Tenemos que rezar por la conversión de los proetarras - Alfa y Omega

Tenemos que rezar por la conversión de los proetarras

Si el asesinato de sus familiares les causó un dolor irreparable, la sentencia que tumbó la Doctrina Parot y los recientes homenajes a los presos de ETA están echando más sal en la herida. Por eso, el pasado 28 de diciembre, un grupo de miembros de la AVT, acompañado por el sacerdote don Pedro Trevijano, recorrió 5 municipios vascos especialmente castigados por la banda, y donde hoy sus esbirros campan a sus anchas. Lo hicieron para rezar por sus familiares y para reivindicar un Día de la Dignidad. En Eibar, sin embargo, fueron insultados y vejados. Pero, como dice Trevijano, «tenemos que rezar por los proetarras y por los terroristas. De la Justicia humana se están escapando; de la divina, no. Y debe ser terrible caer en manos de Dios sin arrepentirte»

José Antonio Méndez
Manifestación 1997, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco

En las últimas décadas, las calles de Eibar han sido testigos del asesinato de 11 personas a manos de los criminales de ETA. Por eso, junto a Mondragón, Elgoibar, Durango y Elorrio, Eibar fue uno de los 5 municipios que visitó, el pasado 28 de diciembre, un grupo de miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Su peregrinaje tenía una doble intención: rezar por sus familiares asesinados y recordar su memoria en algunos de los lugares donde hoy se pavonean quienes los mataron o quienes apoyan sus objetivos políticos.

Décadas contra ETA. Manifestación de la AVT, en octubre de 2013

En este homenaje, los miembros de la AVT iban acompañados por el sacerdote riojano don Pedro Trevijano, que rezó un responso y leyó párrafos del documento Valoración moral del terrorismo en España —aprobado en 2002 por la Conferencia Episcopal—, en cada una de las localidades. Bueno, no en todas: «En Eibar, sólo pudimos rezar un padrenuestro antes de irnos, para evitar males mayores», cuenta. Porque, en este municipio guipuzcoano, los proetarras los recibieron al grito de ¡Fascistas! y con amenazas e insultos como «os ametrallaríamos a todos», o «los nuestros están en la calle y los vuestros en el hoyo».

Don Pedro Trevijano explica que, como sacerdote, su labor es estar junto a las víctimas, «porque son ellas, y no sus asesinos, quienes tienen razón. Cuando a uno le pegan un tiro en la nuca, o le ponen una bomba, está claro quién tiene razón. Por eso procuro estar cerca de ellas, y las acompaño en sus actos en Logroño, o en sus desplazamientos a Madrid».

También él ha sufrido en su entorno la violencia terrorista: «Un buen amigo, víctima con muy graves heridas, fue uno de los últimos que salió de la UVI tras el 11M. Además, ETA mató a un compañero de curso de un hermano mío y, actualmente, tengo muchos amigos víctimas de ETA». Gracias a esa cercanía, sabe que uno de los grandes ejemplos que las víctimas dan a la sociedad es que, incluso ante los homenajes a presos de ETA como los que se perpetraron el pasado sábado, «piden justicia, no venganza. Yo trato de ayudarles a que no odien, porque el odio es un veneno activísimo que destroza a la persona que lo siente». Y aunque la renuncia al odio no siempre es fácil, como explica Trevijano, influye el hecho de que, «además de que en general son muy buena gente, de gran categoría humana, entre las víctimas hay un porcentaje de creyentes bastante superior al promedio nacional. E, indudablemente, la fe cristiana ayuda a no odiar».

Don Pedro Trevijano, en Elorrio, el pasado 28 de diciembre, reza con las víctimas

El lenguaje del abrazo y la oración

Ahora bien, una cosa es renunciar al odio y otra es ser capaz de perdonar a los asesinos de un familiar, en medio del dolor y ante los ultrajes de quienes los jalean. Por eso, lo más útil para ayudar a las víctimas no son las declaraciones rimbombantes, sino estar con ellas: «Ante el dolor, a veces no hay palabras. Pero un abrazo sincero y tus oraciones, eso lo entienden todos. Lo mejor que se puede hacer por las víctimas es estar con ellas».

Ésa es la labor que hace la Iglesia…, aunque no siempre todos los hijos de la Iglesia se comporten como pide su Madre. En el mundo clerical, «salvo lamentables excepciones, sí se ha estado a la altura. Hay más de 70 documentos de la Conferencia Episcopal, alguno muy bueno, y otros cientos, que puede lleguen a los mil, de nuestros obispos, contra el terrorismo y la kale borroka. El problema es que estos documentos no llegan a la gente y, casi ni siquiera a las víctimas».

No obstante, el padre Trevijano da un paso más. No se trata sólo de acompañar a las víctimas, sino de pedir la conversión de los asesinos y de sus palmeros: «Para que salgan de su error, tenemos que rezar por los proetarras. De la Justicia humana se están escapando; de la divina no. Y debe ser terrible caer en manos de Dios sin arrepentirte. Me decía una abogada que trabajaba con abogados proetarras: Si quieres ponerles nerviosos, háblales de la muerte». Un mensaje que cala entre muchas víctimas: «Uno de los momentos más impactantes que he vivido fue la primera vez que les pedí que rezasen por los terroristas. Y como son creyentes, lo entendieron». Quién sabe si la oración será, junto a la labor policial y a una política antiterrorista realmente justa, el arma definitiva contra ETA.