Una posada en Madrid - Alfa y Omega

Una posada en Madrid

Como cuando nació Jesús, hoy también se cierran muchas puertas a las madres que necesitan una mano tendida para traer a su hijo al mundo. Pero hay algunas posadas abiertas. En ellas, «es Navidad todo el año»: esos niños ven la luz, y también Cristo se abre camino en el corazón de sus madres

María Martínez López
Una joven acogida por la Fundación María Ayuda

«Aquí es Navidad todo el año». Es el día a día en el piso en el que la Fundación María Ayuda acoge a mujeres embarazadas. En ocho años, han pasado por él más de 40 mujeres. Cuando el resto del mundo les cerraba las puertas, Mercedes, la responsable, se ha convertido para ellas en una madre que las acompaña durante el embarazo, les enseña a cuidarse y cuidar de su hijo, les da formación humana, y también está ahí en el parto. «Una vez, estuve en el paritorio tres veces en diez días», recuerda esta viuda, que vino a Madrid desde León para hacerse cargo del proyecto. «Es muy gratificante ver llegar al mundo nuevas vidas. Pero también muy duro». Las chicas tienen historias tan tremendas como la de las recién llegadas: una menor embarazada y su hermana mayor, a las que les extraña poder moverse por la casa, acostumbradas a no salir de su cuarto por miedo a su padre; o la de Ainhara, que, con 18 años, se quedó en la calle por no querer abortar. Para que salgan adelante, Mercedes cuenta con todo el equipo de la Fundación y, sobre todo, «con la ayuda de Arriba».

Esta misma certeza se la transmite a las chicas. «Me dicen: ¡Qué suerte encontrar esta casa! Y les respondo que han llegado aquí porque Dios y María les van abriendo caminos». Sobre la casa vela, protectora, la entrañable imagen de la Virgen de Schoenstatt con el Niño en brazos. La misma que Mercedes les entrega al llegar, para que las proteja. «Están muy abiertas, creen bastante en Dios, y hacen muchas preguntas. Una vez, las chicas que estaban en la casa me pidieron que les diera unas charlas sobre religión». Una de ellas era evangélica, y no participaba. «Al poco tiempo, me pidió que fuera a su habitación cuando termináramos la reunión. Me la encontré sentada en la cama, con la estampa de la Virgen, y llorando como una magdalena. Me abrazó y me dijo: Quiero seguir escuchando esas cosas de las que os he oído hablar. Ahora, es católica».

En un ambiente así, estas semanas son especiales. «Como para mí significa tanto la Navidad -cuenta Mercedes-, intento que ellas vivan y celebren el nacimiento de Jesús. Les explico por qué nace, y las animo a preparar su corazón». Se intenta que pasen el día 25 con su familia, «pero siempre celebramos una Misa unos días antes, también con las chicas que ya han dejado la casa. Como se lo explicas bien, lo viven con mucha ilusión, y les queda grabado. Hemos tenido Navidades preciosas».