Papa Francisco: «En la asamblea de los Santos, Dios ha reservado el primer lugar a María» - Alfa y Omega

Papa Francisco: «En la asamblea de los Santos, Dios ha reservado el primer lugar a María»

Redacción

El Papa Francisco ha explicado, durante el rezo del ángelus del día de Todos los santos, qué supone esta fiesta que celebra la Iglesia: «Hoy alabamos a Dios por la multitud innumerable de los santos y de las santas de todos los tiempos: hombres y mujeres comunes, simples, a veces últimos para el mundo, pero primeros para Dios», ha dicho el Pontífice, que ha recordado el consuelo que supone para los cristianos que visitan a sus seres queridos en los cementerios, saber que están en «compañía de la Virgen, de los mártires y de todos los santos y santas del Paraíso».

Esta convicción se expresa, ha recordado el Papa, en la comunión de los santos que se expresa en el Credo. «¿Qué significa esto: la comunión de los santos? Es la unión común que nace de la fe y une a todos aquellos que pertenecen a Cristo, gracias al Bautismo. Se trata de una unión espiritual -¡todos estamos unidos!- que no se quiebra después de la muerte, sino prosigue en la otra vida».

Y en esa comunión, precisamente, es donde Dios ha reservado un lugar privilegiado para la Virgen, ha subrayado: «En la gran asamblea de los Santos, Dios ha querido reservar el primer lugar a la Madre de Jesús. María está en el centro de comunión de los santos, como singular custodia del vínculo de la Iglesia universal con Cristo, del vínculo de la familia. Ella es la Madre, Ella es la Madre nuestra, nuestra Madre. Para el que quiere seguir a Jesús por la senda del Evangelio, Ella es la guía segura, porque es la primera discípula. Ella es la Madre siempre atenta, a la cual confiar todo anhelo y dificultad».

News.va / Redacción

Texto completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus

«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

Los primeros dos días del mes de Noviembre constituyen para todos nosotros un momento intenso de fe, de oración y de reflexión sobre las cosas últimas de la vida. En efecto, celebrando a todos los Santos y conmemorando a todos los fieles difuntos, la Iglesia peregrina en la tierra vive y expresa en la Liturgia el vínculo espiritual que la une a la Iglesia del cielo. Hoy alabamos a Dios por la multitud innumerable de los santos y de las santas de todos los tiempos: hombres y mujeres comunes, simples, a veces últimos para el mundo, pero primeros para Dios. Al mismo tiempo recordamos a nuestros queridos difuntos visitando los cementerios: ¡es motivo de gran consolación pensar que ellos están en compañía de la Virgen María de los Apóstoles, de los mártires y de todos los santos y santas del Paraíso!

La solemnidad de hoy nos ayuda así a considerar una verdad fundamental de la fe cristiana, que nosotros profesamos en el Credo. ¿Qué significa esto: la comunión de los santos? Es la unión común que nace de la fe y une a todos aquellos que pertenecen a Cristo, gracias al Bautismo. Se trata de una unión espiritual  -¡todos estamos unidos!- que no se quiebra después de la muerte, sino prosigue en la otra vida. En efecto, subsiste un lazo indestructible entre nosotros vivientes en este mundo y cuantos han cruzado el umbral de la muerte. Nosotros aquí en la tierra, junto con los que han entrado en la eternidad, formamos una sola gran familia. Se mantiene esta familiaridad.

Esta maravillosa comunión, esta maravillosa unión común entre tierra y cielo se actúa de forma más elevada e intensa en la Liturgia y, sobre todo, en la celebración de la Eucaristía, que expresa y realiza la unión más profunda entre los miembros de la Iglesia. En la Eucaristía, en efecto, nosotros encontramos a Jesús vivo y su fuerza, y a través de Él entramos en comunión con nuestros hermanos en la fe: aquellos que viven con nosotros aquí en la tierra y aquellos que nos han precedido en la otra vida, la vida sin fin. Esta realidad nos colma de alegría: es hermoso tener tantos hermanos en la fe que caminan a nuestro lado, nos sostienen con su ayuda y junto con nosotros recorren el camino hacia el cielo. Y es consolador saber que hay otros hermanos que ya han alcanzado el cielo, nos esperan y rezan por nosotros, para que juntos podamos contemplar en la eternidad el rostro glorioso y misericordioso del Padre.

En la gran asamblea de los Santos, Dios ha querido reservar el primer lugar a la Madre de Jesús. María está en el centro de comunión de los santos, como singular custodia del vínculo de la Iglesia universal con Cristo, del vínculo de la familia. Ella es la Madre, Ella es la Madre nuestra, nuestra Madre. Para el que quiere seguir a Jesús por la senda del Evangelio, Ella es la guía segura, porque es la primera discípula. Ella es la Madre siempre atenta, a la cual confiar todo anhelo y dificultad.

¡Recemos junto con la Reina de todos los Santos para que nos ayude a responder con generosidad y fidelidad a Dios que nos llama a ser santos como Él es Santo!».