«Gracias al esfuerzo de muchos, estos niños viven felices» - Alfa y Omega

«Gracias al esfuerzo de muchos, estos niños viven felices»

La casa hogar Nuestra Señora de los Desamparados de Madrid es un apoyo para aquellos padres que, conscientes de que necesitan ayuda para sacar adelante a sus hijos, los dejan bajo el amparo de las Madres de Nuestra Señora de los Desamparados y San José de la Montaña durante los días lectivos, para que cuiden de ellos

Alicia Gómez-Monedero

«Yo les doy mi tiempo pero ellos me dan mucho más». La Madre María Teresa, religiosa de la congregación de Nuestra Señora de los Desamparados y San José de la Montaña, expresa la emoción que siente después de tres años al frente del Hogar Nuestra Señora de los Desamparados, en Madrid. Esta casa acoge a niños de familias que, por los motivos que sean, no pueden hacerse cargo de ellos durante los días de diario. Así, cuentan con 42 internos de entre 2 y 14 años y un grupo de seis niños y niñas que esperan allí, tras salir del colegio, a que sus padres los recojan después del trabajo.

La casa está rodeada de un jardín con todo lo necesario para que los niños disfruten de su infancia. Lo que tienen proviene de donaciones que reciben, tanto de particulares como de empresas, para cubrir las necesidades del centro. En una habitación blanca, se encuentra la sala de juegos para los más pequeños. Nada más entrar, una pequeña de piel morena te coge de la mano. Quiere que juegues con ella. Cantan, bailan y tratan a las religiosas como si fueran de su familia.

Los padres de los niños agradecen enormemente la ayuda que este hogar les proporciona. Las religiosas se encargan de llevarlos al colegio: «Salen a trescolegios que nos ayudan mucho en el tema de la escolarización de los pequeños: Santa Catalina de Siena, Madre de Dios y El Santísimo Sacramento», explica Madre María Teresa. Incluso las madres de familia que llevan a sus hijos a estos colegios aportan su granito de arena, cediendo uniformes para los niños. «Gracias a las aportaciones, no importa si son pequeñas o grandes, se va haciendo mucho. Y gracias al esfuerzo tanto económico como de tiempo de las personas que nos están ayudando, el hogar sigue adelante y estos niños viven felices».

Los más mayores están preparando la fiesta de final de curso, decorando el salón de actos donde estarán también las familias de todos ellos. «Es una forma de disfrutar todos juntos», explica Madre María Teresa.

Milagros inesperados

«Esta casa se mantiene por la Providencia», cuenta la religiosa. En más de una ocasión, ante el inminente pago de una factura a la que no podían hacer frente, ha aparecido «un sobre con dinero sin saber de dónde venía, o una persona que llega a la casa y pregunta qué necesidades tenemos». Además de cubrir los gastos necesarios para sustentar el centro, hay entidades que regalan a los niños actividades para que puedan salir fuera de Madrid. En verano, una de estas empresas colaboradoras les regala una semana en la playa que se convierte en unos días inolvidables. «Ellos lo pasan bien y nosotras, de ver la ilusión y todo lo que ellos pueden disfrutar, vivimos felices».

Lo más importante para los niños es que reciban cariño, y la misión de las religiosas de Nuestra Señora de los Desamparados es «educarles y formarles para que el día de mañana sean hombres y mujeres que puedan servir a la sociedad» explica Madre María Teresa.

Comuniones y bautizos

Tras la inesperada visita del arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, el día después de tomar posesión de la diócesis, las Madres de la Congregación lo invitaron a celebrar las comuniones de este curso. Así, el 10 de mayo de este año, don Carlos acudió a la casa para dar el sacramento de la comunión a cuatro niños y bautizar a otros tres. Madre María Teresa cuenta que fue «inolvidable porque dentro de nuestra pequeñez sentimos la gran alegría de que nos acompañase de una manera tan sencilla y cercana».

Fundada por la Madre Petra de San José, después de la Guerra Civil la congregación se encontró con niñas huérfanas a las que no quiso dejar en la calle. Las recogieron y fundaron esta casa en 1942. «Aquí se desarrolla muy bien el carisma de Madre Petra, el amor misericordioso y la ayuda a los más necesitados», cuenta Madre María Teresa. En los inicios, las religiosas no contaban con nada. Su fe las llevó a confiar en Dios y en la generosidad de los ciudadanos. En este momento, están llevando a cabo una obra de restructuración de la fachada, necesaria porque el edificio tiene más de 30 años. Por esto han comenzado a pedir donativos «y ya nos están ayudando».