España quiere dejar de ser la última de la clase - Alfa y Omega

España quiere dejar de ser la última de la clase

Después de que España haya pasado casi cuatro décadas anclada en el mismo modelo pedagógico, cosechando nefastos resultados en todos los tramos educativos, desde Infantil a Bachillerato, el Congreso aprueba hoy una reforma legislativa que introduce cambios sustanciales en nuestro sistema escolar. Una reforma que, sin embargo, ha generado numerosas críticas en toda la comunidad educativa, y no todas infundadas. Porque aunque la LOMCE persigue mejorar la calidad de nuestra maltrecha escuela, mantiene demasiadas lagunas que pueden poner en peligro este objetivo

José Antonio Méndez

Después de dos años de legislatura del PP, marcados por un intenso debate político y mediático en torno a la reforma del sistema educativo, hoy está previsto que salga del Congreso el texto definitivo de la LOMCE. Lo hará después de que tanto el Congreso como el Senado hayan introducido numerosas enmiendas -de muy diverso signo- al texto que aprobó el Consejo de Ministros el pasado mes de mayo, y en medio de un aluvión de críticas de la comunidad educativa, que se encuentra dividida ante las muchas luces y sombras del nuevo modelo pedagógico: de un lado, quienes critican esta reforma sin proponer más alternativas que el actual y fracasado sistema; por otro, quienes alaban la nueva ley; y finalmente, una mayoría silenciosa que contempla con desilusión cómo los cambios introducidos pueden ser positivos, aunque resultan insuficientes e incluso pueden llegar a ser contraproducentes.

Más allá de las consignas ideológicas y de controversias más o menos mediáticas, la gran pregunta es si la LOMCE logrará alcanzar su objetivo declarado, esto es, mejorar la calidad de un sistema escolar que nos ha llevado a tener el doble de fracaso y de abandono escolar temprano, y la mitad de alumnos excelentes, que el resto de los países de la OCDE. Y el gran problema es que hay un riesgo cierto de que no se logre este objetivo: «Desde la época de los sumerios, sabemos qué hay que hacer para mejorar la educación de un alumno: que sepa más. Como demuestran sistemáticamente todos y cada uno de los estudios que abordan este tema, la calidad educativa se reduce, casi exclusivamente, a que los alumnos sepan más contenidos, que tengan más cultura, y, por extensión, que tengan buenos profesores. Los medios rocambolescos por los que eso se logra quedan en un segundo plano. Por eso, el gran problema de la LOMCE es que parte de un diagnóstico equivocado, más económico que educativo, y no hace algo tan evidente como ampliar los contenidos curriculares para que los alumnos tengan que estudiar más para poder saber más. Esto puede parecer una perogrullada, pero es que ahora parece que los alumnos tienen que aprender a través de no se sabe bien qué técnicas, que no tienen nada que ver con estudiar más contenidos». Así lo afirma don José Manuel Lacasa, analista educativo, director del Instituto F de Investigación Educativa, y uno de los mayores expertos de Europa en el análisis del informe PISA.

El error de no hacer cambios

Como explica Lacasa, «la LOMCE no introduce ni una sola modificación curricular, y eso que el 70 % de nuestros problemas educativos están relacionados con que no enseñamos a nuestros alumnos lo que deberían saber. Por eso, en PISA, nuestros mejores alumnos están entre 100 y 200 puntos por debajo de los mejores alumnos de otros países, además de tener el doble de fracaso y de abandono escolar que el promedio de la OCDE. Esto es especialmente grave en la Primaria, donde la LOMCE no hace ni una sola modificación, cuando es la etapa clave. Es decir, que en España tenemos dos etapas obligatorias, Primaria y Secundaria, y la primera no prepara para la segunda». A partir de ahí, «todo lo que se haga en 3º de la ESO serán parches, no remedios. La mala educación sólo se combate, o trabajando, o con maquillajes. Y la LOMCE es una ley de maquillaje».

Aunque no todo son sombras: «Lo mejor de la LOMCE -concluye Lacasa-, si se hace bien, son las evaluaciones externas y la transparencia, porque hay más diferencias en el nivel de los alumnos entre las distintas Comunidades de España, que en Europa entre los distintos países. Y cuando, año tras año, con estas 3 evaluaciones nacionales, la gente vea que su Comunidad siempre queda a la cola del resto, quizá exijan cambios de verdad. Porque no es que tengamos alumnos más tontos que los del resto de Europa, sino, quizá, políticos más necios».

Religión: mejora la LOE, pero incumple los Acuerdos

El papel de la Conferencia Episcopal Española en la elaboración de la LOMCE ha quedado reducido a recordar al Gobierno los puntos en que la LOE incumple el Acuerdo con la Santa Sede; y las enmiendas que hemos presentado en su tramitación parlamentaria no se han tenido en cuenta. La LOMCE no es la ley educativa de la Iglesia.

Su valoración en relación con la Religión debe ser pormenorizada. En Primaria y en la ESO, la clase de Religión recupera el puesto que le corresponde: será de oferta obligatoria para los centros y optativa para los alumnos, contará con una asignatura alternativa -eliminando la discriminación actual de los alumnos de Religión-, y será evaluable; es lo que pide el Acuerdo. Por el contrario, la Religión no figura en Infantil, y en Bachillerato no será de oferta obligatoria para los centros, ni tendrá alternativa; y esto no es acorde con el Acuerdo. Esperamos que estos puntos sean solucionadas en los Decretos de desarrollo de la LOMCE, pues la disposición adicional 2ª abre la puerta a buscar una solución. En relación con el profesor de Religión, la LOMCE, como la LOE, incumple el Acuerdo en lo tocante a la propuesta anual del profesor, y tampoco clarifica el derecho a aplicar en caso de retirada de la missio canónica y la consecuente retirada del profesor por parte de la Administración educativa. Pedimos al Gobierno buscar conjuntamente una solución que garantice el carácter confesional de la asignatura y, por tanto, el derecho de los padres a que sus hijos sean educados según sus convicciones religiosas.

Finalmente, la LOMCE cede a las Administraciones autonómicas la competencia para fijar el horario mínimo de la asignatura de Religión, y peligra que se fije una duración suficiente para poder considerarla «equiparable a las asignaturas fundamentales» como pide el Acuerdo.

Concertada: las mismas arbitrariedades, a pesar de los tópicos

La concertación no sólo supone un ahorro considerable para el Estado, sino que hace posible la libertad de enseñanza, de forma que los padres puedan llevar a sus hijos a centros acordes con sus convicciones. En contra de lo que se empeñan en decir algunos, de manera obsesiva y poco razonada, hay que afirmar rotundamente que la LOMCE no es la ley de la concertada. No introduce ninguna novedad concreta que garantice que un centro con demanda mantenga la concertación; no corrige el déficit endémico de su módulo económico; no garantiza la complementariedad de redes y la deja en manos de los Gobiernos autonómicos; no se recogen los derechos del titular, algo importante en momentos de retrasos en los pagos y reducciones de los módulos económicos a mitad de ejercicio; no se reconoce la educación como servicio público y social, en vez de considerarla como servicio público adscrito a la Administración; apenas se establece una mayor duración de los conciertos; etc. Por desgracia, tenemos suficientes ejemplos de la falsedad del trato favorable hacia la enseñanza concertada y de supresiones arbitrarias de conciertos en varias Comunidades. Todas las cuestiones citadas habrían podido quedar resueltas por medio de la Ley. Sin embargo, la ley se ha aprobado sin aceptar enmiendas a favor de una mayor seguridad jurídica en los conciertos y de su mantenimiento en las nuevas enseñanzas establecidas en la LOMCE. Ha sido una ocasión perdida de lograr una mejor regulación del régimen de conciertos y su viabilidad futura.

José María Alvira
Secretario General de Escuelas Católicas (FERE-EyG)

Educación diferenciada: Con todo derecho

La LOMCE trata la educación diferenciada ciñéndose estrictamente a lo que establece nuestra Constitución y la convención de la UNESCO en materia de enseñanza. La nueva Ley Orgánica de Mejora de la Enseñanza deja bien claro que la enseñanza diferenciada es perfectamente legítima y cuenta con todos los derechos para recibir financiación pública a través de los conciertos educativos, como cualquier otro modelo. Así, la LOMCE sale al paso de algunas interpretaciones que se han sucedido en estos últimos tiempos sobre el artículo 84.3 de la antigua LOE de 2006, que le presuponían al legislador unas intenciones contrarias a la educación diferenciada. Y esto, a pesar de que la mente del legislador fue por entonces muy clara en su proceso de tramitación parlamentaria, ya que, cuando se debatió la LOE, hubo enmiendas contra la educación diferenciada y, sin embargo, el PSOE votó en contra de dichas enmiendas, tanto en el Congreso como en el Senado y, por tanto, su postura fue a favor de este modelo educativo. La nueva LOMCE hace una referencia a la Convención de la UNESCO relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza, que señala expresamente que la educación diferenciada no es discriminatoria. Se trata de un tratado internacional vinculante para España para la interpretación de los derechos fundamentales, como se recoge en el artículo 10.2 de nuestra Constitución. La enseñanza diferenciada es un modelo extendido en muchos países como Reino Unido, Irlanda o Estados Unidos. Recientemente, el Tribunal Constitucional alemán ha reconocido su legitimidad para recibir fondos públicos, y lo mismo ha sucedido en la última Ley de Igualdad francesa. Se trata de un modelo que arroja buenos resultados académicos y de socialización, y que en estos últimos años ha experimentado en España una creciente demanda por parte de los padres.

Antonio Rodríguez-Campra
Presidente de CECE, Confederación Española de Centros de Enseñanza