo en esta lectura del profeta Oseas, capítulo 11, en adelante, versículo primero en adelante, lo dice a cada uno de nosotros, y nos hará bien tomar este texto en un momento de soledad, ponernos en la presencia de Dios y escuchar cuando nos dice esto: cuando vos eras chico yo te amé, te amé desde niño, te salvé, te traje de Egipto, te salvé de la esclavitud, de la esclavitud del pecado, de la esclavitud de la autodestrucción, y de todas las esclavitudes que cada uno conoce, que tuvo o tiene dentro. Yo te salvé, yo te enseñé a caminar.

Qué lindo escuchar Dios me enseña a caminar, el Omnipotente se abaja y me enseña a caminar. Recuerdo esa frase del Deuteronomio, cuando Moisés le dice a su pueblo, «escuchen ustedes que son tan duros de cabeza», cuando vieron un Dios tan cercano a su pueblo como Dios está cercano a nosotros. Y la cercanía de Dios es ésta ternura: me enseñó a caminar, sin Él yo no sabría caminar en el Espíritu. Y lo tomaba por los brazos pero vos no reconociste que yo te cuidaba. Vos te creíste que te las arreglabas solo. Esta es la historia de cada uno de nosotros. Y yo te atraía con lazos humanos, no con leyes punitivas, con lazos de amor, con ataduras de amor. El amor ata, pero ata en la libertad, ata en dejarte lugar para que respondas con amor. Yo era para ti como los que alzan a una criatura a las mejillas y lo besaba, y me inclinaba y le daba de comer. Decíme, ¿ésta no es tu historia? Al menos es mi historia. Cada uno de nosotros puede leer aquí su propia historia. Decíme, ¿cómo te voy a abandonar ahora, cómo te voy a entregar al enemigo? En los momentos donde tenemos miedo, en los momentos donde tenemos inseguridad, Él nos dice: pero si hice todo esto por vos, ¿cómo pensás que te voy a dejar solo, que te voy a abandonar?

En las costas de Libia, los 23 mártires coptos estaban seguros de que Dios no los abandonaba y se dejaron degollar diciendo el nombre de Jesús, porque sabían que Dios, pese a que les cortaban la cabeza, no los abandonaba. ¿Cómo te voy a tratar como un enemigo? Mi corazón se subleva dentro de mí y se enciende toda mi ternura. Cuando la ternura de Dios se enciende, esa ternura cálida –es el único capaz de calidez y de ternura– no le voy a dar un día libre a la ira por los pecados que hiciste, por tus equivocaciones, por adorar ídolos, porque yo soy Dios, soy el Santo en medio de ti. Es una declaración de amor de Padre a sus hijos y a cada uno de nosotros.

Cuántas veces pienso que le tenemos miedo a la ternura de Dios, y porque le tenemos miedo a la ternura de Dios, no dejamos que se experimente en nosotros y por eso tantas veces somos duros, severos, castigadores, somos pastores sin ternura. ¿Qué nos dice Jesús en el capítulo 15 de Lucas, de aquel pastor que notó que tenía solamente noventa y nueve ovejas y le faltaba una, que las dejó bien cuidaditas cerradas con llave y se fue a buscar a la otra, que estaba enredada ahí entre los espinos y no le pegó, no la retó, la tomó en sus brazos, en sus hombros y la trajo y la curó, si estaba herida? ¿Hacés lo mismo vos con tus feligreses, cuando notás que no hay uno en el rebaño o nos hemos acostumbrado a ser una Iglesia que tiene una sola oveja en el rebaño y dejamos que noventa y nueve se pierdan en el monte? ¿Tus entrañas de ternura se conmueven? ¿Sos pastor de ovejas o te has convertido en un peinador, en un peluquero de una sola oveja exquisita, porque te buscás a vos mismo y te olvidaste de la ternura que te dio tu Padre, que te los cuenta aquí, en el capítulo 11 de Oseas y te olvidaste de cómo se da ternura? El corazón de Cristo es la ternura de Dios,  ¿cómo voy a entregarte, cómo te voy a abandonar? Cuando estás solo, desorientado, perdido, vení a mí que yo te voy  a salvar, yo te voy a consolar.

Hoy les pido a ustedes en este retiro que sean pastores con ternura de Dios, que dejen el látigo colgado en la sacristía y sean pastores con ternura, incluso con los que le traen más problemas. Es una gracia, es una gracia divina. Nosotros no creemos en un Dios etéreo, creemos en un Dios que se hizo carne, que tiene un corazón, y ese corazón hoy nos habla así: vengan a mí si están cansados, agobiados, yo los voy a aliviar, pero a los míos, a mis pequeños trátenlos con ternura, con la misma ternura con que los trato yo. Eso nos dice el corazón de Cristo hoy y es lo que en esta misa pido para ustedes y también para mí.

RV