Vuelven las perlas diarias del Papa en Santa Marta - Alfa y Omega

Vuelven las perlas diarias del Papa en Santa Marta

El Papa ha retomado esta semana sus misas diarias con diversos grupos en la Casa de Santa Marta, con breves e incisivas meditaciones sobre el chisme, las insidias del Maligno o la alegría cristiana

Redacción
Foto: CNS

La Santa Sede había anunciado que, durante julio y agosto, quedaban suspendidas las misas matinales del Papa con diversos grupos en la Casa de Santa Marta. De cara al nuevo curso -anunció el padre Lombardi, director de la Oficina de Información- el Vaticano se replantearía retomar o no los resúmenes diarios a través de Radio Vaticano y L’Osservatore romano.

Pero la duda quedó resuelta cuando, el lunes 2 de septiembre, Radio Vaticano volvió a informar sobre la misa de ese día de la forma habitual. Ésa era, en todo caso, la previsión, después de que, incluso, la Santa Sede informara sobre dos homilías en misas privadas del Pontífice durante su Viaje a Brasil, prueba de que el Santo Padre desea mantener esta novedosa y peculiar forma de magisterio, a modo de breves píldoras, expresadas de forma espontánea y directa, al hilo de la liturgia del día.

Criticar, otra forma de matar

Los chismes y las habladurías fueron, una vez más, el tema central del sermón de Francisco del lunes. Hablar mal de los demás y matar -o al menos desearlo- «¡es lo mismo!», dijo el Santo Padre.

Los nazarenos quería de Jesús «un milagro, lo espectacular», y cuando Jesús dice que no tienen fe, «se enfurecieron» y trataron de asesinarlo. Es decir: el primer día hablaron bien de él, «no tanto el segundo, y al tercero se comienza a chismear y terminan despellejándolo».

Por ello, el Papa advirtió que el chisme y la violencia física no son sino distintas estaciones en el mismo camino del odio. «Nosotros estamos acostumbrados a las habladurías, a los chismes. ¡Cuántas veces nuestras comunidades, también nuestra familia, son un infierno donde se gesta esta criminalidad de matar al hermano y a la hermana con la envidia».

«Una comunidad, una familia -prosiguió el Papa- es destruida por esta envidia, que el diablo siembra en el corazón y que hace que uno hable mal del otro, y así se destruya». En este caso, en lugar de pistolas y cuchillos, se utiliza como armas cotidianas «la lengua, las habladurías, el chismear».

El antídoto «es estar con el Señor», porque «donde está el Señor, no hay envidia, no hay criminalidad, no hay odio, no hay celos. Hay fraternidad».

El diablo se hace pasar por Jesús

Esa presencia del Señor es una «luz de sapiencia y de sabiduría» que ilumina toda la realidad, explicó el Papa el martes en Santa Marta. Peso es una luz diferente a la del mundo. «La luz que nos ofrece el mundo es una luz artificial, tal vez fuerte, fuerte como fuego de artificio, como un flash fotográfico. En cambio, la luz de Jesús es una luz suave, es una luz tranquila, es una luz de paz, es como la luz en la noche de Navidad: sin pretensiones».

Pero muchas veces -advirtió- «el diablo viene disfrazado de ángel de luz; a él le gusta imitar a Jesús, y se hace bueno, nos habla tranquilamente, como le habló a Jesús tras el ayuno del desierto». Por eso debemos pedir al Señor «la sabiduría del discernimiento para conocer cuando es Jesús que nos da la luz y cuándo es justamente el demonio, disfrazado de ángel de luz». «Cuántos creen vivir en la luz y están en las tinieblas, pero no se dan cuenta», añadió.

El Papa ofreció esta clave de discernimiento: «Si nosotros, en nuestra luz interior, somos hombres dóciles, sentimos la voz de Jesús en el corazón y miramos la Cruz sin temor, aquella es luz de Jesús». Pero si en cambio, viene una luz que «te vuelve orgulloso», una luz que «te lleva a mirar a los demás desde lo alto», «a la soberbia, ésa no es la luz de Jesús: es la luz del diablo, disfrazado de Jesús, de ángel de luz».

Jesús nos pide entrega total

Ese Jesús nos invita a cada uno de nosotros a seguirlo y nos envía a la misión, tiene una para cada persona. Nos encomienda tareas, explicó el Papa en la homilía del jueves. Cristo nos marca un camino, y es preciso «tener el valor de despojarnos» de todo lo que nos impide seguirlo. «Esto no quiere decir que después no haya tentaciones» y caídas. «Pero mira, Pedro pecó gravemente», y «el Señor lo perdonó».

Cuando el cristiano se atreve a seguir ese camino que Jesús tiene marcado para él, su vida se llena de plenitud. «El cristiano es fundamentalmente alegre», dijo el Papa en la misa del viernes. «Hay momentos de dolor, pero siempre hay esa profunda paz de la alegría», si se «vive la vida cristiana como una fiesta, como el matrimonio de Jesús y de la Iglesia», explicó Francisco, que recordó que algunos de los primeros mártires fueron al martirio como si se tratara de una boda.

La imagen de la boda, la utilizó también el Papa para referirse a la entrega total del cristiano a Cristo. El Señor «sólo nos pide esto -añadió-: reconocerlo como el único Esposo». Él «siempre es fiel a nosotros», pero «pide la fidelidad», y aunque es él quien hace la fiesta, «nos pide a nosotros la alegría de la celebración, la alegría de ser cristianos», lo cual surge de la entrega total a Él. Y «si tenemos algo que no es de Él, arrepentirse, pedir perdón y seguir adelante».